Aprender a manejar los recursos disponibles puede modificar por completo las actividades productivas, y la ganadería actual es un claro de ejemplo de esto. Integrándola con la agricultura y encontrando las mejores especies forrajeras para cada región, los productores se animan a adoptar los esquemas que más convengan según el contexto del mercado.
Es el caso de la familia Miretti, que transformó un campo de cría en uno de recría y terminación, y ahora vende animales terminados a la exportación y al mercado interno.
Los Miretti son oriundos de Córdoba, pero desembarcaron en Santiago del Estero en el año 2.000, con la compra del establecimiento Los Puestos, de 6.900 hectáreas, ubicado en la localidad de Quimilí, en el este de la provincia. La intención inicial fue desarrollar un planteo de cría, pero con el tiempo el potencial productivo del campo creció, y ahora los hermanos Pablo y Martín se animan a la recría y la terminación.
¿La clave? El 80 por ciento del campo cuenta con pasturas a base de gatton panic, una especie megatérmica de gran adaptación al ambiente que, bien manejada, permite sumar kilos durante todo el año.
Su esquema muestra el enorme potencial de esta zona y otras de características similares, tanto que fue elegido recientemente por el Instituto de Promoción de la Carne Vacuna Argentina (IPCVA) para realizar una jornada abierta a todos los productores que quisieran ver los secretos de este establecimiento.“Con las instalaciones que fuimos mejorando y la gran oferta forrajera del gatton panic, aumentó mucho la productividad.
Entonces empezamos a ver que el sistema de cría era muy rígido para el manejo porque teníamos una vaca por hectárea, y por cada vaca producíamos el 70 por ciento de un ternero, es decir 80 kilos de carne por hectárea; ese era nuestro techo productivo”, recuerda Martín Miretti, en diálogo con Clarín Rural, mientras observa un lote de terneros Braford. Y agrega: “Cuando empezamos a ver los sistemas de recría, que nos permitían intensificar la carga, pasamos de esos 80 kilos a 160 kilos por hectárea, como tenemos hoy”.
Con el crecimiento del rodeo de recría, la mayoría de las vacas fueron enviadas a otros campos. En sincronía con este movimiento, en 2013 la empresa de los Miretti compró la cabaña Pilagá, de Corrientes, una referencia indiscutible para la raza Braford, que hasta entonces estaba en manos del grupo brasilero Marfrig. Es allí, entonces, donde hoy se concentra el rodeo de vientres que abastece de terneros de buena calidad a los lotes santiagueños.
Además de los Braford, se pueden ver algunos lotes de Brangus, la otra raza fuerte del norte. Parado junto a un lote de terneros zainos, el asesor José Manubens explica: “La productividad del gatton panic y su ciclo productivo (primavero-estival) hacen que se complemente bien la pastura con un sistema de recría”. En este contexto, el 20 por ciento de la superficie del campo sin pasturas megatérmicas está destinado a la agricultura, pero con el foco siempre puesto en la ganadería.
La rotación soja/maíz/sorgo le aporta al suelo un 50% de gramíneas y se utiliza como base para la suplementación estratégica de la invernada durante el invierno y para la terminación a corral. “La suplementación invernal de la recría permitió el uso de suplementos proteicos, de cereales de producción propia del campo y de silajes de pasturas”, dice Manubens.
Con el actual esquema de producción, la carga por hectárea en Los Puestos es de 0,8 equivalente vaca. El sistema se inicia con la entrada de los terneros al destete convencional o destete precoz (el 40 por ciento de los terneros son propios y el resto se compra), a los que se lleva hasta los 140-170 kilos. En invierno, tras la primera helada, se comienzan a suplementar a los terneros para asegurar una ganancia diaria de 600 gramos por animal durante 100 a 120 días, período en el que las pasturas están secas.
Esa ganancia de peso es estratégica en todo el ciclo, porque permite mantener un buen desarrollo de los animales. “Esta medida permite, además de mantener ganancias de peso invernales, acortar la duración de la invernada sin resentir el peso final del novillo”, explica Manubens, y agrega que se usan grano de maíz o de sorgo, silo de sorgo forrajero, semilla o pellet de algodón y núcleo vitamínico con urea.
“El volumen de suplementación varía entre el 30 y el 40 por ciento del consumo total del animal, dependiendo de la oferta forrajera y la ganancia de las tropas. El objetivo de esta etapa es que los novillos tengan al inicio del verano un promedio de entre 210 y 240 kilos”, detalla el asesor. Durante el verano, los novillos pastorean gatton panic de la mejor calidad posible, y llegan al otoño con pesos de entre 300 y 340 kilos. Al llegar a este peso ingresan al feedlot para ser terminados en 90 días. Una parte de los animales va a la exportación y otra al consumo interno.
Sumando la terminación a corral, la producción de carne por hectárea alcanza los 240 kilos.“El sistema está basado en dos principios: aprovechar la alta carga en el verano sobre forrajes y suplementar estratégicamente en invierno a base de energía y fibra”, dice Miretti. Y lo hace parecer simple.