Hemos sido testigos de cómo influye la cotización del petróleo en la vida de cualquier mortal que habite en este mundo. El mal llamado “oro negro” se ocupó de demostrarnos que dependiendo su cotización, los países pueden llegar a evolucionar económicamente o fundirse con la rapidez con que bajaron sus valores.
La baja de los precios del petróleo está sirviendo para que los políticos, economistas y gobernantes oculten los desaciertos y desatinos que vienen cometiendo en los últimos años. Vemos cómo el petróleo es el culpable de la debacle económica de países como Venezuela, México y Rusia. Pero no les hace mella a los países productores del mundo árabe, en especial al gran productor que es Arabia Saudita. Es más, este país está convencido de que no disminuirá su producción, a pesar de que saben que los valores se mantendrán así de bajos o hasta bajarían en los próximos meses.
Y todo esto nos llama poderosamente la atención. Porque esta supuesta guerra no declarada entre los EEUU y Arabia Saudita se está desarrollando con algún objetivo que tan solo ellos conocen. Porque si baja el precio del petróleo, las bolsas deberían subir y no caerse a pedazos como estuvo ocurriendo. Porque si el petróleo cuesta menos, menos costará el combustible, la gente tendría más plata en sus bolsillos y la gastaría en bienes de consumo, los fletes de transporte de mercadería bajarían, por ende los productos terminados serían más baratos, y nuevamente la gente tendría un poder adquisitivo mayor.
Pero nada de esto está ocurriendo. Al contrario. Los países como Rusia tomaron medidas urgentes de devaluación de su moneda, importantes aumentos de sus tasas de interés y hasta se intuye la posibilidad de un corralito o cepo cambiario. (¿Les suena esto?).
Y ocupándonos de nuestro país, la baja de los precios del petróleo nos perjudicará frontalmente. En principio porque los consumidores no veremos ninguna disminución de los precios de los combustibles. YPF se verá perjudicada porque a pesar de que en la actualidad produce más gas que petróleo, lo que produzca lo venderá a un precio muy bajo. Y si podemos llegar a pensar que el único beneficio es que los importes que se pagan por las importaciones de combustibles serán más bajos, lamentablemente debemos considerar que también bajará y mucho el ingreso de divisas de las exportaciones del complejo agroindustrial.
Y como hemos explicado en informes anteriores, fuera de la consideración de producción, oferta y demanda de granos y subproductos, los precios de los comodities tienen muchas posibilidades de un recorrido de chatura y hasta caída en sus valores. No sólo generado por la excelente producción norteamericana que ya ocurrió y por la excelente producción sudamericana que ocurrirá, sino porque en los EEUU y en la Unión Europea, los combustibles alternativos no serán rentables a los valores actuales de los comodities que son su materia prima. La única posibilidad que existe de que se sigan produciendo (etanol y biodiesel) y que se sigan consumiendo, es que bajen los precios de sus materias primas, como el maíz, la soja, el girasol y los aceites.
Y esto es una malísima noticia para el productor agropecuario argentino, que cobrará menos por su producción, para el país por el menor ingreso de divisas, y para el gobierno que verá cómo disminuirá mucho el ingreso por las retenciones a las exportaciones, dinero muy necesario especialmente en el 2015.
Por todo esto, está bueno echarle la culpa al Maldito petróleo.