El motor que empujó a la Argentina en los últimos 15 años está algo gastado y requiere de un urgente ajuste de tuercas. La soja transgénica, el herbicida glifosato y la siembra directa formaron un combinado ideal que aporta cada año 30.000 millones de dólares a la economía. Desde hace un tiempo, sin embargo, este equipo encuentra rivales cada vez más fuertes en las malezas resistentes. Hay un dato que muestra la crisis en toda su dimensión: por primera vez en la historia cayó la superficie agrícola bajo siembra directa.
Los técnicos de la Bolsa de Cereales de Buenos Aires, que acaban de concluir un Relevamiento de la Tecnología Agrícola Aplicada en la campaña agrícola 2102/13, detectaron que la aplicación de la técnica de la siembra directa había descendido de 94% a 92% del área ocupada por los seis principales cultivos. No sería relevante si no fuera la primera vez que sucede. Desde que se introdujo en el país, en el ciclo 1977/78, la Siembra Directa nunca dejó de crecer.
¿Qué sucedió? Como los piojos frente a los piojicidas o los virus frente a los antibióticos, varios yuyos en el campo han ido ganando resistencia frente a la aplicación del glifosato, el herbicida que los mataba y dejaba en pie solamente las plantas de soja RR, modificada genéticamente para resistir ese agroquímico. La Siembra Directa se popularizó en el país desde 1998 justamente porque existía la dupla previa. Esta técnica consiste en abandonar el arado, la famosa “labranza cero”. Antes de su difusión, los productores removían el suelo sobre todo para erradicar todo tipo de malezas. Pero esa práctica tenía consecuencias graves, pues favorecía la erosión de los campos.
“Es un retroceso que algunos lotes se vuelvan a mover para poder controlar las malezas. Pero la mayoría de esos casos son por falta de conocimientos. En el apuro por resolver un problema, algunos productores vuelven a la prehistoria, hacen lo que hacían hace 15 años”, reconoció Martín Marzetti, gerente de la Red de Conocimiento de Malezas lanzada por AAPRESID, la entidad que impulsó la siembra directa en el país. Según el técnico, existen tratamientos efectivos con otros herbicidas que se complementan con el glifosato. Pero, claro, el tratamiento resulta ser bastante más caro y complejo. Por eso hay chacareros que vuelven a mirar con cariño su viejo arado.
Las malezas resistentes, con “la Rama Negra” a la cabeza, han aparecido en todas las zonas agrícolas, pero sobre todo en el NOA, el NEA y Córdoba. Por ahora pierden el partido, pero a costa de un incremento de los costos y de una complejización de un negocio que se había relajado por contar con una delantera tan poderosa como la de Messi, Agüero e Higuaín.
“Ahora hay que poner más técnicos por hectárea ”, recomendó Marzetti, quien se quejó porque en todos estos años las empresas e instituciones del sector “bajaron la guardia” y recién ahora se pusieron a buscar los repuestos necesarios para un motor que muestra sus primeros síntomas de fatiga.