"Cerrar las exportaciones de carne me duele más que a ustedes. En estos momentos necesito los dólares." Anteayer, delante de una delegación 17 personas, en su mayor parte dueños de los frigoríficos exportadores y sindicalistas del sector, el ministro de Economía, Axel Kicillof, formuló esa sorpresiva confesión, según pudo reconstruir LA NACION de diversas fuentes.
El funcionario hizo ese comentario luego del freno por quince días que el Gobierno ordenó en los embarques de carnes tras un aumento de precios de la hacienda en pie.
Luego del sincericidio, que hizo en medio de una ronda de mate que inició él mismo, dijo que "como mínimo" los frigoríficos exportarán el mismo volumen de 2013, que fue unas 180.000 toneladas. Prometió incluso que "este mismo año, satisfecho el mercado interno y de acuerdo a la oferta" se podrá incrementar ese volumen. Los empresarios quieren exportar al menos 200.000 toneladas.
"No van a tener menos trabajo que el año pasado. Tengo la voluntad de ir subiendo", fue el mensaje de Kicillof, cuya afirmación por la necesidad de dólares no alcanza por ahora al trigo, donde, según los analistas, hay otro millón de toneladas que podría abrirse para exportar.
Kicillof estuvo acompañado por el secretario de Comercio, Augusto Costa; su segundo, Ariel Langer, y Guillermo Pedoja, que entiende de carne en el área de Comercio. Lo escucharon empresarios de las firmas Rafaela Alimentos, Rioplatense, Arre Beef, Gorina, Bancalari, Friar, Logros, Exportaciones Agroindustriales, JBS, además de los directivos del Consorcio de Exportadores de Carnes (ABC).
Desde comienzos de año, el acuerdo del Gobierno con los empresarios es permitir una exportación semanal de 3750 toneladas. Los frigoríficos esperan que se pueda saltar este mismo año a un ritmo de 4000 toneladas por semana.
Con sus palabras, Kicillof también quiso tranquilizar a Alberto Fantini, secretario general de la Federación Gremial del Personal de la Industria de la Carne, preocupado por la pérdida de 18.000 puestos de trabajo entre sus representados. "Yo no quiero perder más empleados", le dijo Fantini. "Tenés razón, yo tampoco", le contestó Kicillof.
En los frigoríficos quedaron conformes. "Fue una reunión muy importante. Como mínimo vamos a tener la exportación del año pasado y si la oferta acompaña incrementarla este mismo año", expresó una fuente industrial, que contó que además el ministro le pidió al sector un proyecto para incentivar la producción de novillos pesados.
Kicillof también alentó gestiones para exportar a China, Corea, los Estados Unidos y la cuota 481 (para carne de feedlot a Europa).
Delegación a Comercio
Por otra parte, del encuentro surgió que el Gobierno controlará el cumplimiento efectivo de la resolución del peso mínimo de faena, que establece que los animales no pueden ir a faena con menos de 300 kilos. Kicillof espera hacer este control "de manera escalonada para que no haya un faltante de animales".
Para ello ya tiene una herramienta. Ayer se publicó en el Boletín Oficial la resolución 686 del Ministerio de Economía, que delegó en la Secretaría de Comercio todas las facultades de fiscalización en las normas de comercialización agropecuaria, entre otras el peso de faena.
Luego de la disolución de la ex Oncca, el Ministerio de Agricultura se quedó con la potestad de fiscalización, y el de Economía, con la facultad de sancionar. Ahora, a expensas de Agricultura, todo el poder de policía estará en Comercio. Según una fuente, los controles sobre el peso de faena abarcarían desde el productor, que vende tanto de manera directa como en mercados como Liniers, hasta intermediarios como los consignatarios y los frigoríficos.