Sea porque algunos traten de evitar que se piense que el vecino está adelantando el futuro de nuestro país, sea porque otros no quieran ser mensajeros de malas noticias, lo cierto es que este tema ha estado significativamente opacado.
Sin embargo, de aquí a fin de año será difícil eludir la referencia brasileña, ya que en muchos aspectos nuestros países constituyen verdaderas historias paralelas.
En ambos casos, el PIB está virtualmente estancado desde hace cuatro años, la industria se encuentra en terreno negativo desde hace dos y el empleo privado ha comenzado a caer. En los dos países las políticas fiscales expansivas no sólo tuvieron poco impacto dinamizador sino que han empeorado la competitividad, al tiempo que deterioraban el cuadro fiscal: hay un vínculo estrecho entre el aumento del déficit del sector público de 4 a 5 puntos del PIB entre 2011 y 2015 y la caída de las exportaciones, que en el caso de la Argentina es del orden de 30 % para ese período y de 23 % para Brasil.
Hay sí diferencias en el plano cambiario. Mientras en Brasil el tipo de cambio real contra el dólar subió 57 % desde 2011, en la Argentina se dio el fenómeno inverso, con una caída de 11 %. Y sólo una fracción de la devaluación de la moneda brasileña puede ser atribuida a la crisis política.