PANAMÁ.- Decir su apellido es como una contraseña secreta para tramitar de apuro el ingreso al foro empresarial, que en esta ciudad acaparó los debates en la previa del comienzo de la Cumbre de las Américas. Es Gustavo Grobocopatel, el llamado "rey de la soja", uno de los pocos empresarios argentinos que participaron del encuentro organizado por el Banco Interamericano de Desarrollo (BID) y el gobierno local, al que Cristina Kirchner no asistió.
Con un tono de voz siempre bajo, cuenta que hace yoga como ejercicio para mantenerse en calma, rechaza el conflicto como modo de ejercer la política y se muestra crítico del Gobierno por su estilo de gestión. Fue durante una entrevista con LA NACION en el VIP del hotel Riú, donde se hizo la reunión empresaria.
-Usted era un empresario de buena relación con el Gobierno ¿Está ahora más cerca o más lejos del kirchnerismo?
-Nunca he tenido un posicionamiento político. Desde 2003 he dicho que hay que replantear el sistema impositivo. Mis principales críticas son las retenciones e impedir los flujos de intercambio de bienes, servicios y capital. Por mi propia naturaleza, yo no soy confrontativo. Tengo un problema con el conflicto, no me gusta. Tengo buena relación con toda la oposición, con muchos ministros y con el Gobierno. Me habría gustado que esta buena relación hubiese servido para ayudar a mejorar las cosas, pero no lo logré.
-Éste es un gobierno que se siente cómodo con el conflicto
-Creo que es un error. El debate agresivo, que disocia, no es algo que permita aprender uno del otro. Hay que cambiar de opinión, pero uno no puede cambiar de opinión si tiene una posición rígida. Es preferible aprender a tener razón. El debate que hay hoy en la Argentina, por el lado del Gobierno y de la oposición, es el de querer tener razón. Muchos errores cometidos por el Gobierno se podrían haber mitigado con un diálogo un poco más confiable.
-¿Qué tipo de errores?
-Hablo del campo, que conozco. La Argentina hoy produce entre 100 millones y 110 millones de toneladas de granos y debería estar produciendo 140 millones. Eso es alrededor de 15.000 millones de dólares más por año de exportación, la mitad de las reservas del Banco Central por año que nos perdemos.
-¿Por qué el Gobierno no lo hace, si le convendría?
-Primero, pensaba que era porque no sabían. Es un estilo de gestión en el que la política manda sobre todas las cosas. No lo puedo entender desde lo racional. En el caso de trigo, éramos el proveedor casi exclusivo de Brasil y Bolivia, y hoy prácticamente no existimos. Nacimos para hacer trigo y se lo ha liquidado.
-La postura oficial es que abrir las exportaciones encarece el precio, por ejemplo, del pan.
-La realidad no fue así. Aun haciendo eso tenemos el pan más caro del mundo.
-¿Cómo es el clima de negocios hacia la Argentina?
-El sector empresarial está replegado, aislado. Tiene que ver con lo que está pasando en la economía, que es menos integrada al mundo, hay menos exportaciones, dificultades para importar. Lamentablemente no tenemos presencia en estos foros.
-¿Tiene algún favorito entre los candidatos presidenciales?
-Estoy contento porque dentro del proceso democrático los cambios de gobierno son momentos de expectativa y esperanza. No importa quién venga. La misma expectativa fue cuando se reeligió a Cristina.
-Volvió a aparecer en las listas de cuentas del HSBC.
-Ya lo dije, pero lo vuelvo a decir. Nunca tuve ningún tipo de reclamo sobre ese tema, no he tenido ni tengo cuentas no declaradas. Tengo cuentas, pero en otros lugares del exterior. Me molesta mucho haber aparecido sospechado, porque no es verdad. De los doce meses que trabajo, once son para pagar impuestos, me molesta soberanamente.
-¿Cuál es el problema más grande de la economía?
-Que queremos tener razón. Necesitamos adaptarnos a los cambios. La sustentabilidad es cambiar, no es mantenerse. Tenemos miedo. Es absurdo. Los problemas económicos son otra historia.