Ayer, los ADRs de los bancos Francés, Macro y Galicia, en Nueva York, cayeron 5,3; 4,9 y 7,7%. Los de Edenor y Pampa Energía lo hicieron al 7,7 y 5,3%. Incluso la “biaba” llegó a YPF (-3,8%) y, por supuesto, el Merval recogió parcialmente el impacto, con una caída del 1,7%. Lo que se llama: una clara respuesta del mercado, por lo menos de los inversores más significativos, a los anuncios de los días lunes y martes.

Si de anuncios hablamos, está claro que el mensaje de la “Cadena” del lunes fue: mandamos los Proyectos de Ley para el ajuste semestral de las Asignaciones (familiares y por hijo), al igual que hicimos con el ajuste de los mínimos previsionales porque esta va a hacer la política que vamos a seguir en la futura administración, ya que continuaremos siendo gobierno.

El del martes fue mucho más contundente, en términos políticos: nos vamos a quedar con Scioli como Presidente y Zannini como Vice.

Está claro que podrían haber esperado al día sábado, en que cierran las listas, para comunicar a la oposición el camino que seguirá el kirchnerismo, que no es otro que el Proyecto, que viene construyendo desde hace mucho tiempo.

¿Por qué no esperaron al sábado?. Seguramente porque hoy jueves o mañana viernes habrá más detalles, principalmente los referidos a la ubicación en las listas, de la familia Kirchner (madre e hijo). Se mantiene la iniciativa, por sobre todas las cosas. Sería raro que “fueran en el montón”, a última hora.

Se “hace patancha” en que se van a quedar e indirectamente se envía un claro mensaje a los sponsors privados de las campañas de Macri y Massa, como previniéndolos: “miren lo que van a hacer, porque el caballo del comisario es el nuestro”.

Al momento de escribir esta nota, no se había producido el debate entre De la Sota y Massa, para a) capturar el remanente, si lo hubiera, de electorado peronista, no kirchnerista, o b) como para dividir más las aguas de la oposición, que ya venían bastante turbias.

Francisco de Narváez empezó a decirlo con todas las letras: trompeó a un periodista, se bajó de la candidatura a la gobernación de Buenos Aires para facilitar un arreglo en pos de una oposición única y, por último, confesó que el jefe de campaña de su, por entonces rival, Mauricio Macri, el sabio Durán, le había asegurado que Cristina era imbatible. ¡No rempujen que retrodezco solo!.

A renglón siguiente, el macrismo no obtuvo la victoria que esperaba en Santa Fe y entró (con Perotti sonriente) en el barro de una larga disputa que involucra denuncias de todo tipo, que tardarán en ser esclarecidas y probablemente, no hagan más que confirmar el triunfo socialista.

Queda claro que, independientemente del recuento de votos, en uno de los distritos electorales claves, donde el PRO esperaba una ventaja compensatoria de las debilidades bonaerenses, sus figuras más importantes no tuvieron la performance esperada: a) Bonfatti logró una amplia victoria para las legislativas locales y b) la candidata de Macri a la intendencia de Rosario (Anita Martínez), también fue derrotada.

No cabe duda que los barones del Conurbano, incluso los que todavía están con Massa –al menos en las formas- sabrán leer los mensajes, del mismo modo que los inversores en la Bolsa de Nueva York lo han entendido, al espantarse y correr a vender papeles argentinos.

El próximo domingo hay elecciones en Mendoza, donde la oposición va unida tras un candidato que está perdiendo posiciones relativas, al menos en las encuestas, con respecto al resultado que se había registrado en las PASO, donde era claramente ganador.

En pocos días, Macri puede recibir otras noticias no del todo agradables: a) la fórmula local cordobesa, al día de hoy, en las encuestas, alcanza un empate técnico con la del Frente para la Victoria en la disputa por el segundo lugar, ante un, por ahora, claro triunfo de Schiaretti y b) no debería descartarse que, en la primera vuelta porteña, Rodríguez Larreta no alcance el triunfo y, por ende, arriesgue en una segunda, la continuidad de su gestión.

¿Cómo sigue la película?

