Desde la cátedra de Microbiología Agrícola de la Facultad de Agronomía de la UBA (FAUBA), dos estudios avanzan sobre el conocimiento de los microorganismos del suelo en el NOA, donde encontraron grandes modificaciones debido al desmonte y a la incorporación de nuevas tierras a la agricultura, y en la región Pampeana, donde el uso de tecnologías orientadas a aumentar el rendimiento de los cultivos también genera un impacto sobre el ambiente. ‘Los microorganismos cumplen un rol muy importante en todos los ecosistemas‘, advirtió Luciana Di Salvo, docente de Microbiología de la FAUBA. ‘Las nuevas tecnologías moleculares, en especial la metagenómica, permitieron hacer grandes avances. Sin embargo aún queda mucho por conocer, especialmente la relación que tienen estas poblaciones con el funcionamiento del suelo‘, agregó Micaela Tosi, de la misma cátedra.
“En el NOA, donde en las últimas décadas se introdujeron grandes disturbios en las tierras prístinas de las Yungas por la incorporación de cultivos, encontramos alteraciones muy grandes en las comunidades microbianas de suelos que fueron desmontados y sembrados, principalmente durante los primeros años de agricultura. Hallamos una reducción drástica en la cantidad de microorganismos respecto de los suelos vírgenes, que no se restableció con los años que llevan bajo el manejo agrícola en la zona”, explicó Tosi, quien estudió la problemática en el norte del país para su tesis de doctorado.
Además, en su investigación encontró una menor actividad de los microorganismos del suelo y una posible pérdida de eficiencia que, a su vez, podría relacionarse con una caída de la materia orgánica observada en lotes con muchos años de agricultura. “Estos cambios afectan el ciclado de la materia orgánica y la disponibilidad de nutrientes para los cultivos, influyendo directamente en la fertilidad de los suelos”, afirmó.
Según la docente, la acumulación de varios años con agricultura afectó a la estructura de los suelos de la región, sobre aspectos vinculados con la aireación y la retención hídrica, que también podrían estar relacionados con la menor presencia y actividad de los microorganismos. Tosi destacó que existe preocupación entre los productores de zonas agrícolas como Las Lajitas, Salta, por los procesos físicos que se están generando en el suelo, debido a que ya están perdiendo rendimientos en sus cultivos.
Dentro del mismo grupo, dirigido por Olga Correa, se realizaron estudios en Jujuy y Salta, sobre ambientes que van desde lotes sembrados con caña de azúcar de hasta 100 años y otros con monocultivo de soja, pasando por ambientes vírgenes de selva pedemontana y montana de Yungas, a 1000 msnm. En todos los casos se encontraron pérdidas en abundancia, diversidad y actividad microbiana en respuesta al desmonte para el cultivo.
“Después de 30 años de agricultura, las comunidades microbianas de distintos suelos llegan a ser muy similares entre sí y a comportarse muy parecido. Creemos que si el paisaje se volvió homogéneo (por la pérdida del bosque y la historia agrícola prácticamente invariable), los microorganismos respondieron del mismo modo, adaptándose a este nuevo escenario”, concluyó.
En su tesis de doctorado, Luciana Di Salvo estudió los efectos en la biodiversidad microbiana provocados por la aplicación de insumos tecnológicos, a partir de ensayos realizados en el centro-norte de Buenos Aires, la zona núcleo de cultivos extensivos de verano, y en el oeste arenoso, donde el avance de la frontera agrícola desplazó a la ganadería.
“El objetivo fue analizar el impacto sobre los microorganismos del suelo generado por la fertilización química y la inoculación con bacterias promotoras de crecimiento de los cultivos (con cepas de Azospirillum brasilense) en lotes sembrados con trigo y maíz”, detalló. Si bien están muy difundidos los beneficios de estas prácticas sobre el rendimiento de los cultivos, hasta ahora no se conocía el efecto de ambas tecnologías simultáneas sobre las comunidades microbianas.