En el mes que se termina, la Argentina, pese a la recesión, importó 133,1% más energía eléctrica de Uruguay que en diciembre de 2013. Un año atrás, pese a las compras desesperadas, el sistema colapsaba y había cortes no programados sino "exigidos" con autoritarios telefonazos para evitar un apagón descontrolado.

La menor actividad económica redujo el consumo de grandes clientes, y el resto lo hizo el clima. Las temperaturas más altas que el promedio histórico en el área metropolitana en el invierno y más bajas en el último bimestre de 2014 han salvado al Gobierno esta vez de enfrentar las brutales consecuencias de su catastrófica política energética.

La electricidad importada este mes desde Uruguay es en su totalidad de generación hidráulica, muchísimo más barata que la térmica que había que comprar un año atrás. Un alivio para la falta de divisas causada justamente por el déficit energético, que obliga a importar a raudales lo que antes se exportaba. El kirchnerismo dice que antes se vendía energía al extranjero porque las fábricas estaban paradas. Pero ahora, la producción automotriz, por ejemplo, cae en picada, e igual hay que comprar gas, petróleo y electricidad al extranjero a raudales.

Las crecidas en el río Uruguay, que aumentan la producción de la represa hidroeléctrica de Salto Grande, son obra del clima, muy diferente al de un año atrás.

"Al saber le llaman suerte", podría decir Axel Kicillof, repitiendo la letra del gran tango "Suerte loca". Y podía seguir con la letra de Francisco García Jiménez: "Yo aprendí viendo trampearme". El ministro, antes de serlo, tenía una consultora que se dedicaba, entre otras cosas, a mostrar cómo estaban falsificadas las cifras oficiales de inflación.

Y hay más: "En el naipe del vivir/Para ganar, primero perdí". Kicillof tuvo que arrancar su gestión haciendo la devaluación que la Presidenta mandaba pedir a otro gobierno. Vio la economía paralizarse. Y en sus arriesgadas apuestas financieras, fracasó de manera estrepitosa. No pudo someter a los "buitres" y evitar el default de la deuda e hizo un grosero papelón al intentar un megacanje de deuda, que no era mala idea, pero estuvo muy mal instrumentado. "Yo también entré a jugar/Confiado en la ceguera del azar", sigue la letra de "Suerte loca".

Ahora, el Gobierno se pavonea con el resultado de esos fracasos: sobre el fin del año, las reservas del Banco Central crecen. Precisamente, porque como se mantienen el default y la sentencia del juez neoyorquino Thomas Griesa que impide pagar lo que se estaba pagando, cae la demanda de divisas. Tampoco se pagan importaciones de bienes e insumos, lo que profundiza la caída de la producción industrial.

Sin los parches de los swaps de monedas con China y Francia, las deudas que deberá pagar otra administración y los artilugios contables, las reservas rondarían los 18.000 millones de dólares y no los 31.110 millones que festeja el Gobierno, calcula el centro de estudios económicos del Banco Ciudad.

"Qué fe tenés. No ves que no acertás/Que si apuntás a cartas de ilusión/Son de dolor las cartas que se dan", sigue "Suerte loca", que parece una advertencia ominosa para todas las ilusiones ciudadanas que fueron detrás de fórmulas mágicas que incluyeron inflación y dólar oficial quieto, como el actual, junto a déficit fiscal y economía en picada.

Esa combinación desastrosa permitió el sábado algo que tal vez sea pronto festejado por la propaganda oficialista: en el momento del pico de consumo de electricidad de ese día, se estaban exportando 9 MW a Brasil. Claro que al mismo tiempo ingresaban 51 MW de Uruguay.

El Gobierno se ilusiona con la importación desde China de capital en forma de deuda, trenes y hasta mano de obra. Y exige que el Congreso apruebe los acuerdos comerciales con ese país en esta cortísima semana del final de 2014.

Los chinos, a su vez, buscan aumentar su producción láctea. Y por eso compraron 7300 vacas en pie para llevarlas a su país. ¿En la Argentina, cuyo gobierno los trata -otra vez- como salvadores providenciales? No, en Chile.

Kicillof y la Presidenta podrían cantar: "El tapete es la esperanza/Y, a pesar de lo aprendido,/Si me dan lo que he perdido/Vuelve a hundirme la confianza".