A 72 horas del cierre de listas, la cancha se va inclinando claramente a favor de los oficialismos, como ha venido ocurriendo en algunas elecciones locales, incluida la de Río Negro, donde el FPV no tenía la suerte de serlo y competía con un candidato no alineado a nivel nacional, que logró provincializar la elección y se tuvo que levantar –solo- el brazo, el pasado domingo por la noche.

El macrismo sigue paralizado, por más que el acompañante de Vidal sea Ritondo, un peronista, que fuera designado ¿en respuesta? a la nominación de Zannini y que continúen las negociaciones hasta última hora, para ver cómo el PRO se queda con el massismo, pero sin Massa. Por supuesto que, en la Provincia de Buenos Aires, se va a desplegar el resto de las piezas K, que podrían completar el panorama triunfalista. Este es el principal mensaje que el oficialismo nacional está enviando, en la semana anterior al cierre de las listas.

Por más que a Florencio no le guste, va a ser muy difícil evitar su nominación para la Gobernación de la Provincia, con probablemente, Cristina, encabezando la lista de diputados.

A los mensajes de la Presidenta hay que saberlos leer: ella prometió, en el discurso de inauguración del último período legislativo, que volvería a estar en la Asamblea (Legislativa, valga la redundancia) sentada en una Banca, en 2016. La jugada es clara: la Doctora manejaría diputados y Zannini seguiría haciendo y deshaciendo, como lo han hecho hasta ahora, en el Senado.

¿Tiene posibilidades de revivir el peronismo no K, en torno a Massa – De la Sota, sobre todo a la hora de buscar financiamiento empresario, una vez que ha quedado claro que tambalea la opción Macri?. Es difícil saberlo ya que, se haga lo que se haga, desde ahora hasta la hora cero del día domingo, siempre será muy claro que el “momentum” de complacer al “círculo rojo” ya pasó y que ahora sus miembros más conspicuos han recibido claras señales del oficialismo, algo así como un “no te metas, y si te metés, metete con nosotros”.

El argumento en torno a los pocos votos que le agregaría Zannini a Scioli, no tiene demasiada relevancia. Sí la tendría la rápida reacción de los dos principales opositores, cerrando un acuerdo NO de última hora, que le baje el techo, en las PASO, a la fórmula oficial, capturando todo el posible –aunque no se sabe si probable- voto de clase media, que había confiado en el “giro eventual” de Scioli, entre agosto y octubre. Va de suyo que este giro ha sido eliminado de la agenda: hoy tenemos certezas acerca de dónde está la verdadera continuidad. ¡Ojo!. No sólo certezas políticas, sino también económicas, que no es poco decir. Ni Bein, ni Blejer tendrían que mandar a planchar sus trajes.

Está claro que el oficialismo pone toda la carne en el asador para agosto. Por eso, la fecha de los recientes anuncios económicos y la prontitud para instalar su fórmula de gobierno. Esto puede evidenciar la duda sobre el efecto “probablemente negativo” del llamado voto bolsillo: la economía no está para grandes fiestas y faltan cuatro meses para la primera vuelta.

El oficialismo puede amenazar al electorado dudoso sobre la “pérdida de beneficios” y/o el “salto al vacío” de gozar los beneficios y votar a la oposición. Nadie ha dicho, desde la oposición, lo que significa CAMBIO, es decir lo que se hará a partir del 10 de diciembre, lo cual plantea una contradicción que en política es demoledora: la pelea entre lo cierto y lo dudoso. Está claro que ni Massa, ni Macri, han estado muy astutos para disipar lo dudoso y sí lo han estado para limarse mutuamente hasta donde han podido, sin hacer caso a los consejos del círculo rojo.

Dicho de otra manera, puede ser tarde incluso para un arreglo de última hora, ya que éste magnificaría la sensación de espanto. Siempre se iría detrás de las decisiones de Cristina y cualquier acuerdo podría ser visto como una imposición del establishment. Y eso, en la Argentina de hoy, no es precisamente un pasaporte a la felicidad.

En síntesis: es probable que el pionero anuncio de la fórmula oficial, aumente el piso y baje el techo de lo que ésta pueda conseguir en las PASO. Ahora bien, si Scioli pierde votos de clase media y el círculo rojo no triunfa hoy (no el Sábado), es muy probable que, en el reparto de votos, en agosto, entre Massa y Macri, el único beneficiario sea el FPV.

Por Jorge Ingaramo
Fuente: Años de Campo