Superado el escandalete de la carta del papa Francisco a Cristina Fernández, picó en punta el ministro de Transporte, Florencio Randazzo, quien, con su exabrupto contra los grafiteros que le pintaron los trenes nuevos, logró reemplazar por unas horas la discusión de fondo sobre la desastrosa política ferroviaria del Gobierno. La desmesura de sus palabras no servirá para borrar de la memoria colectiva la idea de que lo que impulsó la compra de las nuevas formaciones fue la masacre de Once, pero lo ayudará a instalarse como precandidato a presidente del Frente para la Victoria. La foto de la Presidenta compartiendo su "indignación" le serviría tanto para la "interna" como para el aumento de su nivel de conocimiento entre los argentinos. Contra lo que puedan suponer los intelectuales de Carta Abierta, el recurso de la "lengua dura" contra los grafiteros atrae más votos que el discurso progre, igual que le suma adherentes a Sergio Massa el haberse puesto la camiseta del aumento de penas para los delitos más aberrantes.
El gobernador Daniel Scioli lo sabe muy bien, por eso quiere fijar la idea de que no hay nadie más preocupado y activo que él para trabajar contra la inseguridad: apabulló a la audiencia con estadísticas de operativos, droga secuestrada y personas detenidas. Y lo hizo alentado por la leve suba en las encuestas que logró después de declarar la emergencia en seguridad. La duda de sus asesores es si sincerar los números del combate contra la delincuencia genera "más sensación de seguridad" o alienta la idea de que la provincia es un polvorín.
Con menos retórica de derecha e ideas más sofisticadas, los diseñadores de la campaña Mauricio Macri 2015 lanzaron un proyecto desde la Ciudad para todo el país: la convocatoria para terminar el colegio secundario online, desde Ushuaia hasta La Quiaca que culmina con la entrega del título oficial en la Capital Federal. El jefe de gobierno está sorprendido por los resultados, pero más sorprendido está por el impacto de sus visitas al conurbano bonaerense. "Cruzás el puente Avellaneda y parece que te metés en otro país. No entiendo cómo a Daniel [Scioli] le puede ir tan bien en las encuestas con el desastre que es la provincia de Buenos Aires", dice a quien quiera escucharlo. El gobernador le respondió que es una cuestión de escala. "Explíquenle al ingeniero que la provincia tiene metidos en su territorio varias ciudades como las que gobierna él", le mandó a decir por sus asesores. Pero, mientras recorre la provincia, el ex presidente de Boca le está imprimiendo a su campaña un ritmo inusitado. Y tiene una idea fija: hacer visible su gestión en la Ciudad y comunicar que algo parecido puede lograr si se transforma en presidente. Hernán Lombardi, uno de los ministros más elogiados por la oposición en general y los dirigentes de UNEN en particular, comprendió enseguida el mensaje. Por eso viaja por las provincias para presentar la agenda cultural y fijar la idea de que Macri no es un cuco, sino una persona tan abierta, plural y moderna como las iniciativas que sostiene su área de competencia.
Algo parecido, pero de manera más artesanal, ensaya el gobernador de Córdoba, José Manuel De la Sota. El mandatario no tiene problemas en sacarse una foto con ninguno de los presidenciables; por ahora, le da lo mismo Massa que Scioli o Macri. Lo único que pide es que no aparezca en el cuadro ninguna figura cercana a la Presidenta o con la camiseta pintada del Frente para la Victoria. Córdoba es una de las provincias más anticristinistas de la Argentina, y De la Sota se presenta a sí mismo como un dirigente nacional que viene a reconstruir parte de lo que Néstor y Cristina destruyeron, empezando por dejar de tratar al adversario como un enemigo irreconciliable.
La otra agenda de los candidatos, y también de la Presidenta, no es, en esencia, electoral, sino judicial. La jefa del Estado cuenta los días para saber cuándo será llamado a declaración indagatoria Amado Boudou y ya empezó a escuchar sugerencias de su círculo íntimo. Su hijo Máximo se inclinaría por sostenerlo hasta último momento, aunque fue el primero que le advirtió a su madre que Boudou no era tan leal ni tan transparente como se presentaba. El secretario de Legal y Técnica de la Presidencia, Carlos Zannini, sería partidario de pedirle que se tome una licencia, porque teme que, perdido por perdido, el vice encienda el ventilador y arroje estiércol hacia su propio despacho. Otro que está preocupado en manipular la agenda judicial e incidir en el fiscal y el juez que tramitan una causa que lo involucra es el senador Aníbal Fernández, a quien el lunes pasado Graciela Ocaña denunció, junto con Jorge Capitanich y Juan Abal Medina, por violación de los deberes de funcionario, administración fraudulenta y fraude, como responsables del manejo del dinero de Fútbol para Todos. La legisladora incorporó en su denuncia al presidente de la AFA, Julio Grondona, y le pidió a la Justicia que investigue cómo se entregaron esos fondos públicos y qué hizo con ellos el dueño de la pelota. La presentación cayó como una bomba de profundidad. Si el fiscal y el juez deciden avanzar, será la primera vez que don Julio tenga que rendir cuentas sobre el manejo de la plata que les da a los clubes en forma discrecional. Fernández explica que se trata de una prestación de servicios y por eso no debe ser auditada. Ocaña y el ex ministro de Economía Roberto Lavagna aclararon que todos los fondos públicos son pasibles de ser investigados.
Al argumento defensivo de Aníbal lo terminó de pulverizar la Auditoría General de la Nación, cuyos técnicos preparan un informe con denuncias sobre irregularidades. El juez que entiende en la causa es Sergio Torres, de quien se dice que sueña con terminar su carrera en la Corte Suprema, por lo que no sería permeable a las presiones del Gobierno. El fiscal es Eduardo Taiano, quien les hizo un gran favor a Néstor y Cristina al no apelar el sobreseimiento en tiempo récord que les concedió el juez Norberto Oyarbide en la causa por enriquecimiento ilícito, cerrada durante las navidades de 2009, en el medio de los festejos y las copas de champagne.