La soja logró ayer quebrar la racha bajista más prolongada de los últimos 42 años. Los futuros de la oleaginosa en Chicago terminaron la primera rueda de la semana con subas de entre 0,34% para las posiciones más cercanas y de 1,27% para noviembre.

La mejora está lejos de ser una tendencia para el principal producto de exportación argentino, pero se trata un leve alivio luego de diez jornadas consecutivas en retracción. Desde fines de junio, los futuros más cercanos se derrumbaron 13% y la soja que todavía no ingresó al circuito comercial local (55%) se devaluó u$s 2.200 millones.

La posición agosto en Chicago cerró ayer a u$s 439,8 por tonelada, apenas por encima de la clausura del viernes. En tanto, los futuros de la nueva campaña operaron con subas un poco más importantes. Noviembre mejoró 1,27% y terminó la rueda a u$s 399 la tonelada. Por su parte, julio de 2015 (de referencia para la cosecha gruesa argentina) mejoró 1%, al cerrar en u$s 407,5 por tonelada.

El rebote de la oleaginosa en Chicago encontró sustento en el reporte de exportaciones que releva el Departamento de Agricultura (Usda) de manera semanal. En esta oportunidad, el volumen informado fue mayor al que esperaba el mercado, lo que dio pie a que los fondos especulativos adquirieran algunos contratos. Sin embargo, los fondos siguen en posición neta vendida en el principal mercado de commodities, algo que no ocurría desde marzo de 2010.

Como sucedió durante las diez jornadas bajistas, la recuperación de precios externa no tuvo un correlato lineal en el mercado local. Así la soja disponible en Rosario cotizó a u$s 292 la tonelada, 0,86% por encima del cierre previo. Lo ofrecido quedó lejos de atraer a productores para que vendieran su mercadería, por lo que no se relevaron negocios en la Bolsa de Comercio de Rosario (BCR). En tanto, la posición mayo 2015 sobre Rosario quedó a u$s 271 por tonelada, 0,74% más que la clausura previa.

Los analistas remarcan que, a pesar de que el clima en EE.UU. parece que será el ideal hasta fin de mes, habrá que estar atentos a cómo se comporta la demanda tras el derrumbe de precios y, también, empezar a mirar qué harán los productores brasileños con la soja que comienzan a sembrar hacia fines de agosto. Eso porque el bajón de 10 días puso en apuros a los sojeros tanto argentinos como brasileños ante el achicamiento de los márgenes para la próxima campaña.