Poco a poco se están tomando medidas muy distintas al discurso de los últimos años. Y en general están dirigidas a producir un ajuste,-con un tipo de cambio más competitivo- aunque vengan con contracción económica.
De acuerdo al humor social, seguramente, el Gobierno caminará a lo largo de un estrecho sendero, donde por un lado se presenta el ajuste y la ortodoxia económica y, por otro, la demagogia y el populismo.
Pocas dudas nos caben. Luego del Mundial la tasa de depreciación de la moneda se incrementará a fin de no alejarse del ritmo de la inflación.
Como se ya sienten con crudeza las consecuencias de años de populismo que obligan hoy a implementar políticas duras, el escenario más probable revelaría un próximo gobierno con una clara orientación hacia la economía de libre empresa y proclive en recrear un ambiente institucional amigable con las inversiones no sólo locales sino también del exterior y el ingreso de capitales.
El futuro de mediano plazo se muestra favorable para la actividad agrícola. Apostar a ello resulta racional. Los derechos de exportación estarán sometidos al debate del Congreso y los Roe´s tendrán los días contados.
Pero mientras tanto habrá que pasar el invierno. Un invierno de muchos meses.
Desde la cadena agroindustrial, la dirigencia debería trabajar en propuestas concretas para el nuevo tiempo.
Ojalá que todos recojan el guante. La oportunidad es enorme en un mundo que, aún con menor viento de cola, sigue con demanda creciente de alimentos.