El Primer Encuentro Agronómico Syngenta, organizado en Victoria y concebido
como un espacio de reflexión e intercambio de experiencias, contó con la
participación de expertos de CREA y Aapresid, docentes universitarios de todo el
país, asesores y productores. Se abordaron temas vinculados con la incertidumbre
del sector agrícola en materia de producción, la presión de selección que
generan las decisiones y los cambios que se imponen a corto plazo.
Victoria, Entre Ríos, agosto de 2014. Desde hace ya tiempo, la producción agrícola se presenta como una práctica de cambio continuo. El factor climático, la siembra directa, los productos fitosanitarios utilizados, la fertilización o ausencia de ella, dan lugar a nuevas presiones de selección. Con el propósito de provocar un debate sobre la realidad y el futuro de la producción, Syngenta propició un espacio de intercambio de experiencias “para desafiar una nueva agricultura”.
Los problemas que hoy aquejan al productor son en gran medida provocados por sus propias elecciones. Por ejemplo, cuando comenzó a sembrarse maíz tardío volvió con fuerza el tizón, la rama negra creció a expensas de la siembra directa, y aparecieron muchas enfermedades relacionados con la salud de los suelos, mientras que las “recetas” generaron resistencias de malezas y plagas a herbicidas e insecticidas. Incluso, el ingeniero Emilio Satorre, director de grupos CREA, planteó el riesgo que implica el acceso a tecnologías que tienden a simplificar el pensamiento de los asesores. “Esa es la trampa de las nuevas tecnologías, ofrecer una visión simplificada del manejo del problema”, dijo.
En un contexto dinámico, cambiante e incierto, puede que cada uno ponga atención en diferentes aspectos, de manera que se vuelve necesario el monitoreo, buscar mayor precisión en el diagnóstico y compartir datos para construir conocimiento.
Los ingenieros Ramón Gijón, del INTA Chacra Barrow, y Marcelo de la Vega, de la Universidad de Tucumán, afirmaron que en cuestión de malezas se debe reconocer que la siembra directa trajo problemas diferenciados. “Hace años no se usaban fungicidas y las plagas se adaptaban a la presión de selección; había malezas como el chamico, que desapareció con la siembra directa, y aparecieron otras como la rama negra, a la que le encanta el rastrojo. En definitiva, la presión de selección va cambiando la realidad del campo”.
Cuando se trata de malezas, es importante conocer el patrón de emergencia. Por ejemplo, el cardo ruso emerge con calor; la semilla de avena fatua está dormida en el lote; Amaranthus palmeri crece entre dos y tres centímetros por día. Cada maleza tiene su propia particularidad.
Según plantearon los especialistas, los problemas de control en rama negra se deben en general a que se llega tarde. Con Amaranthus palmeri se advierte falta velocidad en la toma de decisiones. Se trata de una maleza con cinco picos de emergencia, que en el primero de ellos debe controlarse con un herbicida hormonal para luego aplicar residuales. Si se deja sin controlar, entonces no puede cosecharse por la altura de las plantas (que superan los dos metros), en tanto que si de todas formas se cosecha, sólo se consigue la diseminación de la semilla.
Sobre el control de Amaranthus palmeri, el ingeniero José María Lazcano, miembro del Servicio Técnico Syngenta, recomendó la aplicación cuando las plantas tienen entre cinco y ocho centímetros de altura. Al conocer el momento de vulnerabilidad de cada maleza, pueden obtenerse mejores resultados durante los procesos de control.
De todos modos, a partir del análisis de más de 20 malezas diferentes y su situación en Argentina, los técnicos coincidieron en que, si bien hoy es posible controlar la rama negra, todo indica que para durante 2016 se mantendrá como la maleza a combatir. “Se cometen muchos errores en el campo porque tratamos de simplificar el sistema y el sistema no es simple. La nueva bala de plata es la cabeza de cada técnico”, dispara De la Vega.
