En el INTA Alto Valle hay equipos que miden desde la firmeza de la pulpa hasta el grado de acidez de la fruta. El jueves pasado, tras esos análisis, se presentó el informe de madurez de las Williams y otros tipos de peras.

El veredicto fue que la cosecha podía empezar esa misma semana. Nadie celebró, sin embargo, la llegada del momento cúlmine de la actividad productiva. Al contrario, se desató el temor.

Horas después, en la Secretaria de Fruticultura se lanzó el pronóstico productivo para 2015: aguardan 863.676 toneladas de manzanas y 789.469 de peras. La cosecha crecería casi 5% frente a la temporada anterior. Más fruta. Más miedo.

Es que no se conoce el precio que tendrá el producto ni cuánto podrá venderse al mercado exterior. La única certeza es que cosechar será perder dinero. Casi seguro.

En la Cámara de Fruticultores Integrados (Cafi) se agrupan los productores grandes y quienes dominan la ingeniería comercial del negocio, los galpones de empaque y las exportadoras.

Ni ellos pueden responder todavía cuánto valdrán las peras y las manzanas. Sus cálculos son que, por una serie de movimientos devaluatorios en distintos países, la Argentina cobraría 17 centavos de dólar menos por cada kilo de fruta que exporte, en relación a 2014. Si se suman esos kilos, dejará de ingresar al Valle la friolera de US$ 100 millones.

Se preanuncia una tormenta perfecta. Rusia, uno de los grandes clientes, devaluó el rublo y lo mismo pasó en la Unión Europea. Los competidores, Chile, Nueva Zelandia y Sudáfrica, también retocaron su tipo de cambio para no perder competitividad. Aquí, Dios dirá.

La inflación carcomió los efectos de la devaluación de enero de 2014 y ahora el Gobierno se resiste a aplicar la misma receta.


"Nuestra vocación siempre es poner en marcha el Valle. Lo hicimos en la crisis de 2001, cuando no había un mango", dijeron en Cafi, intentando llevar calma a los productores temerosos de ser nuevamente la variable de ajuste.

Los empresarios no descartan, de todos modos, que se pueda no cosechar la fruta "de calibres y calidades inferiores". Es decir, una porción importante de la producción podría quedar colgando de los árboles.

La industria juguera -que absorbe esa fruta de peor calidad-, también mostró vocación de trabajar. Según versiones, pagaría 15 centavos de dólar el kilo de pera y 25 centavos el de manzana.

El gran problema es que el costo de producir la fruta, cualquiera sea su calidad, llega a 32 centavos. Las cuentas no cierran.


"Estamos contramano del mundo y frente a un problema que puede ser terminal para esta región", advierte Jorge Figueroa, titular de la Federación de Productores, donde temen una nueva ola de chacareros caídos por falta de rentabilidad. Pero Eduardo Autero, veterano productor de Cipolletti, bromea. Dice que él no sufrirá los bajos precios porque ya perdió casi toda su fruta a manos de una granizada feroz ocurrida en octubre. "Al granizo lo entiendo más que a la economía", afirma.