Comenzó la décima edición de Agrotendencias, el Seminario de actualización en mercados agropecuarios organizado por la Federación de Acopiadores. En la apertura, su presidente, Fernando Rivara, criticó las restricciones a la comercialización e hizo hincapié en las consecuencias que han tenido las políticas agropecuarias para el campo argentino.
“Diez años atrás no existían ROES ni restricciones cuantitativas a las exportaciones e importaciones. Los productos agropecuarios tenían retenciones menores a las actuales, y la Secretaria de Agricultura manejaba con experiencia y capacidad las Declaraciones Juradas de Exportación, así como lo referente a la comercialización interna y externa de los granos y carnes”, dijo Rivara.
“A partir de 2007, con el traspaso del gobierno, se produjo un cambio importante en el manejo de la economía; lentamente se fueron abandonando los superávits, el dólar competitivo, las estadísticas creíbles”.
“Tras los cambios en la economía a partir de 2007, la superficie sembrada, que entre los años 2003 a 2007 había aumentado un 18 % se estancó y hoy bajó un 5%. Mientras nosotros redujimos nuestra superficie, Brasil la aumentó un 20%, con un gobierno conducido por el izquierdista Partido de los Trabajadores que fomentó fuertemente al agro brasileño”.
“En la Argentina descendió la superficie trabajada, se estancaron los volúmenes de cosecha, caímos en el monocultivo de soja, el desarrollo industrial del interior se desmoronó y las economías regionales entraron en crisis”.
“Disminuyó drásticamente la producción de girasol y se atentó contra el trigo y el maíz mediante una combinación fatal de retenciones y cupos a las exportaciones. Hoy, frente a esta nueva realidad de los mercados, se impone una modificación de los derechos de exportación del trigo, maíz y girasol con bajo o nulo costo fiscal”.
“Y con respecto a este tema de actualidad no quiero dejar pasar la oportunidad para informales a los distintos actores de la sociedad argentina que los productores tienen en la soja su moneda de valor porque el Gobierno destruye nuestro signo monetario a través de la inflación. Un asalariado no se gasta todo su sueldo la primera semana del mes, por más que el flagelo de esta inflación galopante le coma su bolsillo. El productor cosecha en abril y con eso tiene que vivir y volver a producir y hasta el próximo abril no cosecha de nuevo (si el clima lo acompaña)”, dijo Rivara.