Las enfermedades también se mueven
Más tarde, las fitopatólogas Margarita Sillón, de la Universidad Nacional del Litoral, y Norma Formento, del INTA Paraná, abordaron la situación sanitaria en soja, trigo y maíz: “No debería pasarnos todo lo que nos pasa. No deberíamos preocuparnos por producir más, sino por producir mejor. No se puede controlar lo que no se mide, y lote aplicado no significa lote olvidado”, comenzaron.
Este año, en materia de cereales, ha habido un avance de las enfermedades foliares por el invierno suave. En Santa Fe, por ejemplo, se registró Ramularia en cebada, mezclada con mancha en red y afectando sobre todo a cultivos con estrés. También explicaron que han aumentado las patologías de semillas. En trigo se ha detectado Pythium (oomycetes) y Rizhoctonia. Además hay mancha amarilla temprana, roya de la hoja y es muy posible que aparezca fusariosis de la espiga. Asimismo, llama la atención que la roya del tallo se advierta en la hoja, sobre todo en trigos de ciclo corto.
También merece una profunda reflexión la salud actual de los suelos, su estado de agregación, compactación de poros, calidad y cantidad de rastrojos, disponibilidad de macro y micronutrientes, poblaciones mocrobianas, entre otras características.
Las plagas avanzan rápido
Más tarde, los ingenieros Roberto Peralta, de Córdoba, y Augusto Casmuz, de la Estación Experimental Agroindustrial Obispo Colombres, de Tucumán, explicaron que cualquier cambio o “ajuste de tuercas” en el manejo de plagas cualquier cambio o “ajuste de tuercas” genera un nuevo escenario porque cambia el equilibrio natural.
“Sobre todo en manejo de plagas, el monocultivo no permite el desarrollo del conocimiento. Las decisiones en el uso de insecticidas no son para nada sencillas y la tendencia a simplificar provoca grandes errores que se pagan con la naturaleza. Por ejemplo, después de 2002 se multiplicó la cantidad de plagas en soja. Con la aparición de las diamidas se incrementó el monouso de tecnologías, con muchas fallas en la calidad de la aplicación, y durante muchos años de utilizaron recetas que incluían la cipermetrina como principal activo. Ese tipo de decisiones acotadas hicieron que hoy en día pareciera que siempre estemos corriendo a las plagas de atrás.”, explicaron.
Luego, añadieron: “El sistema agrícola está en constante movimiento y es necesario abordarlo de manera completa. Las malezas se combaten con todo tipo de herbicidas, pero son pocos los que se paran a pensar que las orugas de la verdolaga y la oruga Spodoptera cosmioides adoran el yuyo colorado y lo prefieren a cualquier cultivo. A pesar de lo útiles que pueden resultar muchas tecnologías, la oruga Diatraea sacccharalis y la oruga cogollera están provocando serios problemas en Córdoba; y los complejos de picudos siguen causando un gran daño en la soja en el NOA; sólo por mencionar dos casos.
Muchas veces los técnicos se intercambian umbrales, pero lo cierto es que hoy los umbrales ofrecen sólo un límite pero no deben ser usados para la toma de decisiones”.
El Primer Encuentro Agronómico de Syngenta dejó en claro que es necesario generar conocimiento en para el sector productivo y eso supone aumentar el nivel de interacción entre la ciencia y la tecnología por un lado y, por el otro, los técnicos y productores, que son quienes recorren los campos a diario.
Como sostuvo el ingeniero Satorre al comienzo de la jornada, “sin duda, muchas cosas han cambiado, pero es mucho lo que debemos cambiar”. A lo que añadió: “El contexto de cambio nos obliga a ser más perceptivos y hay en esto valiosas oportunidades para transformar los datos y las ideas en conocimiento de valor. Las nuevas tecnologías deben ser herramientas para agudizar el análisis y mejorar el proceso de la toma de decisiones, pero sólo la información y el conocimiento compartido permitirán tener mejores herramientas para tomar una decisión en un sistema marcado por la incertidumbre”.