De acuerdo con las estimaciones del Departamento de Hidráulica y del Instituto de Investigaciones Hidráulicas de la Universidad Nacional de San Juan, se espera un período hidrológico escaso en las principales cuencas de la provincia debido a la falta de nieve de la Cordillera y los bajos volúmenes escurridos y almacenados. En este contexto de déficit hídrico, los especialistas del INTA San Juan sugieren aumentar la eficiencia de riego para lo que brindan algunas recomendaciones técnicas.
“Los recursos hídricos actuales destinados a riego agrícola resultan insuficientes para satisfacer las demandas de los cultivos, en particular en los períodos de mayor requerimiento”, aseguró Mario Liotta –técnico hidráulico del INTA San Juan–.
Para enfrentar esta escasez, el especialista destacó la importancia de “evitar los riegos por inundación” y, en todos los cultivos, reemplazarlos por el método de surcos.
En este sentido, ponderó las ventajas del manejo: “No moja la totalidad de la superficie a nivel superficial sino una porción del suelo, mientras que, en profundidad, la humedad se distribuye en todo el perfil del suelo. Además, permite manejar mejor los caudales reducidos y aplicar riegos rápidos (volantes) que economizan agua”.
A tal fin, sugirió que el caudal de riego se distribuya en la menor cantidad de unidades posible, de manera de lograr el mejor tiempo de avance. El caudal a aplicar debe ser el máximo no erosivo, es decir, que no arrastre y erosione el suelo, en especial si es arenoso.
Para el técnico de San Juan, el manejo de riego con caudales importantes permite acortar el tiempo de avance desde la cabecera al pie del cultivo y, de esta manera, disminuir las pérdidas por infiltración en la cabecera, aumentando la eficiencia de aplicación en parcela.
“El riego sin pendiente es, aún, más eficiente”, aseguró el técnico quien, además, explicó que se debe a que el agua queda incorporada al cuadro, sin que se produzcan escurrimientos por desagües al pie.
Para el caso de terrenos con pendiente, Liotta sugirió regar con dos caudales: aplicar el mayor posible durante el tiempo de avance y disminuirlo a un tercio del mismo una vez que el agua alcanzo el pie de la parcela, hasta cumplir el tiempo de riego. De este modo, se ahorra un significativo volumen de agua.
A su vez, destacó la importancia de ajustar la longitud del riego de acuerdo al tipo de suelo: “De acuerdo a la experiencia local, para mantener valores aceptables de eficiencia en suelos de textura gruesa no son convenientes longitudes mayores a 80 metros, mientras que en suelos de textura fina –que son de baja a muy baja infiltración– puede ser de hasta 200 metros o más”, detalló.
“Con estas mejoras –indicó– se podrá regar una mayor superficie con la misma cantidad de agua, al incrementar la eficiencia de aplicación. En la práctica se ha conseguido regar hasta el doble de la superficie, en algunos casos, y es común un incremento del 30 por ciento o más”.