Tras fracasar en su intento de sumar mañana al paro nacional a los colectiveros de la UTA, la cúpula del sindicalismo opositor, encabezada por Hugo Moyano y Luis Barrionuevo , apostará a los piquetes y bloqueos en los accesos a las grandes urbes para garantizar el impacto de la medida de fuerza.
La estrategia y el mapa de cortes de calles se barnizó entre la madrugada del martes y ayer, al comprobrar que la UTA finalmente no adheriría a la protesta. Así, el pragmatismo gremial empujó a las dos vertientes opositoras de la CGT a recurrir a aliados inesperados para reforzar la efectividad y expansión de la huelga, que será de 24 horas.
La mayoría de los piquetes serán activados por las diferentes agrupaciones de izquierda que se sumarán al reclamo. En total, este sector prevé para mañana unos 30 cortes en todo el país. También se sumará a esta metodología la CTA disidente, que lidera Pablo Micheli , cuya fortaleza radica en los sectores estatales.
"[A los piquetes] no los podemos evitar. Cada uno sabe lo que tiene que hacer. De todas maneras el paro será contundente", pronosticó Moyano, que apostó hasta último momento para cerrar un acuerdo con Roberto Fernández, el jefe de los colectiveros de la UTA.
A diferencia del paro del 10 de abril pasado, Fernández esta vez prefirió no adherir a pesar de comulgar con las consignas de la medida. Hubo dos episodios que lo hicieron cambiar de postura. El primero es que el acuerdo salarial que pactó hace un mes con los empresarios del sector está estrechamente atado al reparto de subsidios estatales (ver aparte). Y el otro responde a su puja interna con Moyano, quien lo presionó para que apure su decisión a través de mensajes indirectos por los medios de comunicación.
"Estamos de acuerdo con todos los reclamos, pero lamentablemente no es el momento de parar por la situación económica del país. Queremos que la Presidenta siga hasta que finalice su mandato, defendemos la democracia", dijo ayer Fernández desde la sede de UTA. Su mensaje levantó sospechas sobre las verdaderas intenciones de los impulsores de la huelga. Además, el jefe de los colectiveros advirtió sobre los piquetes, y dijo temer por supuestos "accidentes" o episodios de violencia.
A partir de la decisión de la UTA, Moyano se dispuso a cautivar a las bases de los sindicatos cuyos referentes no le son afines. "Estoy convencido de que van a parar. Los que sufren el descuento del impuesto al trabajo y la violencia son los trabajadores de micro, los colectiveros", insinuó el jefe de la CGT con base en Azopardo. Y le apuntó a Fernández: "Se dejó apretar por el Gobierno, pasa a engrosar el sector de los gremios débiles".
El ferroviario Rubén Sobrero, uno de los aliados emergentes de Moyano, conoce la interna de la UTA por su cercanía con los delegados de la línea 60. "Que no te sorprenda que salgan uno o dos colectivos y después queden otros adentro. Una cosa es lo que dicen los dirigentes y otra es lo que pasa en las bases. Los dirigentes están discutiendo el subsidio al gasoil y el aumento salarial, obviamente no van a querer quemarse con el Gobierno", barruntó Sobrero.
La otra pata fuerte del transporte público son los ferrocarriles. Tres de los cuatros gremios del sector adherirán a la medida y no brindarán servicios. Sucedería lo mismo con el subterráneo porteño, aunque algunas de las siete líneas podrían operar de manera parcial.
"La gente no va a ir trabajar más allá de la postura de la UTA. No habrá un alma en las calles. En el paro de noviembre de 2012 también hubo colectivos y la gente no fue a trabajar. Y ahora la situación está bastante peor que aquella vez", estimó Micheli. El jefe de la CTA disidente, a pesar de la alianza con Moyano, confesó que no habla con el camionero desde hace 20 días.
La CTA y las agrupaciones de izquierda anticiparán hoy parte de la jornada de protesta. Sus militantes se movilizarán hacia la Plaza de Mayo, donde montarán un acto que tendrá a los despedidos de la autopartista Lear y de la imprenta Donnelly entre sus oradores principales. Todos ellos participarán mañana del paro, aunque de manera activa, con piquetes y bloqueos en los cinturones urbanos.
Las consignas centrales de la protesta del sindicalismo opositor son la "caída del salario, empleo e inflación", aunque contempla un rosario más amplio de exigencias: eliminación del impuesto a las ganancias, "un aumento justo" a los jubilados, reapertura de paritarias y el impulso de una ley para prohibir despidos y suspensiones por un año.