Se insinúa que la economía real y la de los discursos se pueden poner ansiosas. El FPV tiene que atender al elector de De la Sota, lo cual no es fácil. Crece la probabilidad de segunda vuelta.
Subieron fuerte los papeles privados argentinos en Nueva York y la Bolsa local acompañó, como corresponde. Bajaron un poco, los dólares timba y mejoró la paridad de los Títulos públicos, con lo cual el riesgo país está visiblemente por debajo de los 600 puntos.
El mercado festejó, lo mismo que anoche festejaron todos, inclusive el Gobernador de Córdoba que, si bien fue derrotado en las PASO (ya había perdido antes de lanzarse), presume de árbitro de una supuesta segunda vuelta.
Las Paso
Las PASO no fueron primera vuelta. De esta afirmación, no cabe ninguna duda. Los seis candidatos presidenciales que quedan, si mantienen la fidelidad de sus huestes, -y sin computar la duda que genera adónde irán los votos de De la Sota-, pueden prever una primera vuelta con el 91,6% de los votos sin movimiento. Estamos considerando que los que optaron por Carrió y Sanz, no abandonarán a Macri en la estacada, sobre todo pensando en que es difícil el triunfo del oficialismo en primera vuelta. ¡Te espero en Noviembre!.
No se dio el escenario del 45%, ni tampoco el del 40% para el primero, con 10 puntos de diferencia con respecto al segundo. El argumento de que la distancia entre Daniel y Mauricio es de 14 puntos, tiene poco peso en la interpretación de los tomadores de decisión.
Los votos propios de los seis candidatos, más los de los dos de Cambiemos, tributarios de Macri, como dijimos, alcanzan al 91,6% del electorado. Si presumimos fidelidad en la primera vuelta, resta discutir adonde está el 8,4% restante: a) un 1,4% corresponde a partidos de izquierda que, bajo el supuesto de la coherencia, optarían por el FIT, aunque al tratarse de un voto radicalizado y por lo general sectario, no puede asegurarse nada al respecto (difícilmente opten por Zcioli o Macri en la primera vuelta); b) hay medio punto del electorado distribuido en dos partidos vecinales o personales, cuya reasignación es totalmente incierta y c) está el voto de De la Sota, cuyo caudal se reparte un 45% en Córdoba –donde triunfó claramente sobre Macri- y otro 25% entre Santa Fe y Buenos Aires.
Quiere decir que De la Sota ¿se constituiría en un probable gran elector, si es que no prosperan los acuerdos de oposición que insinuó Massa en su discurso el domingo por la noche?.
Conociendo el arrastre electoral de José Manuel en el interior de su Provincia, a uno le cuesta creer que el 45% de su voto nacional (cordobesismo) vaya a ir todo a Scioli o todo a Macri, por una simple orden del Gobernador en ejercicio. Lo propio puede decirse del arrastre que consiguió en Santa Fe y Buenos Aires. De la Sota está muy bien visto en el campo y en las localidades del interior y, conviene recordar, Scioli no alcanzó ni siquiera el 15% de los votos en la Provincia de Córdoba. Dicho de otra manera, si el gran elector en la segunda vuelta es De la Sota, va a ser muy difícil la opción por un voto kirchnerista, de parte del Gobernador de una provincia que es la más anti-kirchnerista.
Está claro que 77 días median entre las PASO y la primera vuelta y hay espacio político para negociaciones de cúpula o de cualquier tipo. Pero, los 77 días son mucho, en términos económicos, ante un mercado que reacciona como lo hizo el día lunes y son pocos para tratar de reasignar al 91,6% del presunto voto fiel.
Queremos decir con esto, que la primera vuelta será muy distinta a la de 2011, en relación a su propia PASO. La oposición, entonces, estaba recontra-dispersa y aumentó 6 puntos el caudal de Binner. Y el oficialismo mejoró 3 puntos (del 51 al 54%) entre ambas elecciones. O sea que hubo 9 puntos de infidelidad, que difícilmente se consigan en estas PASO. Los seis candidatos que quedaron tienen que asegurar sus diputados y senadores; la izquierda tiene baja capacidad de arbitraje entre las dos primeras minorías y la incógnita del voto de De la Sota tiene 75 días para develarse. Pero, de todos modos, consiste en el 6,4% de los votos y no en el 9% que se reasignó en 2011.
