Los principales interrogantes que se plantean los productores frente a la decisión de fertilizar o no sus cultivos de girasol encontraron respuesta en el panel dedicado al tema, durante en 6º Congreso Argentino de Girasol realizado en el Sheraton de Buenos Aires. El arranque lo hizo Gustavo Duarte en su calidad de moderador, quien presentó una caracterización de la actualidad sobre la nutrición que reciben los lotes de esta oleaginosa en el país. Al respecto, señaló que sobre las algo más de 31 millones de hectáreas dedicadas a los principales cultivos agrícolas en la campaña 2012/13, el 72% fue fertilizado con una dosis promedio de 117 kg/ha. En tanto que si bien el 84% del área girasolera recibió aportes de nutrientes, la dosis promedio, de sólo 57 kg/ha, fue la más baja entre todos los cultivos. Esto muestra una situación desfavorable para la oleaginosa a nivel de balance de nutrientes, ya que sólo se cubre el 18% de sus requerimientos, mientras en trigo es el 64%, en maíz el 44% y en soja el 40%.

Frente a ese escenario, Duarte planteó los tres grandes interrogantes que rodean a la decisión de fertilizar los cultivos de girasol: ¿Es la nutrición actual del cultivo una limitante parar mejorar la productividad? ¿Existe suficiente información para la toma de decisiones? ¿Cuáles son las principales restricciones que interfieren en la adopción y respuesta?

El primero orador que comenzó a dar respuestas fue Alberto Quiroga. El especialista planteó que en el oeste de Buenos Aires y este de La Pampa la disponibilidad de agua en el momento de la siembra es la principal limitante del rendimiento de los cultivos de girasol. “Esa disponibilidad inicial está condicionada no sólo por las precipitaciones –explicó Quiroga-, sino especialmente por la capacidad de retención de agua de los suelos y por el manejo previo que condiciona cuánto del agua retenida fue cubierta en el período previo”.

“De esta manera –continuó-, previo a la siembra del cultivo y dentro de un mismo establecimiento podemos encontrarnos con un amplio rango de contenidos de agua que normalmente van de 50 a 300 milímetros en los primeros dos metros del perfil y que luego determinarán los rangos de rendimientos que normalmente van de 1000 a 3000 kilos aún con las mismas precipitaciones”.

Quiroga también afirmó que aquellos lotes de mayor rendimiento son los que poseen más probabilidad de responder a la fertilización- “Por eso –dijo- en girasol normalmente se ha experimentado que es más fácil levantar los techos que los pisos de producción. Es decir que un girasol de mil kilos difícilmente esté limitado por un problema de nutrientes pero uno de 2500 kilos seguramente sí”.

Luego, Martín Díaz Zorita repasó los factores que son considerados “definitorios” como determinantes del rendimiento entre los que se encuentran los ligados a la calidad del ambiente en el que se realiza el cultivo (suelo, antecesor, etc.) y los que definen la estructura del cultivo (genotipos, fechas y densidad de siembra, etc.), luego se refirió a los que actúan como “limitantes” entre los que precisamente se destacan la nutrición del cultivo y la disponibilidad de agua, y finalmente aquellos considerados “reductores” que son los ligados fundamentalmente a la protección del cultivo de las enfermedades, plagas y malezas.

El especialista fue concluyente al señalar que “la nutrición mineral es un factor limitante de la producción con evidentes aportes a la producción que varían según regiones y rendimientos”. Luego detalló las diferentes funciones fisiológicas críticas de algunos nutrientes, indicando que el fósforo juega en la implantación con efecto relevante en la exploración de las raíces y consecuentemente en la tolerancia a sequía. El nitrógeno es un regulador del tamaño del área y en la eficiencia del uso de la radiación, mientras que el boro desempeña un papel importante en la división celular.

Por último, Díaz Zorita indicó que el desafío es la integración de prácticas de manejo y diagnóstico de necesidades de nutrición según los rendimientos alcanzables en modelos productivos estables de altos rindes.

En el cierre, Duarte sintetizó las principales conclusiones del panel señalando que hay suficiente información para decidir la estrategia de nutrición del cultivo de girasol, que el agua es el factor más importante y es condición necesaria a la hora de conocer la eficiencia con la que van a responder los nutrientes, que es prioritario ajustar en primer lugar los factores considerados definitorios para tener respuesta a la fertilización, y enfatizó la necesidad de cubrir “una asignatura pendiente que tiene laagricultura argentina frente a sus competidores referida a la baja utilización de los análisis de suelo”.

“Creemos que el girasol tiene una oportunidad –dijo Duarte- y que sin ninguna duda la fertilización puede ser la puerta para ese cambio”.