En la provincia de Tucumán, los productores de granos se encuentran sembrando poroto en procura de tener otra canasta que le permita mejorar sus ingresos, ya que muchos que hoy siembran esta legumbre, en general, lo hacen reemplazando a un cereal importante para la sustentabilidad del sistema productivo de granos como el maíz o porque no llegaron a sembrar soja debido a que la fecha de siembra óptima se pasó por la falta de agua en los perfiles, según informó La Gaceta de Tucumán.
Al recorrer la zona granaria tucumana se ven cultivos de granos naciendo, creciendo o floreciendo y enfrentando algunas adversidades como plagas y enfermedades que se dan para esta etapa del año. Se ven productores realizando labores preventivas de monitoreo de plagas y enfermedades, y otros están preparando las pulverizadoras o se encuentran aplicando diferentes productos químicos en forma aérea o terrestre para controlar a los enemigos bióticos que afectan los cultivos.
La pulverización con fitosanitarios para la protección de cultivos representa una de las labores más frecuentes en los lotes agrícolas durante un ciclo productivo. En los últimos tiempos, la aparición de nuevas plagas y de malezas resistentes o tolerantes a herbicidas han incrementado significativamente el número de aplicaciones por lote. En la mayoría de los planteos técnicos de cultivos extensivos se realizan de tres a seis (o más) pasadas sobre los campos para aplicar insumos. Debido a esto, la calidad con que se realiza esta práctica puede tener impacto en el resultado final, además de un efecto sobre el ambiente y las personas relacionadas a esta tarea.
Se suelen dedicar muchos recursos a la definición de qué productos y dosis aplicar en cada situación particular. Sin embargo, en algunas ocasiones, se dejan de lado los criterios para definir cómo configurar cada pulverización, llegando en algunos extremos a utilizar una sola regulación para todas las situaciones.
La calidad de una aplicación depende de factores que son variables. Tener en cuenta estos aspectos permite ubicar los productos en el blanco deseado disminuyendo el perjuicio ambiental, de poblaciones aledañas, de operarios y de cultivos sensibles cercanos al lote aplicado. Por lo tanto, cada aplicación tiene condiciones particulares que deberá ser tenida en cuenta para maximizar la eficiencia y efectividad del trabajo realizado.
Las condiciones agronómicas hacen referencia al nivel de superposición o cobertura que ofrece el cultivo para alcanzar el blanco de la aplicación. Dicha superposición está asociada a la estructura del cultivo y al nivel de desarrollo del mismo. Asimismo, el nivel de superposición puede estar relacionado con la cobertura del rastrojo o de las malezas que se interponen entre los picos de la pulverizadora y el blanco de aplicación.
Niveles de superposición altos (por ejemplo, aplicaciones de fungicidas en cultivo de soja muy desarrollada) determinan que se deban lograr gotas pequeñas para llegar al estrato inferior de las plantas. Esas aplicaciones, en general, están asociadas a aplicaciones con pastillas “Cono hueco” o “Doble abanico plano” para lograr alta penetración en la canopia del cultivo.
Por otro lado, pulverizaciones con bajos o nulos niveles de cobertura (en caso, aplicaciones de barbecho) permiten aplicar gotas más gruesas buscando cubrir la mayor superficie del suelo. La mayoría de éstas están asociadas al tipo de pastillas “Abanico plano”.
Las condiciones meteorológicas de la aplicación es otro aspecto fundamental a tener cuenta en una aplicación eficiente y segura. La humedad relativa, la temperatura ambiente y la velocidad del viento representan las condiciones meteorológicas más importantes para configurar pulverizaciones. La combinación de humedad relativa por debajo de un determinado umbral y altas temperaturas, favorecen la evaporación del caldo de aplicación y la consecuente pérdida de efectividad del trabajo. A medida que estos factores se mueven a rangos más favorables con mayor humedad y menores temperaturas, las condiciones para la aplicación mejoran.
En situaciones en las que la velocidad del viento se encuentre fuera de un rango óptimo puede generarse deriva de producto hacia zonas linderas con el potencial riesgo de toxicidad para otros cultivos, y de disminución del control al no alcanzar el blanco de aplicación. En el caso de velocidades de viento nulas o muy bajas, se podría estar favoreciendo la deriva al quedar suspendido el caldo asperjado, por el fenómeno de inversión térmica.
Los productores deben entender que aplicar un producto químico no es solo llenar una pulverizadora con un producto en dosis recomendadas, sino considerar parámetros técnicos para llegar al objetivo, que es controlar una plaga o enfermedad de manera eficiente y no generar un impacto ambiental perjudicial para su predio o los adyacentes.