No recuerdo un discurso cuyo eco haya sido más sobredimensionado: a La Campora le asombra que su candidato hable, una característica que los bebés superan entre los 15 y 21 meses de vida. Así fue el comienzo de la vida política pública de Máximo, quien nunca militó ni en la escuela secundaria ni en la Universidad y –víctima de la desocupación- tampoco en el trabajo del que carece.
Aunque relativamente joven, habló sólo del pasado y no dijo una palabra sobre el futuro; citó sólo acciones de sus padres, como si la Argentina se hubiera fundado en El Calafate, y lanzó una idea provocadora y lo suficientemente ambigua: ¿porqué no compiten con Mamá?
Quedó claro, entonces, que por ahora sólo habla, pero no leyó la Constitución. El reguero de pólvora de la re-relección corrió de inmediato; en realidad, el rumor tenía con qué sostenerse: Nestor Kirchner fue gobernador de Santa Cruz durante doce años consecutivos (1991-1995,1995-1999,1999-2003) y reformó la Constitución provincial dos veces. La primera fue en 1994, con la ayuda del radicalismo, y la segunda en 1998, basándose en un artículo sobre una consulta popular que él mismo había incorporado en la reforma anterior. A las declaraciones de Máximo le siguió una metralla de comunicados de apoyo: Carlos Kunkel: “El desafío que nosotros hacemos es si estarían dispuestos a competir con la jefa del peronismo, ya que el peronismo, según ellos, se agotó”.
Diana Conti: “Habrá que preguntarle a la oposición si tiene miedo de enfrentar a la presidente”.
Héctor Recalde: “Hoy la presidente tiene una aprobación del 40%, y ningún sector de la oposición llega al 30%, entonces no habría segunda vuelta. No quisieron que el pueblo se pronuncie”.
Andrés Larroque: “La oposición no se anima a competir con Cristina”.
Jose Ottavis: “Si la sociedad odia a Cristina, que le ganen, pero no pedimos que cambien la Constitucion”, dijo, confuso.
Mayra Mendoza: “Acá se terminaron los mitos de que conduce pero no habla, que juega a la play”.
Juan Cabandié: “¿Alguien duda de que Cristina ganaría? No lo duda nadie”.
Mariano Recalde: “La única manera de ganarle al kirchnerismo es ganarle a Cristina”.
Aníbal Fernández: “Modifiquen la Constitución y compitan con ella, así le ganan fácil”.
Hebe de Bonafini: “Máximo es un gran político y va a ser un gran político”, dijo, desafiando la sintaxis. “Fue un gran impacto, medio país se quedó parado mirando” (curioso dato, ya que sólo fue transmitido por el canal de cable CN23). Y luego dio a conocer una carta en la que afirmaba: “Yo creo que más de la mitad del país estuvimos en silencio para escucharte y la verdad que valió la pena: muchos lo escuchamos dos o tres veces”.
¿Máximo hablaba para adentro o para afuera? ¿Qué querrá, realmente, Mamá? Fuera del sector fundamentalista , algunas fuentes del Gobierno coinciden en que “lo de la re-re fue una chicana, fue decir: “Acá estamos nosotros y queremos ser parte de lo que viene”. En la consultora Poliarquía, Fabián Perechodnik coincide en que “el acto de Máximo fue la fidelización de su propio público, de su propio electorado, y se habló de revalidar el liderazgo”.
Rosendo Fraga llegó a un argumento más original y, quizá, más certero: “El dato relevante de lo que pasó no es la re-re, sino lo que dijo después Larroque, cuando planteó que el próximo gobierno no será legítimo porque no le permiten competir a Cristina. Están anticipando que en el próximo gobierno vale todo, y justifican una opción desestabilizadora. Será más parecida a la oposición que el peronismo le hizo a Illia o a Frondizi”, le dijo a Clarín. Fraga no descarta una estrategia que le permitiría al kirchnerismo conservar el poder y, al mismo tiempo, estar a salvo de la Justicia, y recuerda que se presentó un proyecto del diputado nacional y apoderado del PJ, Jorge Landau, para que los legisladores del Mercosur sean votados en elecciones directas, como los diputados y senadores. Cristina, en ese caso, podría ser candidata a legisladora del Mercosur con lo que tendría los fueros para protegerse.
Los escépticos, entre tanto, hace cuentas:la re reelección es imposible con esta composición del Poder Legislativo.
En el Senado, donde hay 72 bancas, los dos tercios necesarios para convocar a una reforma constitucional son 48. El FPV tiene 32 “puros” y 6 aliados (contando a Carlos Saúl), a los que podrían sumarse el Movimiento Popular Neuquino con un voto, el Movimiento Popular Fueguino, con uno; y el Partido Liberal de Corrientes, que hoy está de licencia, con uno, lo que totalizaría 41. La cuenta no incluye, claro, a ningún radical, ningún integrante del interbloque FAP UNEN, ni a los peronistas federales, hoy cuasi massistas. En Diputados hay 257 miembros, con 172 completan los dos tercios. De ellos, 119 son del FPV, más trece aliados con los que llegarían a 132. Como en cualquier policial hay siete dudosos, pero eso no superaría los 139. La UCR-UNEN, la Coalición Cívica y aliados, la izquierda, el PRO y el moyanismo estarían en contra.
Mientras tanto, hay quienes creen que Máximo podrá competir por la intendencia de Río Gallegos, donde las encuestas –que no están hechas por Equis, la consultora de Artemio López– lo ubican con el 6% de los votos. A los 37 años y sin haber ganado siquiera un centro de estudiantes, es un comienzo. Si después de leer la Constitución llega a algún libro de historia, advertirá que el 17 de octubre de 1945 Perón tenía 50 años. Nunca es tarde.