En su plan de supervivencia cambiaria, el Gobierno pone fichas en varios frentes. Busca sumar dólares a través del swap con China, la licitación de las licencias 4G y la presión sobre los exportadores para que liquiden los granos acumulados en las silobolsas. Si bien la liquidación empezó a repuntar, las chances de que se alcancen los niveles que el Gobierno requiere son escasas, lo que agrega presión sobre el ya debilitado superávit comercial. Los analistas estiman que el saldo favorable se ubicará en torno a los US$7.000 millones, US$1.000 millones por debajo de los resultados de 2013.
A fines de octubre, el Gobierno acordó con la Cámara de la Industria Aceitera y con la Cámara de Exportadores de Cereales que en el último trimestre del año las liquidaciones de divisas de la cosecha llegarían a US$5.700 millones. Como la incertidumbre sobre la futura paridad cambiaria empuja a los exportadores a retener stock planeaban liquidar US$1.200 menos que el monto que terminaron comprometiendo. Para incentivarlos, el Gobierno les ofreció una letra a 180 días atada a la evolución del dólar, más un rendimiento del 3,65%.
Para el equipo económico del Banco Ciudad, el acuerdo con el Gobierno resulta “de muy difícil concreción” por varias razones. La primera es que el grueso del retraso en las liquidaciones no responde a ventas retenidas por la agroindustria, sino al elevado stock de granos almacenado por los productores en silobolsas. Para cumplir con lo pactado, los productores deberían vender casi la totalidad de la soja que tienen en su poder, 22 millones de toneladas, equivalentes a US$7.700 millones. “Si bien una parte de estos agrodólares podría provenir del adelanto de las liquidaciones de la próxima cosecha a través de prefinanciaciones del exterior, tal como sucedió en 2013, en esta oportunidad este mecanismo sería más complejo de ejecutar, habida cuenta de que la cesación de pagos restringe el acceso al crédito externo”, apuntan desde el Ciudad.
Juan Pablo Paladino, economista de Ecolatina, también es escéptico sobre el resultado. “Muchas veces se ha hablado de acuerdos como éste y los resultados no llegaron a ser los esperados”, señala. Hace un año, el Gobierno había hecho un pacto similar al actual. En febrero de este año la liquidación empezó bien, pero fue perdiendo fuerza con el paso de los meses y con el estancamiento del dólar oficial. “En la medida que resurjan la presiones cambiarias, los incentivos a liquidar van a desaparecer”, insiste Paladino.
Hasta esta semana se habían liquidado US$21.120 millones, 1,9% menos que en el mismo lapso del año pasado, cuando la soja tenía mejores precios que los actuales, pero había un volumen más bajo para exportar y el dólar se ubicaba en $6,5.
Este año, con la cosecha récord de 55 millones de toneladas de oleaginosa, la expectativa es que la liquidación llegue a US$25.500 millones, siempre que los exportadores rindan los US$5.700 millones previstos. “Es muy pronto para ver si el acuerdo se va a cumplir”, señala Paladino. Sobre el escenario no sólo están las expectativas de devaluación sino también la evolución del precio de la soja. A fines de septiembre, la tonelada llegó a valer US$284, pero desde entonces viene subiendo y en 45 días recuperó el 30% de su valor, hasta cerrar el viernes en US$379. “Si los precios a futuro se recomponen mucho, esto actuará como un incentivo para no vender. Es un delicado equilibrio”. indica Paladino.
Los agrodólares son esenciales para el que superávit comercial no se deteriore aún más. Según datos de Finsoport, entre enero y septiembre de 2013 el saldo había sido de US$7.800 millones, contra US$7.200 millones de este año. La razón principal de esta baja es que las exportaciones cayeron 10% en lo que va del año. Estos números surgen del informe de comercio exterior que hace público mes a mes el INDEC. Pero para Ecolatina, que recurre a los datos de la Base de Usuarios del organismo (ver recuadro) los números son más bajos. Esta consultora indica que en los primeros nueve meses de 2013, el superávit había sido de US$4.300 millones, y este año en ese lapso fue de tan sólo US$1.900 millones. “Esto tiene sentido cuando analizamos la caída del complejo sojero: debido a las crecientes expectativas de devaluación, los productores agrícolas y exportadores han sido reticentes a liquidar la cosecha récord de 2014. A medida que se aproxima fin de año, la incertidumbre cambiaria aumenta, reforzando los incentivos a posponer las ventas”, apuntan.
En los primeros siete meses, las ventas de soja subieron 15% en la medición interanual y a partir de agosto comenzaron a desplomarse, en sintonía con las complicaciones económicas que se desataron a partir del recrudecimiento de la pelea con los fondos buitre.
La proyección de Finsoport es que el saldo comercial se acerque a los US$7.000 millones este año, a partir de una caída del 8% tanto de las exportaciones como de las importaciones. Para 2015, si bien las exportaciones serían aún más bajas que los US$72.000 millones proyectados para este año, el saldo podría ser más alto, porque por la persistencia de la recesión, las importaciones se derrumbarían 9%, tres puntos porcentuales por encima de la merma proyectada para las exportaciones. De este modo, el saldo crecería respecto del resultado de este año hasta llegar a los US$8.300 millones.
También para Marcelo Elizondo, director de la consultora DNI, el superávit de este año será de US$7.000 millones. “Esta es la estimación en base a los datos de la Aduana, pero en los hechos, el saldo de dólares que va a quedar en el Central va a ser menor debido al adelanto de las importaciones y a la postergación de la liquidación de exportaciones. Pero además hay que tener en cuenta el déficit que genera la cuenta servicios, lo que deja un disponible neto de US$2.500 millones sobre el total del superávit comercial”.