Casualidades o no del destino, lo cierto es que a los elogios que hace unos meses lanzó Cristina Kirchner sobre el esquema mediático impuesto en Rusia se le sumó ahora un viaje del canciller Héctor Timerman a la Turquía de Recep Tayyip Erdogan, quien no es precisamente un presidente que disfruta de tener a un periodista a su lado.

Timerman participó ayer como invitado especial de la VII Conferencia de Embajadores Turcos en Ankara, cuyo lema fue "Nueva Turquía: Continuidad y Cambio en la Diplomacia". Allí agradeció el apoyo turco por la batalla del Gobierno contra los fondos buitre y en su encuentro con Erdogan, el canciller argentino analizó la agenda internacional y "el fortalecimiento de las relaciones bilaterales entre países", según el comunicado difundido por el Palacio San Martín.

No hubo una sola mención de Timerman a Erdogan por los recientes ataques, persecución y censura a periodistas y medios críticos en Turquía.

Tanto el director del diario Zaman, Ekrem Dumanli, como Hidayet Karaca, director del popular canal de televisión Samanyolu, sufrieron censura por parte del gobierno de Erdogan. No sólo esto: el presidente turco acaba de justificar la detención de periodistas críticos a su gobierno y, según el último informe del Comité para la Protección de los Periodistas, Turquía, Irán y China siguen siendo los países donde hay mayor cantidad de periodistas encarcelados.

Tanto Twitter como YouTube estuvieron bloqueados en Turquía en marzo pasado. En diálogo con LA NACION, Nermin Yurteri, directora ejecutiva de la NTV con estudios centrales en Estambul y transmisión para todo el país, no anduvo con vueltas cuando analizó la decisión de Erdogan de bloquear Twitter: "No creo que haya sido una decisión correcta", dice.

El canciller Timerman nada dijo de las amenazas contra la libertad de expresión en Turquía

El Parlamento turco aprobó hace unas semanas una polémica ley que permitirá al gobierno de Erdogan bloquear cualquier página web por su propia iniciativa y sin necesidad de un permiso judicial.

Sin embargo, el canciller Timerman nada dijo de todas estas amenazas contra la libertad de expresión en Turquía durante el encuentro que ayer mantuvo con Erdogan. Prefirió, en cambio, ponderar la elección de Turquía a la presidencia del G20 para este año, le garantizó un fuerte apoyo de la Argentina a esa presidencia y elogió el respaldo de Ankara hacia Buenos Aires por la pelea con los fondos buitres y el reclamo de soberanía por las islas Malvinas.

No resulta nada extraña esta simpatía del Gobierno por regímenes como los de Erdogan. Sin ir más lejos, en la teleconferencia que Cristina Kirchner compartió con Vladimir Putin expresó tajantemente: "Queremos las noticias sin intermediarios y no que la opinión nos la formen de afuera. Debemos tomar conocimiento de las noticias sin intermediarios", dijo. Fue al presentar la incorporación del canal Rusia Today en español a la Televisión Digital Argentina. Putin asentía sin inmutarse del otro lado de la pantalla desde Moscú cuando la Presidenta celebraba que este intercambio entre la Argentina y Rusia se haga "sin la intermediación de grandes cadenas".

El mensaje parece ser bien claro: la estrategia mediática rusa que tanto elogia Cristina Kirchner implica pasar por alto el asesinato de la reportera Anna Politkóvskaya, opositora al Kremlin, esconder el dato de Reporteros Sin Fronteras que advierte que Rusia figura en el puesto 144 en el informe sobre libertad de prensa en el mundo que verifica su vigencia en 180 países o eludir las reiteradas denuncias de censura y persecución a periodistas a críticos de Putin.

Hay algo que Cristina parece envidiar de Erdogan y Putin: la eternización en el poder

Ya nada resulta llamativo. Las simpatías del Gobierno por esquemas mediáticos monolíticos como los de Turquía y Rusia se ajustan perfectamente a un gobierno que censura a un gobernador de su mismo color político como Daniel Scioli por asistir a un evento del Grupo Clarín; que decide aglutinar bajo su poder cada vez mayor cantidad de radios, canales de TV y diarios afines; una Presidenta que busca ejercer el control de la comunicación con el repiqueteo de interminables cadenas nacionales, o que goza cuando se desacredita en público a un periodista que no dijo lo que la Casa Rosada deseaba escuchar.

Con todo, hay algo que Cristina parece envidiar de Erdogan y Putin: la eternización en el poder. El presidente de Turquía planea tener más atribuciones y poder con la posibilidad de mantenerse allí hasta 2023, cuando se cumpla el centenario de la República. Y el presidente de Rusia gobierna desde 2000, con dos períodos como presidente, dos como primer ministro y una tercera presidencia en curso que no planea abandonar en el horizonte inmediato.

Nada de esto prevé la Presidenta, quien sólo promete mantener el rígido esquema mediático hasta el final de su mandato y confía que su sucesor fielmente le siga los pasos.