Si bien todo funcionario debe transmitir una visión positiva acerca del futuro, lo que genera confusión es que su discurso y accionar cotidianos son confrontativos e inquietantes.
La economía, para tomar un sendero de crecimiento, necesita procesos constantes de inversión. Para ello hay que tener no solo rentabilidad, sino una macroeconomía estable y principalmente algún grado de certidumbre que permita evaluar si en efecto es posible prever el retorno de dicha inversión.
Si esto no se logra, la economía podrá estar con respirador durante un tiempo, pero no mucho, ya que la conflictividad social irá incrementándose con el tiempo y volviendo cada vez más incierto el panorama, generándose de este modo un círculo vicioso de recesión, conflicto social que ya vivimos muchas veces en la Argentina.
Conflictos, ¿qué conflictos?
Desde que comenzó el año, el gobierno impuso cada vez más obstáculos a la actividad económica e incrementó la incertidumbre.
Breve repaso:
- Impuesto a autos, motos y lanchas que puso un impacto negativo al sector.
- Una devaluación sorpresiva y luego un tipo de cambio fijo sin ninguna explicación de cuál es la estrategia a seguir.
- Un acuerdo con Repsol y Club de Paris rápidos, pero que se ven contrarrestados con la actitud frente al juicio en Estados Unidos.
- Una sanción de la OMC por las restricciones a las importaciones.
- Controles de precios y tasas de interés discrecionales, sin reglas fijas.
- Autorizaciones de importaciones o pagos al exterior acorde a las necesidades de corto plazo de las autoridades.
- Paros, tomas de fábricas y piquetes casi todos los días. Sea de gremios amigos o adversarios.
En un clima que no favorece a la inversión, pretender que la economía se recupere sin un plan efectivo y claro para lograrlo, es tan solo un acto de voluntarismo, ya que ninguna medida de las expuestas es capaz motorizar nuestra alicaída economía.
Menos conflictos a futuro
La mejor herencia posible que el Gobierno puede dejar es que los niveles de conflicto vayan disminuyendo. Durante este Gobierno es difícil pensar un plan para frenar la inflación, para ir levantando el cepo cambiario o las restricciones a las importaciones. Pero si es posible tratar de que haya menos presión sobre cada uno de estos temas para adelante.
- Inflación: Si bien el Gobierno está convencido que emitir no genera inflación, sería bueno que al menos trate de ir disminuyendo algún déficit:
El déficit fiscal: Tratar que al menos la tasa de crecimiento del déficit sea menor a la inflación y no por encima como viene ocurriendo los últimos años. De seguir esta tendencia, el déficit nominal será en el 2014 cerca del doble que el año pasado.
El déficit cuasi fiscal: El nivel de endeudamiento del BCRA vía LEBAC está creciendo más de un 100%, y �consecuentemente� el pago de intereses se cuadriplica en términos anuales. Sería bueno que el gobierno también frenara el deterioro del balance del BCRA.
- Atraso cambiario: El dólar oficial deberá comenzar a moverse, ya que la inflación en julio volverá a subir debido a los incrementos que vendrán (como el transporte un 20%, por ejemplo) o las subas en alimento luego de los acuerdos salariales de los sindicatos vinculados al sector.
Si el nuevo punto de convergencia de equilibrio era de un dólar a $8 en enero del 2014 y ya llevamos casi un 16% de inflación, sería lógico que el nuevo punto de equilibrio se mueva un 16% como mínimo. Es decir, es momento de comenzar a corregir el dólar de manera de no seguir metiéndole presión para evitar otro salto cambiario.
- Empleo. Si bien el desempleo que mide el INDEC está bajando, lo cierto es que lo hace por caída de la oferta laboral y no por mayor creación de empleo.
Los planes del Gobierno en esta materia deberían alentar el sostenimiento del empleo con medidas fiscales y tributarias que permitan que las PyMes retengan empleados que en estos meses se han ido retirando del mercado laboral.
- Financiamiento externo. Este es uno de los grandes interrogantes en estos días, porque al avance vertiginoso en tres frentes se contrapone la gran incertidumbre existente con la estrategia seguida en las negociaciones de pago con los fondos buitre.
Es esperable que el Gobierno no lleve a la Argentina al default, ya que esto obligaría al próximo gobierno a una negociación con todos los acreedores que no solo significará una mayor deuda, sino que generará una demora en el ingreso de capitales financieros y de inversión retrasando la recuperación y posterior crecimiento.
Una economía sana no puede vivir en un escenario de conflicto permanente. El crecimiento necesita de mayores certidumbres y de escenarios más razonables. Nada de lo que se ha hecho hasta ahora se va a revertir, pero si podría no seguir agravándose. No es mucho pedir.