El último reporte del USDA, al estimar un volumen superior de soja, vino a deprimir aún más los valores.
La baja se acentuó con lo informado por la Asociación de Procesadores de EE.UU. que pasó a estimar un menor tonelaje de la oleaginosa industrializada para aceite y harina.
A su vez, según el organismo estatal norteamericano, la producción en este país llegará a 108 millones de toneladas lo que permitiría un stock final de 11,2 millones de toneladas, un volumen superior al que aguardaban los operadores.
Al analizar año a año el movimiento de EE.UU. claramente se observa una fuerte presión de la oferta para estas fechas, que suele ser en buena parte balanceada por una demanda sostenida en esta época del año comercial.
La realidad es que durante los meses de octubre, noviembre, diciembre y enero, la demanda internacional tiende a concentrarse el suministro de este país.
Pero en la actualidad la presión de la oferta se ha incrementado visiblemente por la magnitud de la cosecha.
En este encuadre de demanda existe hoy un problema especial: el ritmo de procesamiento del poroto.
De acuerdo a los informes pertinentes, el grado de industrialización es menor al esperado. La industria no tiene la salida de otras épocas.
Así están las cosas por el norte.
Ahora la demanda mundial comienza a virar hacia el sur.
Si tratamos de vislumbrar lo que viene, el futuro inmediato no parece ser alentador ya que la producción de América del Sur camina sobre rieles.
En la Argentina, por ejemplo, la soja de primera en la zona núcleo se desarrolla en fase crítica con un excelente nivel de humedad.
Mientras tanto, el país conmovido por la muerte del fiscal Nisman, se apresta a ingresar en una etapa turbulenta donde la República es la perdedora.