Peor hubiera sido que continuara la pendiente y se oscureciera aun más el panorama sobre el final del año. El recuerdo de los fatídicos saqueos de fines de 2013 eriza la piel a cualquiera. Una calamidad prologada es preferible a un estallido catastrófico, se consuelan.
La esperanza de nuevas negociaciones con los holdouts a partir de enero, las acciones policíacas y persecutorias sobre el mercado cambiario y, sobre todo, el sostenimiento de las ventas de dólar ahorro quitan no sólo presión al mercado del blue, sino también, al reducir la brecha, restan algo de combustible a la inflación.
"Achican la brecha porque siguen vendiendo dólares, usando los swap de China y uno de Francia, en secreto", dice Miguel Bein, el consejero del candidato oficialista Daniel Scioli.
Ni en los escenarios más optimistas se sueña con una mejora antes del final del año, sino con que el ritmo de empeoramiento de la situación se modere.
Mientras tanto, Alejandro Vanoli dice que no le preocupa el nivel de las reservas. Bein sigue optimista. "Porque podrían llegar a octubre con 18.000 millones de dólares y aun así no habría colapso", señala el consultor, que dice que, de todas formas, si no se consiguen dólares del mercado de capitales, no habrá crecimiento el año próximo.
Sostener las ventas de dólar ahorro mantiene abierta la canilla para la ansiedad de las clases medias, que se modera un poco con el blue en caída. La menor brecha con el oficial también modera los ánimos.
Para que la economía viva una reactivación sería necesario, calculan los analistas, que el Central permitiera cancelar los 4000 millones de dólares de importaciones hechas y no pagadas. De otro modo, en algún momento muy próximo se cortarían los suministros desde el exterior y la actividad industrial caería todavía más.
Pero si una brecha entre el blue y el oficial cercana al ciento por ciento lleva a la inflación a crecer sin pausa y cada vez más, si se estabiliza por debajo del 60% debería ayudar a moderarla. El propio parate económico también contribuye a la moderación, y el dólar ahorro saca pesos de la presión sobre los valores de bienes y servicios.
Y, de paso, con el anticipo de Ganancias que se cobra a quienes eligen llevárselo en efectivo, apuntala un poco la recaudación.
¿El Gobierno venderá todas las divisas que las clases media y alta le demanden para frenar al blue y lentificar la inflación, y así alejar los saqueos? No todo es tan fácil.
¿Por qué razón un sitio web local de ventas de estadías en hoteles y viajes al exterior dice no tener disponibilidad para un establecimiento europeo en mayo próximo pagando desde aquí en pesos? Para el mismo hotel en el extranjero Booking.com, con la modalidad "pague en el hotel", sí hay lugar.
¿Alguien desde el Central empezó a moderar la demanda a la venezolana, evitando comprar divisas en el futuro con el tipo de cambio de hoy vía turismo? Es más fácil de negar y esconder que la limitación a las compras de dólar ahorro. Más cepo, pero sin que se note.
Con las clases media y alta calmadas por el dólar ahorro, la esperanza en el arreglo del frente externo y la inflación a paso menos rápido, ¿se contenta a los sectores más vulnerables, a los que ya empobrecieron la inflación pasada, el creciente desempleo y, en miles de casos, las recientes inundaciones que desnudaron el despilfarro de los recursos que abundaron en una década y no se usaron para hacer obras?
¿Se sostiene el relato épico del cristinismo que dice favorecer a los pobres? Es el mismo que tenía hasta hace poco a un secretario de Energía que se entretenía jugando al golf mientras los apagones catastróficos causaban muertes en el fatídico final de 2013.
Ahora, el que fue candidato de la Presidenta en el conurbano en 2013 se casa con una dispendiosa ceremonia, mientras miles de sus votantes están bajo el agua.
¿Qué inventará el Gobierno para terminar de contentar a los que no quieren pasar privaciones en Navidad y Año Nuevo? "El aguinaldo de la marginalidad (cuando no hay alternativa) es el saqueo", dice el periodista Luis Beldi. Y nadie sensato deja pasar la advertencia.