El Gobierno parece dispuesto a aceptar una negociación con los bonistas que no entraron en el canje y obtuvieron una decisión en su favor de la Corte Suprema de Estados Unidos . Pero Axel Kicillof lo anunció de otro modo. Dijo que irán a exigirle explicaciones al juez Griesa.
Acepta el convite que el juez había hecho en su momento, pero, dice, entrará pateando la puerta e increpando al anfitrión...
Negociar es la mejor opción. Intentar un nuevo canje con jurisdicción en la Argentina podría enviar al país a un default abierto. ¿Por qué alguien que cobra en Nueva York aceptaría hacerlo en Buenos Aires, donde no sólo hay cepo, sino también prohibición de girar divisas? Algunos fondos hasta lo impiden en sus estatutos
La que usó cuando dijo que Repsol debería pagarle a la Argentina por YPF, para luego indemnizar más que generosamente a los españoles. Si es así, será claro que Kicillof es no sólo un mal profesor de Historia Económica, en particular de la reciente, y un mal ministro. Pero es un buen político, en el sentido kirchnerista. Ese que dice a los mercados "miren lo que hago, no lo que digo". Y a los seguidores que honestamente creen en el relato épico, "miren lo que digo, no lo que hago".
La opción de ir a un default abierto es aterrorizadora. Un intento de cambiar los títulos de la deuda que se están pagando por otros con cambio de condiciones puede llevar a una catástrofe.
El gobierno de la Alianza estaba en medio de una operación así cuando se desató la catástrofe que lo arrastró. ¿Creerá Cristina Kirchner que a ella le esperaría un destino diferente del de los presidentes, incluidos los dictadores militares, que cayeron tras cesar los pagos de la deuda? Ni a Raúl Alfonsín ni a Fernando de la Rúa les sirvieron sus denuncias de "golpes de mercado" para restaurar sus imágenes. Sería terrible para el país que la Presidenta creyera que ella puede salirse con la suya porque es mejor construyendo relatos.
La amenaza de Kicillof de que habrá una catástrofe como la de 2001 si se pagan los US$ 1500 millones involucrados en la decisión de la Corte y será arrastrada no sólo la Argentina, sino todo el sistema financiero internacional, parece exagerada. En primer lugar, porque los especialistas en estas cuestiones legales afirman que no sería de modo automático que los demás bonistas que no aceptaron los canjes anteriores podrían reclamar su parte.
El Gobierno también necesita gritar que no negocia porque se comprometió a no dar voluntariamente a otro bonista algo mejor que aquello que los que entraron en los canjes aceptaron. A ellos necesita hacerles saber que si termina pagando los fallos, será contra su voluntad, no por un acuerdo o negociación.
Los argumentos supuestamente morales de los funcionarios no tienen ningún valor en los tribunales. Que un doctor en Economía diga que los especuladores ponen en riesgo el capitalismo es también sorprendente. Fue gracias a que hubo fondos buitre que los títulos de la deuda argentina defaulteada conservaron algún valor en el período en que no se pagó nada a nadie.
Con la lógica del Gobierno, ¿qué calificación merecen las compras a precios irrisorios por parte de funcionarios de terrenos en la Patagonia que luego multiplicaron varias veces su valor? ¿O hicieron algo peor que especular y se aprovecharon de tener información privilegiada? Eso sí pone en riesgo el capitalismo y los mercados, y hasta puede ser delito.
El kirchnerismo había hecho la "ley cerrojo", que prohibía pagarles a quienes no habían aceptado el canje. Es un buen recurso para amenazar y forzar a muchos acreedores a aceptar. "Lo malo es creérselo uno mismo", decía el economista Miguel Bein, también alguna vez elogiado por la Presidenta.
El Gobierno está dispuesto -dijeron Cristina Kirchner y Kicillof- a pagar a todos los bonistas lo mismo que a aquellos que acordaron. Es una pena que no lo hayan dicho antes, en vez de defender el cerrojo ante los tribunales norteamericanos, donde no tenía valor alguno.
Kicillof dijo que los buitres no negocian. No es un descubrimiento. El único que podía forzarlos a hacerlo era Griesa. Siempre y cuando la Argentina dijera que estaba dispuesta a pagar en vez de clamar que desacataría un fallo adverso.
La Pesidenta y su ministro muestran ahora como un mérito haberse avenido a pagar los arbitrajes adversos en el Ciadi, después de más de una década de negarse y dar así argumentos a los demandantes.
Cuando se rindió en Malvinas, Mario Benjamín Menéndez estaba con su uniforme impecable. Su rival inglés, embarrado hasta los huesos, era la viva imagen del soldado heroico. Kicillof parece no querer equivocarse y entonces muestra signos de haber combatido con fiereza y no haberse rendido a la realidad, más que a los tribunales.