Por la creciente problemática de las malezas que hay en el campo, el año pasado el mercado de agroquímicos aumentó 9% y alcanzó los US$ 2739 millones.
En la última década empezaron a registrarse en el país diversos casos de
malezas resistentes a herbicidas, como el glifosato. Hoy, en al menos el 50% del
área agrícola existen malezas que presentan dificultades para su control.
Con el glifosato, el producto estrella de la agricultura, con la guardia baja, no para de crecer la venta de otros herbicidas. Y esto impacta sobre el mercado general.
Según datos de facturación que aportaron empresas del rubro a una consultora, a los que accedió LA NACION, en 2014 el mercado total fue de US$ 2739 millones. Pero si se computan firmas que no reportaron información el mercado habría trepado a US$ 3000 millones.
Lo interesante es que, de acuerdo con el relevamiento, el rubro de los herbicidas que no entran en la categoría de glifosato creció 19% en 2014. Llegó a US$ 898 millones, contra 757 millones de dólares en 2013.
Entre los herbicidas "no glifosato" se expandieron productos como cletodim y haloxifop, entre otros, que crecieron 66 y 67%, respectivamente. El herbicida 2,4 D subió 25% y el paraquat lo hizo un 41%.
En cambio, el glifosato, pese a que sigue siendo el herbicida más vendido, no creció. De acuerdo con el informe, la facturación de 1047 millones de dólares fue similar al año anterior.
Monsanto, la compañía referente en glifosato, en 2014 creció 11% en ventas, y lo hizo paradójicamente con productos que entran en la clasificación "no glifosato".
Después de diez años, en 2014 esa multinacional volvió a ser número uno en el mercado en el país, con una facturación de US$ 410 millones. Destronó a Syngenta, que quedó segunda en el podio. El tercer lugar fue para Dow Agrosciences.
El año pasado, en el marco de una campaña con fuertes lluvias que favorecieron la aparición de enfermedades, se produjo también un repunte de las ventas de fungicidas. Ese mercado subió 26%, a US$ 247 millones.
Por otra parte, en el agro están apareciendo nuevas moléculas de insecticidas que hicieron que el mercado trepara un 17% y facturara US$ 400 millones.
La contracara fueron los curasemillas, productos que sirven para realizar tratamientos de la semilla a sembrar. Como las ventas de semillas de maíz y trigo cayeron, y también lo hicieron las de soja fiscalizada, los curasemillas retrocedieron 15%. La facturación de este segmento bajó de 102 a 87 millones de dólares.
Si bien los datos de 2014 mostraron una mejora respecto de 2013, los datos del primer trimestre de 2015 no serían buenos. Como informó recientemente LA NACION, cámaras de agronomía del interior alertaron sobre una merma de 30%. Y lo atribuyeron a que los productores frenaron compras por la pérdida de rentabilidad y la baja de los precios de los granos.
A nivel mundial, los agroquímicos mueven US$ 63.000 millones, por encima de los 40.000 millones del mercado de semillas. Es un negocio dominado por las grandes multinacionales, que incluyen, además de Monsanto y Syngenta, a Bayer, Basf, Dow y Dupont, por ejemplo.
En el lote de los jugadores locales sobresalieron la Asociación de Cooperativas Argentinas (ACA), Agrofina, Agrosoluciones y Rizobacter. En ese grupo, por ejemplo, Agrofina, la firma de insumos de Los Grobo, el año pasado creció 56% en facturación y alcanzó los US$ 107 millones.