Hay dos fenómenos que explican, en gran parte, la fuerza ascendente de los precios tanto a nivel local como internacional en lo que va de mayo con la excepción del viernes pasado y del día de hoy 26 de mayo.

Tal fuerza sólo puede interrumpirse, de vez en cuando, por tomas de ganancias que no permiten que los precios sigan una tendencia de permanente suba.

Pero, si debiéramos apostar, diríamos que los precios, al menos para lo inmediato, seguirían en un camino firme.

En la plaza local, por ejemplo, llegamos a tocar un valor de $2.600.-

Veamos porqué.

En primer lugar debemos destacar el papel de la industria procesadora en EE.UU.

Las fábricas allí siguen procesando a toda marcha, en tanto que la mercadería disponible para su industrialización se está agotando.

La presión de esta demanda es tan grave que, seguramente, habrá de recurrirse a la importación de soja desde Brasil, tal como sucediera en abril y la primera mitad de mayo. Se cree que aproximadamente un millón de toneladas podrían llegar a los puertos del Golfo de México durante junio.

En cuanto a la relación stock/consumo en EE.UU. la situación es muy delicada. La cosecha próxima debería ser muy elevada para que la disponibilidad de mercadería se recomponga.

EE.UU. debería recolectar al menos un volumen de 98 millones de toneladas. Todo un número…

A lo largo de agosto, como mes decisivo, veremos cómo se desarrolla la producción próxima. Si las condiciones no son las ideales habrá problemas de suministro al finalizar el año.

En segundo lugar, el gran oferente del sur, esto es la Argentina, viene mostrando una alta reticencia a desprenderse de mercadería, por lo que su aporte al mercado internacional es menor al esperado para esta época del año.

La incertidumbre económica, sin dudas, presiona sobre el comportamiento de los productores que prefieren la política de venta en cuenta gotas sobre cualquier otra opción.

Pero además hay que remarcar el problema climático que, hasta el viernes pasado, venía definiendo muy negativamente el ritmo de la cosecha.

De acuerdo al informe semanal del Ministerio de Agricultura, sólo se ha recolectado el 73% de la superficie. Se trata de un área de 14,60 millones de hectáreas sobre un total próximo a 20,30 millones de hectáreas.

La cuestión es grave. Estamos por entrar a junio y todavía falta más del 25% por trillar.

Veremos en más días en qué condiciones se encuentra tal producción, luego de tantas precipitaciones. Y no nos referimos sólo a la cantidad, sino también a la calidad.

Porque, para colmo de males, la oferta recibida por la industria local, en los últimos días, ha desmejorado por el exceso de humedad.

Evidentemente para la industria local será muy difícil lograr el nivel de calidad requerido por el mercado internacional.

El problema no es menor.

No se trata solamente del bajo tenor proteico sino también de la caída en el contenido de materia grasa. De esta forma, el coeficiente de PROFAT del grano -indicador del contenido de proteína más materia grasa- se halla en un reducido nivel.

Los reducidos niveles de proteína en grano originan harinas de relativa poca calidad.

La cuestión de la calidad proviene, fundamentalmente, de las condiciones climáticas que este año no han sido para ndad ideales. Recordemos: muchos días nublados y en consecuencia falta de radiación con sus implicancias negativas sobre el contenido de materia grasa en el grano.

Pero hay cosas que pueden atribuirse a la política agraria. No existen incentivos para que se desarrollen variedades que apunten a maximizar el tenor proteico. Es que a mayor rendimiento, menor es el resultado en proteína. A ello también debe agregarse el desgaste de la tierra que influye en la calidad y éste desgaste es la consecuencia, básicamente, de aplicar castigos a la producción de trigo y maíz, ROEs mediante.