Es el riesgo que corren los proyectos que arrancan con el pie izquierdo, como la iniciativa del Gobierno por reformular el Instituto de Promoción de la Carne Vacuna Argentina (Ipcva). Nunca terminan bien porque al final sobra o falta un bendito botón.
El mal comienzo se debe a que hay una fuerte sospecha -para algunos, como la Mesa de Enlace, es una certeza- de que antes que una motivación comercial por promocionar todas las carnes, la vacuna junto a la aviar, la porcina y hasta los pescados, el Gobierno tiene una intencionalidad política en desbaratar una caja de financiación de las entidades y aliados de los productores. El tamaño de esa caja es de 58 millones de pesos, monto recaudado el año pasado. La idea no es nueva y hace años que revolotea por distintos despachos del Gobierno. Garrapiñar cajas ha sido una verdadera pulsión freudiana para el kirchnerismo y buena parte de la política. Lo cierto es que después de la pelea por la 125, el Ipcva siempre estuvo bajo el radar y a punto de ser impactado. En la época de Guillermo Moreno se salvó raspando y no se tiene en claro por qué no sé terminó de dar el gusto de intervenir el instituto. ¿Se habrá distraído con las misiones de empresarios para conquistar Angola o con la prohibición para importar jamón crudo ibérico?
La sospecha de que la venganza política es el móvil de la iniciativa está también avalada por el hecho que el proyecto no surgió del Ministerio de Agricultura, sino que le cayó de arriba, de la Jefatura de Gabinete. La gente de Carlos Casamiquela participó mínimamente y en particular en la tarea de corrección de las versiones más radicalizadas del proyecto.
El sector privado, es decir, los ganaderos, frigoríficos y consignatarios, sólo alcanzó a expresar su rechazo. A pesar de las múltiples reuniones en la sede del Instituto, aún no lograron consensuar una estrategia ante la modificación del Ipcva, un ente de derecho público que dejaría de ser no estatal debido al cambio en la composición del consejo de administración. El ala moderada cree que reaccionar de forma furibunda y mediática provocaría el efecto contrario al buscado y aceleraría la aprobación de la ley. Opinan que el esfuerzo debe estar puesto en trabajar junto a los legisladores. El nuevo organismo, el Instituto de Promoción de las Carnes Argentinas (IPCA), no tiene precedente en nuestro país. Si nunca fue fácil para los ganaderos y los frigoríficos ponerse de acuerdo en el Ipcva, consensuar intereses con el resto de las carnes parece una operación delicada. El nuevo IPCA tiene el formato de una Torre de Babel, lugar donde nadie se entendía porque todos hablaban distintas lenguas. "Una cosa será la aprobación de la ley, pero otra muy distinta es su reglamentación, y allí hay un largo camino por recorrer", advertía Roberto Domenech, presidente del Centro de Empresas Procesadoras Avícolas (CEPA).
A pesar de que la lucha política metió la cola, hay un fuerte consenso en promocionar el consumo interno de otras carnes y sacarle la presión política a la carne vacuna. Equilibrar la dieta de los argentinos y pensar las carnes como un conjunto y no como compartimientos estancos sería establecer una estrategia muy competitiva. Pero se debería arrancar con el pie derecho.
RESUMEN
13,3%
Baja en el maíz
La Bolsa de Rosario estima 21,5 millones de toneladas contra los 24,8 millones de t de 2013.