En un contexto en el que el gobierno ha autorizado por el momento 1,5 millones de toneladas (mill tt) de exportaciones de trigo para el ciclo 13/14 (dejando nuevamente el mercado brasileño a manos de EEUU), y que la molinería estaría stockeada en términos generales hasta abril (ya ha comprado aproximadamente 2 mill tt, en línea con la evolución histórica), no sorprende que estemos asistiendo a un mercado con escaso dinamismo en términos de comercialización.
En efecto, hasta ahora se han negociado algo más de 4 mill tt (barras rojas y eje izquierdo del gráfico 1), lo que se traduce en el menor registro de los últimos años, muy lejos de las 6.5 mill tt comercializadas a esta altura de 2013 y de las casi 9 mill tt de dos períodos atrás.
En términos relativos, el ritmo de ventas alcanza el 40% del output a mediados de marzo (línea negra y eje derecho), 15 puntos por detrás del mínimo de los últimos años (observado en la campaña 10/11) y muy por debajo del 65% promedio de las últimas 8 temporadas (línea verde).
Viendo la estructura de oferta y demanda, las existencias finales de nuestro país serían de aproximadamente 2,5 mill tt para el año en curso (ver gráfico 2), muy por encima de las últimas dos campañas (cuando fueron menores a 1 mill tt) y en línea con lo vislumbrado hasta el ciclo 10/11.
A partir de esto, como mínimo se podrían otorgar licencias para exportar por 1 mill tt adicionales sin correr riesgos de desabastecimiento interno (durante el período 12/13, como consecuencia de esta política regulatoria desacertada, la exportación terminó vendiéndole a la molinería a precios que superaron los U$S 700), generando a los valores actuales ingresos adicionales superiores a U$S 350 millones.
Frente a este panorama abundancia artificial, la consecuencia inevitable para este mercado es que se generen mecanismos para que el productor retenga su mercadería, a diferencia de lo que se percibe en soja y maíz donde se fomentan las entregas inmediatas.
De hecho, entre marzo y julio en el Matba se advierte un carry de casi U$S 20 (ver gráfico 3 a través de la barras azules y el eje izquierdo), muy cerca del pico reciente de U$S 25 cuando nos estamos acercando al vencimiento de la primera de estas posiciones.
Por su parte, la tasa anualizada de este pase resulta del 25% (línea roja y eje derecho, recientemente ha llegado a un pico de 35%), lo cual debe considerarse como elevada si tomamos en cuenta que en buena parte de los últimos meses esta brecha ha sido menor al 15%,
Analizando la evolución de los precios entre finales de marzo y la expiración de la posición julio, en los últimos años solamente se ha registrado una caída en 2011 (U$S 24). Por el contrario, en el resto de los períodos se han registrado subas de entre U$S 20 y U$S 30, con el caso excepcional de 2013 cuando se ha vislumbrado un salto formidable superior a U$S 230.
En función de lo que estamos describiendo, para aquellos productores que cuenten con capacidad de almacenaje para los próximos meses y no enfrenten fuertes obligaciones financieras que precipiten ventas, las condiciones actuales del mercado y las perspectivas de mediano plazo están arrojando señales claras acerca de la conveniencia de postergar la comercialización de trigo.
Adjuntamos a continuación el informe completo del analista, Iván Barbero. Para verlo, haga CLICK AQUÍ: