Para que Cristina Kirchner pueda ser como Vladimir Putin, Daniel Scioli debería comportarse como Dmitry Medvedev y ser un presidente-delegado si triunfa en las elecciones. En verdad, tanto Scioli como Florencio Randazzo son pejotistas de pura cepa que competían en demostrar quién impostaba mejor la careta ultra K. Esa partida la ganó Florencio; por eso (y por las encuestas), Cristina Kirchner terminó inclinándose por el menos falso y el más maleable (recordar que Randazzo ya le había dicho que no a otro Kirchner, Néstor, al no plegarse dócilmente, como Scioli, a las candidaturas testimoniales de 2009).
Así, la "decisión" del gobernador bonaerense de llevar a Carlos Zannini como compañero de fórmula -según sus propios dichos fue una idea de él que la Presidenta aceptó "con beneplácito"- clarifica los tantos. Scioli ya no es la versión tibia del actual oficialismo: eligió ser ultra K, apenas, con modales menos ásperos y gustos musicales poco setentistas (Pimpinela, Montaner, el Puma Rodríguez). Ergo, la profecía de Nostradamus Jozami -soñaba con que Máximo Kirchner acompañara en la fórmula a Scioli y un día lo desplazara- mantiene plena vigencia. Inquietante.
La semana política más taquicárdica del año cerró, al tocar la última de las doce campanadas de anoche, con la inscripción de las listas de candidatos electivos.
Las noticias más trascendentales generadas por el oficialismo en los últimos días se canalizaron por caminos diversos: tres fueron "privatizadas" a manos amigas. La elección de Zannini como candidato a vice del ex motonauta, como la de "Wado" De Pedro al frente de la lista de diputados oficialistas, fue a parar en exclusividad a C5N, la emisora de Cristóbal López, en tanto que los párrafos salientes del mail de Randazzo a la Presidenta con su "renunciamiento" a ser candidato a gobernador bonaerense trascendieron vía Daniel Tognetti, por Radio Del Plata. De la convocatoria a Olivos de los precandidatos a gobernadores bonaerenses por el FPV se supo por un tuit con foto que subió uno de ellos, Aníbal Fernández, a la Web.
No pareció la Casa Rosada el lugar más adecuado para dar a conocer, en conferencia de prensa, los resultados de esa reunión partidaria con "la Presidenta y jefa del movimiento nacional peronista" (crudo reconocimiento de que el Estado y el justicialismo conforman una entidad indivisible). Tampoco para anunciar, anteayer, la fórmula Fernández-Sabbatella.
El 22 de julio de 1969 todos aplaudieron de pie la enfática promesa de fidelidad definitiva del entonces príncipe Juan Carlos de Borbón al jurar ante las Cortes españolas como sucesor consecuente con los principios del golpe de Estado de 1936 que sometió a España a su peor baño de sangre en su historia contemporánea. El "jefe del Movimiento" generalísimo Francisco Franco, allí presente, asentía complacido. Pero tras su muerte, el heredero político del dictador, ya convertido en rey, traicionó ese legado y fue el principal propulsor de la democracia en su país. Por ahora parece muy lejos de la naturaleza de Scioli hacer algo parecido; en cambio prefirió formular votos de castidad ultra K. Esta noche estará en 6,7,8, donde en los últimos días vienen tragando sapos de distinto porte y color.
Convendrá que recuerde que a los mandatarios peronistas que no generaron poder propio y dependieron de otros no les fue bien, comenzando por Héctor J. Cámpora, cuya lealtad declarada hacia Juan Perón apenas le sirvió para mantenerse 49 días en el poder; el presidente interino que lo sucedió, Raúl Lastiri, estuvo sólo tres meses. María Estela Martínez no llegó a los 21 meses de gobierno tras la muerte de su marido. Peor le fue a Adolfo Rodríguez Saá, elegido por el Congreso en plena hecatombe de 2001, sólo una ráfaga de siete días, y a Eduardo Duhalde, que dependía de la liga de gobernadores, y pudo sostenerse un año y cinco meses como presidente.
Le fue mejor a Néstor Kirchner que rompió el cordón umbilical precisamente con Duhalde, su padrino electoral, no bien jugueteó con su bastón de mando. Y ni qué decir a su viuda, Cristina Fernández, que estuvo a punto de renunciar tras el "voto no positivo" de Cobos, en 2008, pero que adquirió seguridad definitiva tras la extinción natural del "doble comando" a partir del 27 de octubre de 2010.
La "digestión" de rebeldías en el seno de un oficialismo afecto al discurso único y sin fisuras trajo algunos crujidos, aún en curso, que pagará el "ángel caído" que ya la usina de comunicación adicta ha comenzado a limar. Que Randazzo haya decidido, motu proprio, desmarcarse de la "jefa del movimiento" ataca los férreos principios verticalistas del poder actual cuyos pilares pergeñó precisamente Carlos Zannini, el secretario legal y técnico y ahora también tutor de la "pureza" ideológica de Scioli.
Según su biógrafo, Eduardo Zanini (sin parentesco y con una "n" menos), es el "inventor del kirchnerismo", tal como lo afirma en su libro El creador, que publicó la editorial Planeta el año pasado. Para el autor, Zannini es "el verdadero cerebro del kirchnerismo", Néstor Kirchner es "el ejecutor" y Cristina Fernández "la oradora de la revolución". Zannini apostó siempre a la política de escasez informativa, desinformación y silencio que domina la comunicación K.
En los papeles, Cristina Kirchner dejará de ser presidenta el 10 de diciembre, pero si gana la fórmula Scioli-Zannini tendrá dos vices..