Si debiéramos comparar la incertidumbre ligada a los mercados internacionales con la interna, a esta altura, uno diría que es mucho mayor la proveniente de adentro.

El cuadro internacional presenta un panorama de precios, planchados en los niveles actuales. Aunque suene infantil, la realidad es que no resulta esperable sorpresas al respecto.

Es poco probable que baje mucho más pues el mercado ya habría tomado nota de la expectativa de gran oferta para esta campaña.

No sólo son las condiciones climáticas del Norte las que incentivan esta suerte de plancha. También la favorece la tendencia que se aprecia en el valor del euro en términos del dólar que se muestra en baja, porque la U.E. se halla al borde de deflación. Seguramente el Banco Central Europeo va a intervenir para depreciar la moneda.

Respecto a la posibilidad de mejoras ¿existe cierto grado de probabilidad de subas? Aunque no parece elevado, podría darse algún salto en caso de que se produzcan menores rendimientos a los esperados y/o por la eventualidad de algún inconveniente climático.

Como vemos, el panorama no es demasiado incierto.

Ahora bien… ¿qué decir respecto al lado interno?

No se puede analizar –hoy más que nunca- el mercado de la soja –y de los commodities en general- sin entender lo que está pasando en nuestro país.

Frente al cuadro recesivo, el Gobierno viene optando por aumentar el gasto público y, por lo tanto, la emisión de dinero.

El Banco Central, siguiendo directivas centrales, no afloja la máquina de emisión. Por la enorme expansión monetaria, el grado de monetización de la economía alcanza un récord histórico. Se trata del más alto grado de las últimas cuatro décadas.

Cuando hablamos de monetización, nos referimos al monto de dinero en efectivo en poder de la gente y a los depósitos privados en moneda nacional, en términos del P.B.I. Hoy el país tiene un altísimo nivel de monetización, es decir que la gente dispone de dinero (recientemente creado); obviamente no todos en forma igualitaria.

¿Hasta qué punto este exceso de generación de pesos lleva a más inflación?

En principio, mientras más dinero se crea, mayor es la propensión de la tasa de inflación a crecer. Pero si la gente tiende a retener el dinero (por ejemplo, no lo usa y lo guarda), la tasa de inflación no necesariamente sube. ¿Por qué? Porque todo el dinero adicional es demandado (retenido) y, así, los precios se mantienen en su tradicional equilibrio. Porque los pesos emitidos son demandados. En otras palabras: quedan en manos de la gente y no se utilizan para la compra.

Pero si por expectativas de aumento de precios, la gente se vuelca a las compra y a desprenderse lo más rápidamente posible de sus pesos, la demanda de dinero cae; y entonces lo cosa se pone grave.

Como la posibilidad de compra aumenta por el mayor grado de monetización, y la oferta de bienes no puede responder de la misma forma, los precios suben. Uno de los principales que tienden a crecer es el valor del dólar y, al hacerlo, potencia la elevación de los demás precios.

En esta instancia estamos. Por lo menos ésta es nuestra opinión.

No es descabellado estimar para este año una inflación superior al 40% con una alta probabilidad de que siga creciendo el año que viene.

La demanda de dinero viene cayendo notablemente desde hace unos meses. En rigor, habría caído 13%, según lo ha estimado por la consultora Economía y Regiones S.A. Y en vista del nivel de inflación que sufrimos, lógico es aguardar un menor grado aún de demanda de dinero. El círculo vicioso está operando.

Ello quiere decir que la pólvora se volcado en el piso. Si por alguna razón cualquiera, se produce un chispazo, ella se activará. Violentamente.

Si éste es el panorama, vender en cuenta gotas la soja es una estrategia de protección válida. En definitiva, la soja dura mucho tiempo y su costo de almacenamiento es bajo. Esta es una ventaja de la actividad.