A primera vista era la mejor opción antes de dejar los lotes sin trabajar. Durante las últimas campañas existió casi una sóla fórmula: sacar el pie en la aplicación de la tecnología.

Pero de cara a una nueva campaña agrícola, esta estrategia puramente defensiva parece haberse agotado. El problema central es que recortando gastos se convalidan a lo sumo rendimientos promedio. Y si las dos variables más importantes que hacen al margen, los precios y los rendimientos, no tienen modificaciones sustanciales, lo que se está en definitiva garantizando es el quebranto. Se presenta entonces un callejón sin salida para la próxima cosecha. ¿Qué hacer? ¿Mantenerse de brazos cruzados hasta que cambien los precios de los cultivos? ¿Ir a buscar mayores rindes?

Con respecto al precio, hoy la mayor expectativa de mejoras se encuentra ligado al cronograma de elecciones y al cambio en las reglas de juego, con la posible eliminación del sistema de Roes y la baja de las retenciones. El problema es que se encuentra demasiado próximo a la decisión de siembra.

Por otro lado, ir a buscar mayores rindes significa para muchas empresas agrícolas una acción casi suicida o, en el mejor de los casos , arriesgada. Esta intención de maximizar los rendimientos parece reservada solamente para tiempos de bonanza, no para situaciones de debilidad, con pocos recursos o recursos más difíciles de disponer. Ir por más en estas situaciones recuerda la decisión que en la Primera Guerra Mundial, tomó el mariscal Ferdinand Foch cuando a pesar de la situación comprometida decidió avanzar en lugar de retirarse. "Mi centro cede, la derecha se retira, situación excelente, yo ataco", fue el telegrama que mando a sus superiores en la batalla de Marne.

En el Simposio de Fertilidad que se realizó esta semana en Rosario hay muchos más tecnicos y especialistas que como el mariscal francés creen que a pesar de las apreturas económicas es un excelente momento para replantearse a fondo el modelo productivo. Desde distintos puntos de vista alertaron sobre los riesgos económicos al sembrar cultivos que utilizan en forma ineficiente recursos tan importantes como el agua y los nutrientes. La propuesta fue entender y manejar los sistemas productivos que mejor se adapten a cada región para acortar las brechas entre los rendimientos obtenidos y los potenciales. Estos últimos son los que se logran en condiciones ideales, sin limitaciones de agua y nutrientes y sin incidencia de malezas, insectos y patógenos. En definitiva, cultivos Fórmula Uno que muestran los techos productivos cuando se corre con el máximo de eficiencia. Vale agregar que estos rendimientos potenciales han crecido en las últimas décadas a tasas constantes en las principales regiones del mundo. En una de las presentaciones del Simposio de Fertilidad, Fernando Aramburu Merlos, del Conicet, mostró que los rendimientos alcanzables para Argentina, en secano, fueron, respectivamente de 39, 52 y 116 quintales por hectárea para soja, trigo y maíz, siendo las brechas de rendimiento de 12, 22 y 48 quintales por hectárea para cada uno de esos cultivos, respectivamente. La brecha de rendimiento en soja fue el 31%, considerablemente menor a la brecha de rindes en trigo y maíz que fue del 41%.

Desde Río Cuarto

Gabriel Espósito, de la Universidad Nacional de Río Cuarto, cree que la estrategia defensiva que en la mayoría de los casos se está aplicando es equivocada. "No es gastar más en los cultivos, sino gastar mejor. Muchos productores al reducir los costos creen que están minimizando los riesgos y lo que en realidad están haciendo es asegurando el quebranto. Para ganar plata con la agricultura hay que saber más de agronomía que de economía. Debemos desarrollar más modelos agronómicos de producción que sean innovadores y que mejoren la eficiencia de los insumos. Si el costo de la fertilización en un maíz participa entre el 30% al 40% del costo total va a ser muy decisivo el impacto si logramos aumentar los niveles de eficiencia de esta técnica", afirma Espósito.

Su equipo de investigación de la universidad de Río Cuarto viene realizando ensayos que demuestran las ventajas económicas que se logran con un manejo nutricional balanceado y equilibrado del maíz. Esta forma de fertilizar se puso a prueba en diferentes ensayos en las que se midieron las eficiencias en el uso del nitrógeno y el fósforo. Así, a las distintas dosis y planteos que incluyeron azufre y zinc se los comparó contra el costo de cada técnica. Por ejemplo, la fertilización balanceada con nitrogeno, fósforo, azufre y zinc terminó siendo 32% más rentable que la fertilización sólo con nitrogeno y fósforo.Los modelos productivos que buscan innovar que se están investigando en Río Cuarto incluyen también el manejo integrado de la fertilización optimizada por ambientes con dosis variables.

Además, el equipo liderado por Gabriel Espósito estableció que el rendimiento potencial del maíz para el sur de Córdoba con híbridos comerciales es de 187,5 quintales por hectárea, con extremos entre 163 quintales y 223,7 quintales por hectárea. Estos resultados los obtuvieron a lo largo de nueve campañas en el campo experimental de la universidad bajo riego artificial. Si se considera los 65,4 quintales por hectárea que obtuvieron los productores de la región durante las mismas campañas, se establece una brecha de 122,1 quintales por hectárea. Los productores están logrando sólo un 35% de la producción potencial. Las investigaciones demuestran que la principal causa de las brechas de rendimientos es la disponibilidad hídrica y nutricional.

En la región de Río Cuarto lo que suele faltar es el agua que es su principal limitante productiva. En este sentido, el equipo de la universidad midió las tasas de conversión de los milimetros de agua en kilos de maíz. Las brechas que hay entre las eficiencias de conversión a lo largo de nueve campañas entre los cultivos de la región y los que obtuvieron los rendimientos potenciales no dejan de llamar la atención. Cada milímetro de agua produjo 21,65 kilos de grano en los ensayos mientras que sólo fueron 9,68 los kilos producidos en los cultivos de la región. Los separa una brecha abismal de 11,96 kilos por milimetro.

Entender que el factor más importante para aprovechar el agua es una correcta rotación de los cultivos, lo mismo que las distintas sinergias que tienen los sistemas productivos, parecen ser las claves de una agricultura que se debe repensar.