Pocas cosas están a la vista en Estados Unidos. Sólo trámites rutinarios del estudio (Clery Gottlieb Steen & Hamilton LLP) que en aquel distrito atiende los intereses de la Argentina. Conversaciones estancadas después del último encuentro de partes del viernes pasado. Gestiones de intermediarios liquidadas o estériles: aquella de los banqueros nacionales, otra de entidades extranjeras y la ilusión del empresario Eduardo Eurnekian de lograr un salvataje, acordando con los holdouts, mediante una vaquita doméstica. En cambio, bajo el lema “Patria o buitres” Cristina Fernández parece haber logrado reanimar cierto entusiasmo en sus filas –poco o nada en el peronismo clásico– que estaba desinflado por las exigencias y las concesiones que impuso al Gobierno una economía en franco retroceso.
“Patria o buitres” empezó desde ayer a dividir las aguas en el Frente para la Victoria. En el acto del Luna Park fueron nítidas las presencias de los talibán K. También la rabona de aquellos que pretenden convertirse desde el territorio oficial en herederos de Cristina en el 2015. La convocatoria fue realizada por el kirchnerismo no pejotista donde se mezclan demasiadas cosas. Desde Luis D’Elía hasta el oxidado Partido Comunista, transitando por las Madres de Plaza de Mayo, línea Hebe de Bonafini. Hubo pre presidenciables invitados que terminaron desertando. Otros directamente excluidos aunque, por lo menos hasta ahora, aparezcan como los más taquilleros: Daniel Scioli, el gobernador de Buenos Aires, y Florencio Randazzo, el ministro de Interior y Transporte.
Los dos, en horas aledañas, se las compusieron para montar escenarios de campaña. Randazzo volvió a exhibirse con sus trenes del ferrocarril Sarmiento junto a la Presidenta. Ella habló de la “nueva maravilla”, sin memorar que esa presunta maravilla nació como consecuencia de la tragedia de Once, que dejó 51 muertos.
El desastre está borrado del chip presidencial.
El ministro del Interior reveló que Cristina le habría dicho que sea candidato. Es posible que haya sido así. Difícil, en cambio, que le haya deseado un futuro de victoria. Scioli sustituyó el Luna Park por un acto con su juventud en un teatro de San Telmo, tapizado de anaranjado, su identidad política. Allí atronaron las consignas en favor del gobernador, de Juan Perón y de Evita.
Los Kirchner, ausentes. El sciolismo sabrá por qué.
Hubo otro desafectado por el cristinismo en la cruzada contra los buitres. Tampoco se lo vio con Scioli ni con los trenes de Randazzo. El diputado del FPV, Martín Insaurralde, explicó que nadie lo había convocado al Luna Park. Se sabe que no se siente cómodo vociferando aquellas consignas con olor a naftalina. Resta poco tiempo para que el legislador retorne a su cargo de jefe comunal de Lomas de Zamora, de donde partió en uso de licencia. Desde ese sillón daría el salto hacia el Frente Renovador, una aventura que le gusta aunque también le asusta. No está solo ante ese dilema: Sergio Massa relee encuestas para saber cuánto le aportaría de verdad, entre sumas y restas inevitables, la compañía del lomense y la chance de su candidatura a gobernador de Buenos Aires.
En la tarima del Luna Park aparecieron Gabriel Mariotto, el vicegobernador de Buenos Aires, el piquetero D’Elía, Hebe y el diputado Andrés Larroque, entre varios oradores. Brillaron por su ausencia Agustín Rossi, el ministro de Defensa, Sergio Urribarri, el mandatario de Entre Ríos, el ex canciller Jorge Taiana, fogoneado por el Movimiento Evita, y Julián Domínguez, el titular de la Cámara de Diputados. Considerados, según esos sectores ultra K, como posibles candidatos de pura sangre. O los halcones.
Aunque no a todos, tal vez, les calce esa denominación. Domínguez, por ejemplo, se reivindica, ante todo, como peronista. Y nunca reniega del llamado pejotismo. Hace días estuvo en Mendoza donde oyó impasible las duras críticas de Francisco Pérez contra el Gobierno. El mandatario mendocino está ahora enojado por la política petrolera oficial. Domínguez también traza ciertas diferencias con la Casa Rosada cuando recorre su política agropecuaria. Pero no concibe ningún recorrido electoral sin la tutela de Cristina. Taiana es más conservador. Sólo se permite el derecho a no defender a ultranza a Amado Boudou ante el par de procesamientos judiciales que lo compromete. Rossi y Urribarri, en cambio, no reconocen matices. El ministro de Defensa ha sido el primero en pregonar su conformidad acerca de que el vicepresidente no se tome licencia, como reclama la oposición y aguarda con candidez parte del peronismo cauteloso. Su discípula, la jefa del bloque de Diputados, Juliana Di Tulio, volvió con la monserga de que Boudou es objeto de una campaña “política, mediática y judicial”.
El entrerriano habla muchísimo más de la batalla contra los buitres y Griesa que de la situación de Boudou.
Todo ese grupo se esfumó a último momento del Luna Park, temeroso quizás de varias cosas. Las caras visibles del acto fueron las de Mariotto, D’Elía, Hebe y Larroque. Casualmente, los mayores defensores del vicepresidente.
“¿Patria o buitres o la repentina defensa de Boudou?”, fue un interrogante disuasivo que circuló entre aquellos pre presidenciables. El blanco final de todos los oradores terminaron siendo los holdouts y Griesa. Pero los ausentes, preventivamente, prefirieron no quedar expuestos a ninguna sorpresa ingrata.
Aquellas ausencias podrían explicarse, por otra parte, desde razones más profundas. El ultra kirchnerismo o cristinismo actual acota cada día sus vasos comunicantes con el pejotismo. Ninguno de los pre presidenciables, tampoco Rossi y Urribarri, entiende que ese encierro podría favorecerlos si pretenden participar en agosto próximo en las primarias del FPV. No desearían obsequiarle en bandeja esa maquinaria ni a Scioli ni a Randazzo.
El juego que se abrió en las últimas horas en torno a la presencia o no de Axel Kicillof también habría tenido su influencia. El ministro de Economía no estuvo porque viajó a Paraguay. Pero su hipotética asistencia hubiera concedido al acto en el Luna Park una musculatura política que, al final, no tuvo. En ese contexto, los pre-presidenciables K no hubieran podido faltar más allá de que el lema “Patria o buitres” le hubiera servido al ministro de Economía para registrarse formalmente en la competencia electoral.
La vacilación de Cristina y Kicillof tuvo sus motivos. La presencia en un acto de las características que adquirió el del Luna Park hubiera dejado a las dos principales figuras del poder casi en un punto sin retorno. Concediendo argumentos al veterano Griesa y a los buitres sobre que al Gobierno sólo le interesaría utilizar el conflicto con objetivos políticos locales.
Ese es un consejo que los abogados Carmen Corrales, Carmine Bocuzzi y Jonathan Blackman, del estudio Clery, le vienen repitiendo al Gobierno desde que ninguna de las rondas de negociaciones progresó. Si alguna influencia se pretende ejercer sobre Barack Obama, para que ayude a destrabar el pleito, no sería la vía pública ni la permanente sobreactuación lo más adecuado.
Ese andarivel es, pese a todo, apenas conjetural. Cristina y Kicillof estarían conformes con el sitio en que colocaron el conflicto. Así podrían continuar los próximos meses, incluso hasta enero del 2015.
Salvo que el tobogán de la economía asuste a ambos, como pasó en el verano.