Mauricio Macri y Elisa Carrió coinciden, antes que nada, en una cosa: si las organizaciones que integran no logran un acuerdo antes de las PASO, es muy probable que no haya segunda vuelta para ninguno de los dos, porque los que competirán por la presidencia en diciembre de 2015 serán Sergio Massa y Daniel Scioli. En realidad, más convencida que Macri está Carrió, porque ya perdió varias veces contra esa tremenda máquina que es el peronismo cuando trabaja para retener el poder. Pícara y gran comunicadora, ahora Carrió tradujo su propia necesidad en una frase contundente: "Más allá de la ideología está la república". Macri, en cambio, todavía cree que podría entrar al ballottage, envalentonado por la última subida en las encuestas nacionales.
Contra lo que sostienen dirigentes honestos como Margarita Stolbizer , del Frente Amplio Progresista, o intelectuales serios, como Alejandro Katz, tiendo a creer que el principal obstáculo para una coalición con Macri no es la ideología, ni la identidad cultural, sino las personas. Binner, por ejemplo, es un dirigente considerado "buena persona". Sin embargo, es también muy dogmático y poco flexible. Binner percibe a Macri como un límite moral e ideológico que jamás podría sobrepasar. Sin embargo, cuando algunas de las personas que más lo conocen le preguntan por sus diferencias de fondo con el jefe de gobierno de la ciudad, no sabe qué responder. Y menos sabe qué decir cuando le piden que compare la gestión de Macri en la ciudad con las gestiones del Partido Socialista en Rosario o en la provincia de Santa Fe.
Un gran artista identificado con UNEN, cuya identidad mantendré en reserva, me contó que tuvo una larga conversación con Binner sobre el asunto. El artista le habló, por ejemplo, del fuerte apoyo que le dio el ex presidente de Boca a la gestión cultural de su ministro Hernán Lombardi, un radical que no les pregunta a los artistas que trabajan en los centros culturales de la ciudad a qué partido pertenecen. El artista le explicó a Binner que las críticas que había realizado desde su cuenta de Twitter contra el gobierno porteño no fueron respondidas con descalificaciones personales. Comentó lo bien que les había caído a otros compañeros de centroizquierda una charla organizada, tiempo atrás, por el Club Político Argentino, en la que Macri se aguantó fuertes cuestionamientos. Pero al ex gobernador de Santa Fe nada de eso pareció conmoverlo. Sólo musitó: "Somos diferentes. Venimos de distintas historias políticas". Al artista, que firmó solicitadas a favor de la candidatura presidencial de Binner, la respuesta de su líder le pareció discriminatoria. Y políticamente vieja. Otro referente social que trabaja con Carrió en la provincia de Buenos Aires me dijo: "Binner tiene el mismo prejuicio que Margarita Stolbizer y Ricardo Alfonsín. Es como si la figura de Macri fuera necesaria para explicar que ellos son más buenos y mejores".
Más modernas aparecen figuras como Martín Lousteau e incluso Rodolfo Terragno, activo participante de la fracasada experiencia de la Alianza, pero uno de los pocos dirigentes con capacidad de autocrítica pública y escasa inclinación por los negocios personales. Todos ellos muestran vocación por construir una alternativa de poder, reivindicando las diferencias, pero acordando puntos básicos para gobernar sin que el proyecto explote antes de tiempo. Lo mismo, aunque formen parte de otra generación, piensan Julio Cobos, Ernesto Sanz, Oscar Aguad y Ricardo Gil Lavedra. En su historia personal y política pesa, más que cualquier otra cosa, el daño que, dicen, hizo el peronismo a las instituciones y también al país, desde 1983 hasta ahora mismo. "Prefiero acordar un gobierno de coalición con Macri, con todas las diferencias que podemos tener, a soportar otra década más de peronismo en el poder", me dijo uno de ellos. Ése es el gran fantasma que agita Carrió en las charlas que ya agendó con las principales figuras de la primera y la segunda línea de UNEN. "Con otro turno de peronismo, la Argentina será más corrupta, más narco y más violenta", repite. Ella quiere una foto con la senadora nacional Gabriela Michetti, la dirigente con mejor imagen después de Massa. Quizá la consiga cuando presente su libro este fin de semana en Mar del Plata.
Carrió es otro ejemplo de que el principal obstáculo para consolidar un acuerdo con Macri no es ideológico, sino que tiene más que ver con los estilos personales. Ella ahora aparece como la principal interesada en construirlo, pero hasta hace poco hablaba pestes de Macri, en público y en privado, casi con la misma intensidad con la que desde hace años denuncia a Néstor y Cristina Kirchner. Carrió se presenta como la defensora número uno de la república, las instituciones y la tolerancia, pero cuando un periodista le hace preguntas incómodas, deja de atenderle el teléfono y lo coloca en el freezer, igual que hacían los Kirchner antes de empezar a perseguir a los profesionales críticos.
Macri, cuyo ego no es más pequeño que el de Carrió, desconfía de la diputada nacional precisamente por eso. Ya le mandó a decir que no va a tener ningún problema en sentarse a hablar con ella, pero antes quiere limpiar el terreno de las malezas crecidas a fuerza de recelos mutuos. El jefe de Pro todavía tiene pendiente la asignatura "Competencia de egos" para recibirse de dirigente político maduro. Sus diferencias personales, más que políticas, con Francisco de Narváez, le impidieron acumular más votos y poder para negociar hoy en mejores condiciones. Fueron también las enormes diferencias personales entre Fernando de la Rúa y Carlos "Chacho" Álvarez las que hicieron explotar la Alianza, además del contexto internacional y la evidente ineptitud del ex presidente. En este sentido, el peronismo no tiene ningún prurito: en él pueden convivir dirigentes de extrema derecha con ex combatientes de la guerrilla montonera; pueden aparecer a los besos las mismas personas que hasta hace cinco minutos estaban peleadas a muerte; incluso Massa y Scioli podrían confluir en un mismo espacio, si estuvieran seguros de que Macri y UNEN lograrían poner en riesgo sus respectivas carreras hacia la presidencia.
Egos revueltos es el título de un exquisito libro escrito por el español Juan Cruz. Cuenta historias personales y literarias de escritores como Jorge Luis Borges, Julio Cortázar, Günter Grass y Camilo José Cela, a quienes el autor tuvo el privilegio de conocer y editar. Siempre quise usar ese título para alguna nota. El ruido alrededor del lanzamiento de UNEN me dio una buena oportunidad.