El campo enfrenta hoy un escenario de costos en alza por efecto de las distorsiones y la restricción cambiaria, a lo que se le agregaron la perspectiva de caída de precios de los granos.
Desgraciadamente, a pesar del aporte realizado por los productores agropecuarios, el hecho de que no se hayan emprendido las inversiones de infraestructura que necesita la Provincia generó que los desastres climáticos se tradujeran en mayores costos extraordinarios para el productor.
Si bien la recaudación anual del impuesto inmobiliario rural en Buenos Aires pasó de 580 millones en 2010 a 1768 millones en 2013, es decir que en tres años aumentó un 205%, el dinero extra no se refleja en obras viales. Seguimos esperando la construcción de los 4400 km de rutas que el gobierno bonaerense había anunciado y no concretó.
Un nuevo aumento del inmobiliario rural no es aceptable. Los productores tenemos los campos inundados con enormes costos extraordinarios, la crisis de rentabilidad de los cultivos nos lleva a no saber cómo vamos a encarar la próxima campaña, y hacemos enormes esfuerzos para pagar la actual presión impositiva que es récord en la historia.