El horrendo episodio provocó una onda de shock e indignación en toda Francia, y entre 300.000 y 500.000 personas salieron a las calles para defender la libertad de expresión. También en otras ciudades del mundo, miles de personas marcharon en solidaridad y distintos gobiernos condenaron la masacre.
Las autoridades temen que el ataque desate una peligrosa reacción contra el islam, en un país con más de tres millones de musulmanes. El gobierno decretó el estado de alerta del sistema de vigilancia antiterrorista Vigipirate. Alarmados, otros países europeos reforzaron su seguridad.
Anoche, tras un descomunal despliegue de fuerzas de seguridad, las autoridades consiguieron identificar a los integrantes del salvaje atentado. Uno de los miembros del comando es, al parecer, Said Kouachi, de 34 años, originario de Reims, según el vicealcalde de París, Patrick Klugman. Uno de sus dos cómplices sería su hermano Cherif Kouachi, que nació en 1982 en París y reside en Pantin, en el nordeste de la capital. Éste es un personaje conocido por los servicios de inteligencia porque ya fue condenado por ser parte de una célula jihadista. Por ese delito fue sentenciado a 18 meses de prisión en suspenso.
El otro supuesto atacante sería Hamyd Mourad, nacido en 1996. Anoche, el joven se entregó a las autoridades y dijo que él no había participado de la matanza.
En el ataque, ocurrido en la mañana, fueron fusilados Charb, Wolinski, Cabu, Tignous y Honoré, considerados los dibujantes políticos más cáusticos de Francia. Entre las víctimas también figura Bernard Maris, un importante economista más conocido como humorista con su seudónimo Oncle Bernard. También murieron dos policías. La revista estaba fuertemente amenazada por extremistas musulmanes desde 2006, cuando publicó dibujos satíricos de Mahoma; la reproducción de la cara del profeta está prohibida, según el islam.
Charlie Hebdo también publicó caricaturas de Mahoma y de Abu Bakr al-Baghdadi, líder del grupo jihadista Estado Islámico; de hecho, el último tuit de la revista ayer era una burla al dirigente de EI.
También puede constituir una réplica a la intervención militar de Francia en África, así como a la lucha contra el jihadismo del grupo Estado Islámico en Siria e Irak.
Su última edición, que salió a la venta el miércoles por la mañana, incluía una caricatura premonitoria de Charb que decía: "Todavía no hubo atentados en Francia", y mostraba a un jihadista advirtiendo que -según la tradición- hay tiempo hasta el 31 de enero para presentar sus deseos para el año nuevo.
Más de 3000 policías reforzaron las medidas de seguridad en todas las estaciones de transporte e instalaciones estratégicas, unas 40 personalidades fueron colocadas bajo custodia reforzada, se multiplicaron los controles en los principales monumentos y arterias de París, y se reforzó la vigilancia en las grandes tiendas, precisamente, en momentos en que comenzaban los saldos de invierno.
Esas medidas fueron replicadas en varias ciudades europeas, como Madrid y Berlín, mientras que anoche la seguridad fue reforzada también en Nueva York.
En las últimas horas de la tarde, los organismos de seguridad practicaron varias intervenciones en viviendas del suburbio norte de París y de otros barrios periféricos, así como en ciudades del interior del país, como Reims, ubicada 150 km al este de la capital.
No se conoció ninguna reivindicación digna de fe, aunque uno de los testigos de la masacre dijo que uno de los atacantes advirtió que pertenecían a Al-Qaeda en Yemen, una de las ramas más fuertes de la red terrorista. Otras versiones que circulan por Internet afirman que el atentado fue asumido por el grupo jihadista Estado Islámico (EI).
En un supuesto mensaje, EI asegura que los miembros del comando pertenecían a esa organización y que ya salieron del país y fueron conducidos a un lugar seguro en el exterior.
Ante la enorme conmoción provocada por ese ataque, la opinión pública se movilizó en forma masiva por la noche a través de numerosas concentraciones en las grandes plazas de París y de las principales ciudades del interior.
Se calcula que, en total, entre 300.000 y 500.000 personas participaron en esas expresiones de condena del terrorismo y de solidaridad con el semanario que empieza a convertirse en símbolo de la libertad de expresión y de resistencia al jihadismo. Los participantes en las manifestaciones llevaban en la solapa de sus abrigos una oblea con la inscripción "Yo soy Charlie" y levantaban una lapicera en el puño derecho.
Los dibujantes, ejecutados
Los servicios de inteligencia occidentales consideraban hasta ayer con creciente temor un inminente ataque protagonizado por algún "lobo solitario", esos jóvenes jihadistas que partieron a hacer la guerra santa en Siria e Irak. "La cuestión no es si sucederá, sino cuándo", dijo hace un tiempo el ministro del Interior francés, Bernard Cazeneuve.
Esta vez, sin embargo, los atacantes de Charlie Hebdo parecen haber sido un comando que actuó en forma perfectamente organizada, con una sangre fría difícil de imaginar y con entrenamiento militar e información. Sabían, por ejemplo, que todos los miércoles se realiza la gran reunión semanal de redacción en el segundo piso de un edificio ubicado en el número 10 de la rue Nicolas Appert, en el XI distrito de París, a mitad de camino entre la Bastilla y la Plaza de la República.
Todos los testigos del episodio, así como las imágenes que circulan por Internet dejan al descubierto la calma absoluta de los agresores, que hablaban en francés sin ningún acento extranjero. Anoche, un médico contó a CNN que, aparentemente, los atacantes ejecutaron a los dibujantes tras separarlos del resto del personal.
Al salir del edificio, después de la matanza, el comando se encontró fcon dos policías en bicicleta, con los cuales intercambiaron unos 50 disparos. Hostigados sin demasiado éxito por varios patrulleros, en un momento, el vehículo de los asesinos quedó frente a frente con un automóvil policial. Los dos miembros del comando bajaron con sus armas apuntando en dirección al patrullero, obligándolo a retroceder para que dejaran el camino libre.
"Hemos matado a Charlie Hebdo y vengado al profeta", vociferaban. También gritaban "Allahu Akbar" (Dios es grande). En total, el episodio duró entre 10 y 12 minutos.
Después de permanecer una hora en el lugar de la tragedia, el presidente François Hollande se reunió con los líderes de todas las confesiones religiosas y, posteriormente, dirigió un mensaje al país para indicar que había decidido decretar tres días de duelo nacional. El objetivo esencial de su discurso fue pedir serenidad al pueblo francés e incitarlo a mantener la unidad nacional sin fallas para dar una respuesta firme y enérgica al terrorismo. "La libertad vence siempre a la barbarie", proclamó.
Las dos frases que definen a un día de sangre
Uno de los atacantes
La frase con la cual dejó la redacción de Charlie Hebdo
"Alá es grande. Estamos aquí para vengar al profeta Mahoma"
Stéphane Charbonnier
Director de Charlie Hebdo, a Le Monde, sobre la amenaza islamista, hace unos meses
"Tal vez sea pomposo lo que voy a decir, pero Prefiero morir de pie que vivir de de rodillas"