Entre las medidas anunciadas por el gobierno de François Hollande se incluyen un plan para reducir la enorme deuda que tienen los productores, así como exenciones fiscales por unos 600 millones de euros. También se plantea promover la exportación de carne; la mejora en el control del etiquetado, y medidas para que en los comedores escolares se consuma carne francesa.
"Hemos entendido este miedo al futuro, pero también la voluntad de los ganaderos de ejercer un oficio que es mucho más que un oficio", dijo ayer el primer ministro francés, Manuel Valls, tras un Consejo de Ministros, aunque advirtió que no se toleraría ningún tipo de violencia en las protestas.
"Las medidas no son suficientes", reaccionó Jean-Yves Heurtin, representantes de los ganaderos en el oeste de Francia, una de las regiones donde ha habido más manifestaciones en los últimos días. El acceso al Monte Saint-Michel, uno de las principales atracciones turísticas de Francia, seguía bloqueado ayer por tercer día consecutivo.
Por estos días, los ganaderos también están esperando las conclusiones de un informe encargado por el gobierno, que debería determinar quién es el responsable de la caída de los precios. Los sindicatos acusan a las grandes cadenas de distribución de aumentar sus márgenes de beneficio en detrimento de los productores.
El precio de la leche y de la carne de cerdo también se han visto afectados por el embargo ruso de productos agroalimentarios occidentales -consecuencia del conflicto en Ucrania-, así como por la desaparición del sistema europeo de cuotas de leche.
La actividad ganadera representa unos 900.000 puestos de trabajo directos e indirectos en Francia y cerca de un 10% de las explotaciones (entre 22.000 y 25.000) están a punto de quebrar, según datos del Ministerio de Agricultura.