La escena era en la sala de espera de un especialista en regular el peso corporal, cuando en los años 70 comenzó a crecer fuertemente la tendencia.

La escena mostraba la fantasía: "¡Qué lindo sería poder encontrar un método según el cual uno pueda comer todo lo que quiera y no engordar!" Pero resulta ser que el cuerpo de los humanos evolucionó de cuando éramos cazadores y recolectores. Cuando el alimento no estaba permanentemente disponible y había que pasar tiempo, recorrer grandes distancias y hacer esfuerzos físicos para conseguirlo.

Sería lo que los economistas llaman "ciclos". Abundancias, cuando había éxito en la cacería, seguidos por escasez y esfuerzo.

La solución adaptativa fue un metabolismo que ahorra en la abundancia y gasta lo menos que puede en la escasez. Tenemos un metabolismo ortodoxo, no keynesiano. Cuando el alimento abunda, se ahorra en grasa corporal. Y cuando hay ingreso insuficiente, se gasta lo menos que se puede.

La fantasía de ingestas copiosas y no engordar es el sueño de tener un metabolismo kirchnerista, que gasta siempre más de lo que ingresa. En economía el problema es que así se destruye el capital acumulado y se generan deudas.

En los humanos, la falta de alimento lleva a que el cuerpo canibalice sus propias proteínas, sus músculos, pero ese efecto se demora si hay grasas acumuladas que se consumen primero. Las grasas fueron en la evolución un "fondo anticíclico". Hoy para muchos el alimento está permanentemente disponible en cantidades suficientes. Pero nuestros cuerpos no han evolucionado y siguen comportándose como si viviéramos en las sabanas africanas. Hay que comer equilibradamente y saber que el cuerpo ahorrará en grasa todo aquello que supere el gasto.

Un estudio de la antropóloga Adrienne Zihlman, de la Universidad de California en Santa Cruz sostiene que fue esta característica, tan poco kirchnerista, la clave del éxito de los humanos modernos.

El trabajo fue recientemente reflejado en el diario español El País, que sostuvo: "Pero, ¿para qué sirve la grasa? La misión fundamental, y la que debió de aparecer antes entre los primeros homínidos, fue la de ayudar a la reproducción. En un escenario donde los Homo eran nómadas y recorrían grandes distancias al día para buscar alimento, las mujeres necesitaron poder acumular grasa para mantener a sus crías. Esta ventaja adaptativa debió extenderse también a los machos. Ellos no criaban, pero las reservas de lípidos les ayudaron a enfrentar los periodos de escasez".

El cristinismo en retirada es cruel. Con la economía estancada, el empleo en retirada, logra seguir aumentando la recaudación. Más esfuerzo para conseguir recursos. Pero el Instituto Argentino de Análisis Fiscal (Iaraf) detectó que "las cuentas públicas profundizaron el deterioro de la situación fiscal. Los datos de la ejecución con base caja del sector público nacional no financiero para marzo mostraron que su resultado primario (luego de descontar los intereses de la deuda) fue un saldo deficitario por $ 17.429 millones, en contraste con el superávit registrado el mismo mes de un año atrás ($ 3570 millones)".

El Estado exprime a los que le consiguen el alimento; come, come, come y no engorda, no acumula capital, no tiene ahorros, como si padeciera de una enfermedad terminal o ese estadío final de la tuberculosis llamado "caquexia", en el que el cuerpo se devora a sí mismo. Un horror. Son los animales o personas que quedan transformados en "piel y huesos", porque los tejidos blandos son canibalizados.

El sueño de comer como un desaforado y no engordar se transforma así en pesadilla. Es obvio que el cuerpo tiene sus momentos "keynesianos", en los que recurre a los ahorros frente a la escasez. El delirio kirchnerista es consumir la grasa cuando abunda la comida. ¿Por qué no iba Chile a gastarse su fondo anticíclico (alimentado por las exportaciones de cobre) tras el terremoto y el tsunami?

La verdadera pregunta es por qué la Argentina entró en déficit con récord de recaudación y la economía mundial a favor. ¿Por qué canibalizó su capital y se devoró a sí misma, sus caminos, sus puertos, sus recursos energéticos, en tiempos de abundancia? No habría humanos sobre la faz de la Tierra si nuestro metabolismo hubiera sido ése.