En este sector, las lluvias ya habían dado el primer campanazo a finales de julio y en este espacio el jueves pasado alertábamos sobre el riesgo que corría el noreste de BA ante la incapacidad manifiesta de los suelos y las cuencas de recibir nuevas lluvias, luego de un segundo evento de precipitaciones muy destacadas el miércoles 5. Mientras sonaba este segundo campanazo, ya se anticipaban las nuevas lluvias del fin de semana, el resultado era más que obvio: se concretaron las inundaciones de las que habla el país y las que se repiten sistemáticamente alternadamente en vastos sectores de la pampa deprimida, que como su nombre lo indica, es muy vulnerable a los excesos pluviales de invierno. Para no hacer estadísticas lejanas, solo basta mencionar las inundaciones de BA y sudeste de CB en agosto septiembre del 2012, las de finales de agosto del año pasado en el sudeste de BA y pro cierto el mismo noreste de BA durante 2014: Areco, Luján, Mercedes, etc.
Puede abrirse toda una discusión acerca de obras hidráulicas no hechas o inconclusas, lo que no puede siquiera ponerse bajo análisis era el excesivo riesgo que corrían todos los partidos que hoy están inundados. La advertencia del pronóstico era elemental teniendo en cuenta el contexto hídrico que sobrellevaba la zona. La inundación no podía evitarse, pero los planes de mitigación de su impacto y la advertencia a la población fueron inexistentes. Esto no es meteorología, ni política, es sentido común. Mientras no se entienda que este tipo de eventos no han aumentado su frecuencia de casualidad, la población quedará expuesta a la reiteración de estas catástrofes naturales y de alguna manera librada a su suerte o su propia capacidad de adaptación.
El mapa que muestra el acumulado pluvial de las últimas dos semanas es muy elocuente, enfatizando con registros que superan largamente los 200 milímetros, el epicentro pluvial en el noreste de BA. Estas marcas son al menos 5 veces superiores a los valores normales del mes de agosto.
Las perspectivas meteorológicas para los próximos días impondrían una progresiva mejora, las cuales terminarían de instalarse durante el fin de semana, con el imperio de una masa de aire más frío que permitirá recordarnos que estamos en invierno. Las temperaturas no descenderán a valores rigurosos, pero el cambio de ambiente se sentirá. Lo más importante es el retiro del aire húmedo, lo cual avala la expectativa de sostener el buen tiempo por un período que puede sostenerse más allá de una semana. Igualmente es poco probable que agosto haya cerrado su provisión de agua. Es altamente probable que las precipitaciones reaparezcan en la última década del mes o en la última semana.
Este es un escenario muy distinto al que presentaron los meses previos y parece definir una transición estacional que no se verá limitada por la disponibilidad de humedad. Sólo falta ver cómo evolucionarán las lluvias en la franja mediterránea y en el NEA, zonas que hoy se manifiestan como las más necesitadas de agua, aunque es una condición que no les es ajena teniendo en cuenta la época.
Los productores del norte de BA y el sur de SF, son los que deberán recurrir a toda la experiencia de manejo acopiada bajo circunstancias similares en la última década. Las siembras en las zonas bajas deben ser estudiadas con mucha cautela, sobre todo si tenemos en cuenta que estas lluvias aún no incorporan el factor El Niño como causa principal para haberse concretado. Este tipo de forzantes climáticos es en general benéfico para los cultivos de la gruesa, pero se vuelve de mucho cuidado cuando se sale del invierno a la primavera con suelos que ya presentan excesos hídricos o napas muy elevadas.
- Por CCA - exclusivo Agrositio
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