Tucanguá es la marca de productos orgánicos creada por la Cooperativa Agrícola Limitada Ruiz de Montoya de la provincia de Misiones. Los cultivares de yerba y té están certificados por un organismo externo. La cooperativa exporta yerba orgánica a Japón y a distintos países de Europa por un total de tres millones de pesos. Por su parte, el té orgánico se destina al mercado interno y, en especial, a ciudades turísticas como Buenos Aires, Córdoba, Mendoza y Misiones.
“Para esta cooperativa, la producción orgánica es una inversión a largo plazo”, dijo el técnico de INTA Puerto Rico –Misiones–, Roque Toloza. En la actualidad, cada cultivo –té y yerba respectivamente– ocupa una extensión de 40 hectáreas y convoca a un conjunto de pequeños productores. El INTA acompaña las iniciativas con asesoramiento en manejo agroecológico para mejorar la actividad primaria.
La cooperativa tiene alrededor de 80 hectáreas sembradas de manera orgánica que pertenecen a nueve socios. En el año 2011, la producción sin agroquímicos contó con el apoyo de 23 productores que sumaban 110 hectáreas cubiertas. Entre ambas modalidades productivas, la cooperativa reúne entre 30 y 40 mil hectáreas y 516 socios.
“En los 90, en el peor momento de la actividad yerbatera, la producción orgánica fue una salida para los productores”, aseguró el técnico en referencia al sobreprecio que la cooperativa paga a cada productor por hacer cultivos sin agroquímicos. Hoy día, ese adicional es del 45% sobre el precio del kilo de hoja verde.
La sostenibilidad ambiental es uno de los ejes de la novena edición de INTA Expone NEA, que será realizada el 27, 28 y 29 de junio en Posadas. Con entrada libre y gratuita, la muestra destacará los procesos productivos de algunos cultivos propios del NEA y apuesta a proteger los recursos naturales y la biodiversidad de la región.
Un trabajo cooperativo
“La única planta elaboradora de té orgánico es la cooperativa Tucanguá y está asentada en una colonia de suizos”, puntualizó el técnico de INTA Cerro Azul –Misiones–, Humberto Fontana. El establecimiento nació en 1953 y se dedicó a la producción convencional de té. Años más tarde, incorporó la yerba y, en 1995, el sistema orgánico.
“Ya había productores que tenían la costumbre de hacer cultivos orgánicos y estaba la posibilidad de un mercado que pagaba mejor”, explicó el gerente de la Cooperativa Agrícola Limitada Ruiz de Montoya, Sergio Werle. Además, recordó que el inicio de la actividad fue “muy sencillo” y que sólo exigía la certificación.
Los cultivos están validados por la certificadora Argencert. Cada semestre, un representante del organismo visita a los campos de cultivo para constatar el cumplimiento de los requisitos de calidad.
Una vez recogida la cosecha, cada productor lleva la producción a la cooperativa donde tanto el té como la yerba serán sometidos a procesos de presecado, secado y molienda. Luego, la hoja es colocada en bolsas que son guardadas durante un período de estacionado.
“Además, la cooperativa gestiona la venta de la producción”, agregó Werle. La cooperativa envasa la producción con su marca propia y recibe encargos de empaquetamiento de otros clientes particulares.
“Estamos haciendo una tercera línea en el secadero de té y queremos hacer más automática la recepción de la materia prima”, expresó Werle. Como incentivo a la producción, la cooperativa premia a los socios con fertilizantes orgánicos o convencionales para mejorar sus próximas cosechas.
De exportación
El 10% de la producción de yerba orgánica se vende al exterior rotulada con la marca Tucanguá, lo cual equivale a 200 mil kilos. Entre los destinos de exportación, se introduce en los mercados de Japón, Inglaterra, Alemania y Suiza. Por su parte, la producción de té orgánico tiene un volumen menor y se envasa para el mercado interno.
“La mayoría de los consumidores que compra nuestros productos en vacaciones, los vuelve a elegir y pide que se los enviemos por correo”, dijo Werle. La cooperativa empaqueta yerba por kilo, medio y un cuarto y saquitos de matecocido. Envoltorios de papel, cajas de madera, bolsas de yute o lienzo son algunas de las presentaciones de los productos.
“Yo creo que hay una mayor conciencia en los consumidores que los predispone a comprar productos orgánicos”, argumentó Toloza. No obstante, aclaró que este comportamiento aún “predomina en los mercados europeos y asiáticos hasta el momento”.
Además de la producción orgánica, la cooperativa tiene cultivares convencionales de té y yerba. El té es exportado a Estados Unidos y, en otras oportunidades, también se vendió a Suiza, Holanda, Inglaterra, Bolivia y Chile. Respecto de la yerba, el 90% de la producción se dirige a las principales compañías procesadoras de la región.
Apoyo del INTA
“Más allá de la rentabilidad por volumen de producción, el productor gana en la variación de los precios en el mercado”, apuntó Werle en referencia a la ganancia que surge entre el costo de producción primaria y el precio de venta después del tiempo de estacionado. En el caso de la yerba, ese tiempo es de dos años.
“Si un productor convencional tiene entre 8 y 9 mil kilogramos de rendimiento, uno orgánico tiene la mitad”, estimó Werle. La no utilización de agroquímicos disminuye el rinde y encarece el precio de los productos. No obstante, el gerente especificó que el margen de rentabilidad era del 15%.
El INTA brinda asesoramiento en técnicas de manejo agroecológico con el objetivo de reducir el costo de la actividad primaria. En esa línea, Toloza dijo que el uso de cubiertas verdes evita el desarrollo de malezas y limita la aplicación de herbicidas así como el tiempo de laboreo de la tierra.
Además, el organismo organiza charlas sobre poda y fertilización orgánica y realiza algunos estudios de calidad aplicados a los sustratos.