El fuerte aumento de los costos impacta de lleno en las exportaciones de vino, porque en el exterior las bodegas no pueden ajustar los precios en igual medida, ya que se quedan sin mercado. Las exportaciones dejan, por eso, cada vez menos márgenes y se están perdiendo mercados. Incluso, aseguran las bodegas, quedaron sin efecto gran parte de los beneficios de la creciente devaluación del peso frente al dólar desde enero.

Este año, ni Estados Unidos estuvo a salvo como mercado. El primer destino de los vinos en botella argentinos, con el 36% del total de la facturación, no había reducido sus compras al país ni siquiera durante la crisis mundial de 2008 y 2009. De la mano del malbec como emblema, la Argentina no había parado de crecer a altas tasas en la última década.

Sin embargo, en los últimos años el crecimiento se desaceleró como consecuencia de la inflación. Y este año, hasta octubre, las ventas de botellas de vinos al país gobernado por Barack Obama cayeron un 5,5% en dinero, a u$s 224,3 millones FOB, y un 4,5% en volumen, a 5,79 millones de cajas de 9 litros, según un relevamiento de la consultora Caucasia Wine Thinking.

A nivel general, a todos los destinos, las exportaciones en botella se mantuvieron casi sin cambios en dinero, con una leve baja de 0,04%, a u$s 626,5 millones FOB, mientras que en litros crecieron 1,1%, a 16,9 millones de cajas.

La baja a todos los destinos se sintió sobre todo en los envíos en tetra-brik (-33,5% en dólares, -30,9% en litros), donde los márgenes son más ajustados. Pero también en los envíos a granel y en las exportaciones de mostos, con bakas que superan el 20% en dinero (ver aparte).

Por la incidencia de estos dos últimos, las ventas vitivinícolas al exterior cayeron, a octubre, 7,8% en dinero, a u$s 846,1 millones FOB, y se redujeron 10,8% en litros, a 295,7 millones, de acuerdo al mismo informe de Caucasia.

"Tenemos un gran problema de precios relativos; el valor de los insumos sigue creciendo de 25% a 40%, pero el tipo de cambio no se modifica de igual modo. Así, la Argentina pierde competitividad", aseguró Sergio Villanueva, gerente de la Unión Vitivinícola Argentina (UVA). "Los costos logísticos son muy altos, también las tasas de créditos y los impuestos. La Argentina hizo una trabajo magnífico, se posicionó bien en el exterior y superó los u$s 1.000 millones en ventas, pero las condiciones macroeconómicas no ayudaron en los últimos años", agregó.

Para tener una idea del fuerte crecimiento de las bodegas argentinas en el mundo en la última década, basta con recordar que en 2003 los envíos de la industria, mostos incluidos, sumaron u$s 224 millones FOB.

Desde 2012, una de las estrategias de las bodegas para evitar perder mercado y rentabilidad en un contexto inflacionario fue potenciar la exportación de vinos más caros. Así mantuvieron facturación, a expensas de perder volumen. Pero esa ecuación ya está encontrando su techo. De hecho, a octubre también se redujo el precio por botella un 1,1%, según Caucasia.

Villanueva advirtió que las economías regionales están más que complicadas con el fuerte alza de costos y que el mercado tiende a concentrarse. "Con las altas tasas de interés, subas de costos y retenciones, los segmentos de mayor volumen pierden jugadores y la industria se concentra en menos manos; las bodegas chicas no pueden competir", se lamentó.