Y yo, maldita sea, no resisto la tentación y la comparto con ustedes. Eso también ocurre en los momentos finales: caen las defensas, cada uno hace la suya. En mi caso, no justifico mi actitud, pero la explico. Pienso que es bueno para nuestra causa que se conozcan los sentimientos más íntimos de Cristina, el torbellino emocional en el que se encuentra debido a la situación judicial de Boudou, la integridad con la que encara estas horas dramáticas. Espero que disfruten el texto, que será recogido en los libros de historia como testimonio de un momento en el que algo se rompió.
Amado, maldigo esta faringolaringitis que me ha impedido salir a defenderte en público desde que se dictó tu procesamiento. Me dicen que no me preocupe, que es un tema virósico propio del cambio de estación. De hecho, medio gobierno está con faringolaringitis, y lo mismo Télam, 6,7,8, Tiempo Argentino, Verbitsky? Cada vez que le pedimos a alguien que salga a defenderte, cae con faringolaringitis. Una cosa espantosa.
Claro que no puedo hablar, pero sí escribir. Por eso quería mandarte estas líneas. En primer lugar, tenés que estar muy tranquilo: sigo y seguiré apoyándote, porque creo en vos. Siempre me resultaste un tipo confiable, transparente. Realmente creo que no lo conocés a Vandenbroele, que no lo viste nunca en tu vida. Con la cantidad de propiedades que has adquirido en los últimos años es imposible que conozcas a todos tus inquilinos. Creo también que The Old Fund no es tuya, sino de otro tipo que tiene tu mismo nombre. ¿Te fijaste la cantidad impresionante de Amado Boudou que aparecen en Facebook?
No le creo a Lijo cuando dice que eras el dueño de Ciccone: jamás se te hubiese ocurrido cortarte solo con la fábrica de hacer billetes sin decirme una palabra, ¿no? Y te creo cuando decís que estás dolido con tu socio Núñez Carmona. Yo veía a ese muchacho loco por la guita, súbitamente millonario, desprolijo con las cuentas, incansable viajero, amante de la noche, medio tarambana, y no podía entender cómo se había hecho tan amigo tuyo.
Tampoco creo que hayas hecho negociaciones incompatibles con tu cargo. En realidad, no veo incompatibilidad alguna en ser ministro de Economía o vicepresidente y hacer buenos negocios. Lo de este juez es increíble: se te presentó la posibilidad de quedarte con medio Puerto Madero y no ibas a dejar de hacerlo simplemente porque ocupás un cargo en el Gobierno. Eso es discriminar. Finalmente, uno jura sobre la Constitución y sobre los Santos Evangelios, y no sobre un catastro.
¿Y lo del cohecho? Otra barbaridad, otra acusación injusta que viene a poner un manto de sospecha sobre un hombre honorable. Se ve que no te conocen: antes de aceptar una coima te cortás las manos con un cuchillo oxidado.
Te creo especialmente cuando decís que para descubrir lo que pasó en Ciccone hay que investigar la ruta del dinero. Para mí, todo lo que digas vos sobre ruta del dinero es palabra santa. Deberías prestarle tu GPS a Lijo. Ya le diste una pista importante al aportar el nombre de Raúl Moneta. Sé que a Moneta, postrado como está, le resulta imposible defenderse, pero vos no podés estar en todos los detalles.
Amado, por qué no aprovechás la confianza que te tengo y me contás qué pasó con el famoso Honda importado al que dicen que le truchaste los papeles. En el expediente figura que cambiaste la fecha de compra, que para radicarlo en la Capital Federal diste un domicilio inexistente, que tu firma en el 08 de transferencia es falsa y que la verificación policial es apócrifa. ¿Te parece suficiente explicación decirme que lo único que hiciste con el pobre auto es aplicarle el relato?
¡Qué obsesión la tuya con los fierros! Parece que te están por llamar a declarar en el caso de la compra directa de 19 autos de alta gama cuando eras ministro. Mi consejo: decí que ibas a comprar 20 y bajaste uno porque te parecieron muy caros. Vas a impresionarlo al juez con tu austeridad republicana.
Otro consejo, en este caso para la causa por enriquecimiento ilícito. Cuando te pregunten cómo hiciste para multiplicar tantas veces tu fortuna en tan poco tiempo, contestá que sos un hombre afortunado. Qué genia: enferma y todo tengo un discurso brillante.
Bueno, Amado, espero que la hayas pasado bien en Cuba y Panamá. No me reproches que no te hayamos dejado volver antes. Acá te esperaban los leones en el Congreso, y tampoco está tan mal una semanita con agenda libre en el Caribe. Además, estoy segura de que un inversor de tus quilates, en Panamá no habrá perdido el tiempo.
Te despido (no te asustes, quise decir te saludo) con el respeto y cariño de siempre. Reitero que creo en vos, en tus explicaciones, en tus coartadas, en que sos víctima de las corporaciones, del poder concentrado y de los medios hegemónicos. Por eso, porque sé que te defenderás muy bien, he dado la orden de que nadie en el Gobierno mueva un dedo. Si te llegan rumores de que te estoy soltando la mano, no les hagas caso. Es cierto, cada día más gente me dice que sos como un peso muerto, un lastre, que te entregue. No lo haré. Jamás lo haré.
Lo juro sobre los papeles de tu Honda.