La economía
Si bien ayer lunes hubo buenas noticias internacionales, no cabe duda que el próximo gobierno encontraría (si esto pudiera seguir tal cual):
- Al sector agropecuario en situación extremadamente complicada y a las economías regionales en graves problemas.
- Un Real muy devaluado (sabemos cómo empezó este episodio, pero no podemos prever cómo va a terminar) y, por consiguiente, destrucción de empleo industrial urbano. Sin ir más lejos, una encuesta reciente, hecha en Córdoba, demuestra que el sector metalúrgico tiene 50% de capacidad ociosa y proliferan las suspensiones, que se profundizarían si las señales de atraso cambiario argentino y devaluación brasilera, fueran a empeorar.
- El Banco Central no ha retirado la liquidez excedente que creara, para el pago de los aguinaldos y el Tesoro no ha reducido su impactante déficit fiscal. Con lo cual se profundizaría el atraso cambiario, fundado en razones macroeconómicas, y acentuado por la devaluación del Real.
- El precio futuro de la soja, revela los inconvenientes que provienen de la sobre-producción mundial y del parcial retiro del “dinamismo chino” en la compra de proteínas vegetales.
- Economía debe reservar el auxilio del Swap chino para acompañar el pago de los BODEN 2015; en octubre. Sin certidumbres en este sentido, el candidato oficial tendría más de un problema, a la hora de enfrentar la primera vuelta, en medio de una brusca caída de Reservas o una inducción a la compra de dólares, tanto en el mercado del Dólar-ahorro como en los tipos de mercado especulativos.
La situación macro y el nivel de actividad, no favorecen demasiado a una polarización en los próximos 75 días. Dos meses y medio, en la economía argentina electoral, es mucho tiempo. Es cierto que el candidato oficial está mostrando cada vez menos a su compañero de fórmula y cada vez más a su equipo provincial. Pero también es cierto que Macri, individualmente, no tuvo la performance esperada (los globos ahora son celeste y blanco). Va de suyo que, en medio de una economía que poco favorece a un oficialismo que se maneja por señales, los cambios de discurso para captar electorado dubitativo (o que enfrenta problemas económicos), deberían estar a la orden del día (pero Daniel le dedicó el triunfo a Néstor…).
Suele decirse que las elecciones se ganan con la clase media urbana de los grandes centros y la captación del segundo y tercer cordón del Gran Buenos Aires. No hubo polarización en las PASO, porque ninguno de los dos candidatos principales reunió las dos condiciones.
Tienen 75 días para empezar a parecerse y tratar de primerearle al otro, en la captación del voto Delasotista. Nuestra predicción es que en la primera vuelta, este voto se desconcentrará entre los que seguirán leales a Massa, los que acaten la probable señal de José Manuel, a fin de asegurarse un Ministerio en un eventual gobierno de Scioli, y los votos del campo y el interior de las provincias pampeanas que, probablemente, miren con más afecto a Macri. Por ello, una hipótesis de los tres tercios en el voto Delasotista, en la primera vuelta, no cambiaría demasiado el posicionamiento de los dos candidatos principales y tal vez no aumente la polarización. A nuestro entender, eso es parte de lo que el mercado festejó el día de ayer.
Finalmente, si la primera vuelta refleja la fidelidad en el casi 93% que votó a los seis candidatos que aguantaron las PASO, es difícil que el 7% restante tenga una tendencia totalmente definida, que cierre el expediente el 25 de octubre.
La vela de armas durará 75 días, siempre que
-ninguno de los dos rivales meta la pata (difícil) o
-Massa consiga dialogar tan bien con la oposición, como para transformarse en una opción más significativa que facilite una mayor diferenciación entre los dos principales que, por la lógica política del mercado electoral, tenderían a parecerse (Macri ahora es celeste y blanco y Scioli es anaranjado).
Por Jorge Ingaramo
Fuente: Años de Campo