Este domingo América Latina posará sus ojos sobre lo que suceda en las elecciones de Brasil, donde Dilma Rousseff y Aécio Neves se medirán por la presidencia, y en Uruguay, donde la oposición busca dar el golpe en la primera vuelta sobre el candidato oficialista Tabaré Vázquez. Pero más allá de los nombres que se impongan en los comicios, estas dos elecciones ya dejaron enseñanzas y podrían resultar fundamentales para el devenir de la izquierda latinoamericana.
En ambos casos se dieron escenarios similares. Dos gobiernos con más de una década en el poder, que sufrieron una sensible baja en su electorado. Y, aunque los partidos oficialistas terminen imponiéndose en las urnas, el mensaje de "cambio" ya fue pronunciado por sus sociedades.
Después de una tensa campaña y una elección sumamente reñida, Dilma Rousseff se mantiene como la favorita para el ballottage de este domingo. Sin embargo, hay sondeos que dan por ganador al candidato del Partido de la Social Democracia Brasileña, Aécio Neves.
El último año y medio no fue nada sencillo para la presidente y candidata por el Partido de los Trabajadores, quien fue blanco de masivas y numerosas protestas sociales que llevaron a su gestión a aplicar cambios sensibles en distintas áreas como la salud, el transporte y la economía.
El PT va a cumplir doce años en el poder y, aunque Dilma este domingo termine festejando su reelección, sabe que deberá responder al mensaje que le envió el electorado.
"Es un momento histórico para América Latina"
En caso de ganar el Frente Amplio en Uruguay, el partido oficialista se aseguraría una racha de 15 años en el poder, después de los gobiernos de Tabaré Vázquez (2005-2010) y José Mujica (2010-2014). Si bien la campaña uruguaya fue notablemente más tranquila en términos de confrontaciones y cruces entre distintos sectores, en los últimos días el desgaste se vio incluso dentro del propio partido con los entredichos que protagonizaron Mujica y Vázquez.
En términos de gestión, al presidente se le criticó que en los últimos tiempos centrara toda su atención en temas como los refugiados sirios y la llegada de los prisioneros de Guantánamo, en lugar de cuestiones que afectan de lleno a los uruguayos.
Nicolás Albertoni, especialista en inserción internacional, resalta la necesidad de que este tipo de gobiernos "se den cuenta de que nadie es dueño del poder, que en definitiva con el paso del tiempo la alternancia es sana".
"Esto es lo que está necesitando la región. El cambio es inevitable, y las sociedades están pidiendo ese cambio", expresó el investigador uruguayo, quien aclara que esta idea de "cambio" no atenta contra ningún candidato en particular, sino contra la forma de hacer política.
"Más allá de las ideologías, lo que se está pidiendo es un cambio en la lógica de hacer política. Una lógica de dejar de hablar de lo que la gente quiere escuchar para empezar a hacer. Es decir, cambiar las formas de hacer las cosas", agregó.
Es cierto que hay otros países donde los gobiernos de turno también llevan un
tiempo prolongado en el poder. Como el caso emblemático de Venezuela, donde el
chavismo lleva 16 años en la cúpula. Sin embargo, Albertoni hace una
diferenciación entre las "izquierdas moderadas" y las "radicales", "léase
Venezuela o Argentina". En esa línea, el especialista hace hincapié en la
importancia de la transparencia de esas sociedades. Cita, como ejemplo, le
embestida del gobierno venezolano sobre la prensa, como la que sufrió, por
ejemplo, este medio semanas atrás.
Ante esa falta de transparencia que están sufriendo esas sociedades, Albertoni señala al "diálogo" como una herramienta fundamental para comenzar a dar vuelta la página y constituir un país más transparente.
En ese sentido, advierte que el próximo gobierno en Uruguay "va a tener que apelar al diálogo para sacar leyes y para generar un debate legislativo porque no va a haber mayorías absolutas". Prácticamente todos los sondeos dan como un hecho que el Frente Amplio no conseguirá la mayoría parlamentaria con la que cuenta hoy.
Ante este panorama de "cambio" y de una mayor apertura al diálogo, Albertoni no duda: "Es un momento histórico para América Latina". "Después de las dictaduras, es el momento más interesante de la política latinoamericana en el sentido de la alternancia del poder".
Mercosur, un bloque sin rumbo
Desde su nacimiento allá por 1994, el bloque regional, que nació con la idea de generar una unión aduanera, hoy, 20 años después, está lejos de los objetivos trazados en sus comienzos. Trabas entre sus propios miembros y rispideces comerciales hacen del Mercosur un espacio que lo único que aporta es un gran signo de interrogación de cara al futuro.
Hace años incluso que se viene negociando un acuerdo comercial con la Unión Europea, que aún sigue estancado. En el medio, la Alianza del Pacífico, un bloque que nació hace apenas unos años, ya enseñó que se puede negociar con flexibilidad, apunta Albertoni.
"Se ha confundido al Mercosur con una marca de izquierda en los últimos años"
En la actualidad, hay cerca de 400 acuerdos regionales en el marco de la OMC. De esos 400, sólo el diez por ciento son uniones aduaneras; el resto son zonas de libre comercio. "Esto nos está diciendo que el mundo va por otro lado", considera el economista uruguayo, quien afirma que "hablar del Mercosur como bloque está perdiendo sentido".
Pero advierte: "Sí es importante hablar del Mercosur, pero en términos de integración regional". Para el especialista, América Latina es "la región más desconectada del mundo". Para eso, "tiene que aprender a adaptarse a las políticas del mundo. Desde la China comunista hasta el Estados Unidos capitalista".
Frente a esta realidad, Albertoni sostiene que no hay un destino claro o prometedor para el Mercosur, a menos que se comiencen a flexibilizar ciertas normas. "Por ejemplo, ninguno de los miembros pueden negociar como bloque con China porque Paraguay tiene relaciones diplomáticas con Taiwán". Mientras que en la Alianza del Pacífico se negocia con mayor independencia y flexibilidad.
"Se ha confundido al Mercosur con una marca de izquierda en los últimos años", sintetiza el especialista.