Desde un principio, la extraña misión comercial del gobierno nacional a Angola, en 2012, tuvo todos los ribetes de una farsa. El tiempo terminó confirmándolo, y si alguna duda quedaba se despejó al saberse que la empresa entrerriana que iba a fabricar y exportar a aquel país africano 18 cosechadoras ha quebrado con una deuda de diez millones de pesos y sólo produjo una unidad, que nunca funcionó y hoy está abandonada en Angola, por lo cual a la farsa podría sumarse la estafa.

Aquel prototipo inservible de cosechadora, el único que salió de los talleres de la empresa Grandes Máquinas, se había estacionado junto a la Casa Rosada en marzo de 2012 para que la Presidenta subiera a su cabina. En aquella oportunidad, anunció la exportación que nunca se realizaría, pese a que la empresa recibió millonarios préstamos oficiales de Entre Ríos .

Fue el entonces secretario de Comercio Interior Guillermo Moreno el responsable de aquella misión surrealista que no recibió una explicación lógica, pero que contó con el firme apoyo de la Presidenta, quien viajó a aquel país para otorgarle al emprendimiento el máximo aval.

Moreno había invitado a comerciantes de la feria La Salada que fabricaban indumentaria para que se sumaran a la delegación de 250 empresarios con la intención de que intentaran exportar sus prendas a Luanda. En el avión rumbo a la capital de Angola, junto a globos con la leyenda "Clarín miente" y la consigna "¡A vender!", Moreno arengó a la comitiva que intentaría compensar con sus productos las eventuales compras de petróleo que pudiera realizar la Argentina.

Una vez en suelo angoleño, un integrante de la comitiva de Moreno no dudó en aprovecharse de las necesidades de los niños de ese país y les regaló medias con la leyenda "Clarín miente".

Parte esencial del operativo era la prometida exportación de las 18 máquinas cosechadoras, que ha terminado en el más absoluto fracaso y en más de una causa judicial, incluida una por presunta defraudación y desvío de fondos públicos a raíz de la denuncia de un particular.

La única cosechadora de Grandes Máquinas, una empresa de origen cordobés, pero radicada en Concepción del Uruguay, Entre Ríos, jamás funcionó. Las demás nunca se fabricaron, pese a los generosos préstamos que otorgó Entre Ríos, pues el emprendimiento contaba con el apoyo del gobernador de esa provincia, Sergio Urribarri , quien se caracteriza por ser uno de los gobernadores predilectos de la Presidenta. Urribarri habría sido quien acercó el fallido proyecto a la jefa del Estado.

Entre Ríos otorgó a la firma seis millones de pesos en subsidios entre 2009 y 2012 para montar la fábrica, a los que se suman los intereses por no haber devuelto los créditos en tiempo y forma. Además, la AFIP le exige el pago de 778.000 pesos, y 250.000 el organismo tributario de Entre Ríos.

Conviene reparar en un detalle que muestra a las claras tanto la farsa como el fraude, además de una inexplicable falta de supervisión por parte de las autoridades provinciales y nacionales que llama la atención y merece ser investigada. Nos referimos al hecho de que la firma entró en cesación de pagos en diciembre de 2011, tres meses antes de que Cristina Kirchner se subiera a la cabina de la cosechadora junto a la Casa Rosada y anunciara el proyecto exportador a Angola. El 15 de diciembre de 2011, la empresa había emitido 182 cheques por poco más de cuatro millones de pesos, que fueron rechazados por falta de fondos. La quiebra se decretó hace dos semanas.

La farsa y la estafa signaron la payasada que Moreno llevó a cabo con el aval presidencial. Un gobierno sediento de buenas noticias que alimentaran el relato oficial de una Argentina exitosa en lo económico inventó una gesta exportadora que resultó una vergüenza, además de un fracaso. Nadie reparó ni quiso reparar en que la firma se encontraba en cesación de pagos. Lo que importaba era -entonces como ahora- dar noticias buenas, aunque fueran falsas o estuvieran en el ámbito de lo meramente posible.

En 2011, un año antes de concretarse la misión, nuestro país exportó a Angola por 222 millones de dólares, que en 2012 bajaron a 200 millones. El año pasado, a un año de concretada la misión, nuestras exportaciones habían bajado a 144 millones. Una disminución de 36 por ciento.

En pequeño, la misión a Angola sintetiza la gestión kirchnerista: un relato sin bases materiales, invención, discursos, promesas, papelón y estafa. Aquella solitaria cosechadora, terminada con arcilla y cartones, simboliza desde la lejana Angola el inevitable triunfo de la realidad por encima de todo relato.