La financiera local Epsilon habría sido la compañía utilizada para girar fondos a los Estados Unidos en las operaciones de supuestos sobornos que se investigan después de la denuncia de British Petroleum. Así surge de los estudios que desde diciembre viene realizando la Securities and Exchange Commission (SEC) de los EE.UU.
La SEC, equivalente a la Comisión de Valores argentina, averigua si la casa de cambio fue usada para girar fondos ilegales a EE.UU. vinculados a los contratos petroleros de Cerro Dragón y a la asociación de Pan American Energy con la firma estatal china CNOOC.
El dinero que salió desde esa financiera habría tenido como destino al J.P. Morgan, una entidad bancaria que también está siendo observada por la SEC de Washington.
Entre diciembre y enero, el organismo convocó a otros empresarios y financistas argentinos que utilizaron los servicios de esa compañía y también giraron fondos al banco de Wall Street.
En todos los casos se consultó sobre el origen de esa plata y la mecánica de la operación.
La SEC investiga el posible lavado de dinero. En esos interrogatorios hubo intensas consultas sobre funcionarios del Ministerio de Planificación, la Secretaría de Energía y la provincia de Chubut.
Epsilon es una operadora de la Bolsa que tuvo serios problemas por presuntos casos de lavado de dinero. Cayó dentro de una mega-denuncia de la AFIP y fue allanada en abril del 2013 por el cuestionado juez Oyarbide. Ahora, en su juzgado se encuentran los detalles de sociedades y cuentas que desde Epsilon se utilizaban para sacar fondos al exterior. Este secreto es un arma más que maneja el magistrado para que lo protejan desde la Casa Rosada. Hace unas semanas, Cristina le dio una orden a Carlos Zannini :“Hay que cuidar a Oyarbide.” La cuestión tiene alterado al ministro Julio De Vido, porque dejó sustanciales evidencias de que participó en la redacción del contrato de Cerro Dragón que investiga la SEC. Sus explicaciones no pueden ocultar una cuestión crucial: que el ministro negoció con Pan American Energy y que elaboró el borrador del convenio que después adoptaron y aprobaron Chubut y Santa Cruz. Entre sus íntimos, De Vido desconfía de Axel Kicillof y lo acusa de fogonear el escándalo para perjudicarlo. Ambos ministros tienen una encarnizada pelea por espacios de poder.
Kicillof –en privado– adjudica a De Vido la crisis energética, pero además lo acusa de haber perjudicado a Cristina con hechos sospechados de corrupción. Y De Vido dice que Kicillof se ha alineado con Washington.
El Gobierno mantiene silencio político: dejaron solo a De Vido para que se defienda y nadie salió a respaldar su posición frente a un episodio cargado de dudas. Jorge Capitanich fue el único que lo avaló, pero de un modo confuso y sin convicción: fue una respuesta forzada. A esta dupla la une el espanto y no la elaboración de proyectos conjuntos. Ambos disputan poder con el ministro de Economía.
En enero, Capitanich contuvo a De Vido y paró su renuncia. Lo hizo con este argumento: “Julio, si te vas, Cristina le va a entregar tu ministerio a gente de Kicillof.” Fue después de que la Presidenta zamarreó y responsabilizó a De Vido por los cortes de electricidad de fin de año. El ministro de Planificación salió de Olivos con la idea de renunciar y fue frenado por Capitanich, para evitar que Kicillof investigue y revise los contratos de Planificación.
El ministro de Economía tiene pánico de quedar enredado en las denuncias de corrupción que sacuden al Gobierno.
Por eso, abrió una interna feroz en el Gabinete para redibujar los datos del PBI y no pagar el cupón de los bonos.
Kicillof no quería enfrentar la responsabilidad penal por las acusaciones de malversación de fondos públicos que implicaba admitir un crecimiento del PBI que no existió.
Juan Fábrega había convencido a la Presidenta de mantener las proyecciones falaces del INDEC y abonar los 3.000 millones de dólares. Su argumento era mantener la confianza de los mercados.
Todo estaba acordado en esa dirección, pero Kicillof fue advertido de las denuncia que se le venían: así, priorizó su posición personal sobre la del Gobierno.
A partir de ahí batalló contra Fábrega y contuvo a la propia Presidenta. La convenció con el argumento del ahorro de las reservas que provocaría retocar el PBI para abajo.
El papelón del ministro igual fue mayúsculo: el INDEC volvió a dibujar los datos y borró de un plumazo la proyección de crecimiento del 4,9%.
La falta de seriedad de Kicillof quedó expuesta frente a los pocos economistas calificados que tienen diálogo con la Casa Rosada. Se trata de Miguel Bein, Mario Blejer, Aldo Ferrer, Héctor Valle y de la CEPAL.
El grupo fue invitado al INDEC el miércoles de la semana pasada, para hablar sobre la medición y fundamentar el nuevo PBI. Imprevistamente, en la mañana del mismo miércoles la reunión fue cancelada sin explicaciones y por e-mail. Un día después y de un modo extraño, se cambió todo: en un comunicado de sólo tres hojas se difundió el crecimiento acotado del PBI.
Así, el relato del Gobierno –que desde hace años infla, y mucho, el PBI – sufrió un durísimo traspié.
Ana María Edwin y Norberto Itzcovich siguen retocando las estadísticas. En noviembre, Kicillof quiso echarlos, pero Cristina abortó la operación. Ahora el ministro ya no puede: ha terminado siendo cómplice de la cúpula del INDEC en la nueva manipulación estadística, el ocultamiento de la pobreza y en los retoques que persisten sobre el índice de precios.