En una extraña conferencia de prensa, el ministro de Planificación, Julio De Vido, anunció ayer que antes de fin de año llegarán al país inversiones mineras por más de US$ 3.858 millones. No aclaró qué compañías ni con que planes lograrían ese monto, que duplicaría al del año pasado.
Por otra parte, Daniel González, el máximo responsable financiero de YPF, anticipó que la petrolera tiene previsto salir al mercado internacional a buscar US$ 1.000 millones.
Y las versiones del mercado dicen que eso sería más temprano que tarde.
En tren de anuncios, la norteamericana Chevron, que firmó un acuerdo con YPF para la explotación del yacimiento de Vaca Muerta ( la mayor joya de la abuela de la Argentina, por muy lejos), afirmó que tiene previsto perforar 140 pozos con 17 equipos en este año. Aunque no lo dijo, cada pozo representa una inversión aproximada de US$ 10 millones, lo que involucraría unos US$ 1.400 millones, y todo este año.
Aunque aparecer inconexos los anuncios se encaminan en un sólo sentido, con el trasfondo de llenar un vacío clave que presenta la segunda parte del año: ¿de dónde llegarán los dólares una vez que hayan entrado y se gasten los de la soja?
En el Gobierno creen tener bien cimentado el “puente” de divisas, por lo menos, hasta junio. Apuestan a que los 54 millones de toneladas de producción de soja a un precio superior a los US$ 500 la tonelada sean un reaseguro suficiente para que a partir de abril el Banco Central empiece a recuperar reservas en forma sostenida.
De hecho, el cambio del sector externo después de la devaluación es sensible: caen fuerte las importaciones y, con la suba de la tasa de interés y la baja de los precios del dólar a futuro por las ventas obligadas de los bancos, los exportadores entraron más dólares.
Devaluación, golpe inflacionario y suba de tasas, si bien le permitieron al Central moderar sensiblemente la baja de las reservas de dólares, crearon el marco para una fuerte desaceleración de la economía.
Como en otros tiempos, los sectores productivos con altos componentes importados (autos, motos, electrodomésticos, etc) hoy tienen el efecto tijera de suba de costos por la devaluación pero también caída de demanda por la pérdida del poder de compra de los consumidores y el impacto de la suba de la tasa de interés.
Aunque cercanos en el almanaque, lejos quedaron los tiempos en que de la mano de salarios en dólares fortificados y tasas de interés bajas las ventas parecían imparables.
Según un informe del Estudio Bein, desde noviembre para acá el salario real del sector privado registrado cayó 10,2%, un cifra fuerte en sólo tres meses. Y, además, la caída del crédito es importante.
Las tarjetas limitaron las cuotas sin interés, las tasas para financiamiento de los créditos personales andan por el 40% anual y recién empiezan a bosquejarse los aumentos salariales para el año.
Este año la devaluación profundizó mucho el bache en los bolsillos generado por el esquema “de precios nuevos con salarios viejos” que se empezaba a sentir habitualmente entre diciembre y febrero.
Con el panorama actual, la recuperación real de los salarios frente a la inflación será una asignatura pendiente y hay dos dudas económicas que van cobrando relevancia.
Una de ellas es, como lo planteó el diputado Alfonso Prat Gay, si la baja de la actividad económica hará frenar la inflación a partir de abril.
La otra, y muy emparentada con la anterior, es si el Banco Central se enamorará de la tranquilidad que le dio el dólar oficial a $ 8 y lo dejará quieto hasta julio o lo moverá antes.
Allegados al Central suelen decir que el dólar de $ 8 no pasa de abril y que de ahí en más lo moverían en función de la inflación para ratificar que el atraso cambiario no forma parte de los objetivos de 2014.
Pero nada dicen de cuánto piensan que será la inflación y desconocen un punto neurálgico: cuál será la suba de las tarifas de luz y gas en la Capital y el GBA, con el objetivo de bajar los subsidios para cerrar en parte el rojo fiscal.
También fue De Vido el que adelantó la suba de tarifas para la segunda parte del año, una vez que estén cerradas las paritarias.
Mover el dólar, tratar de moderar las subas de sueldos, después volver a mover el dólar y subir las tarifas van perfilando un fuerte ajuste que el Gobierno intentaría moderar, pero necesitaría un segundo “puente” de dólares para la última parte del año.
Algunos funcionarios apuestan a que YPF podría ser, cómo alguna vez lo fue, un mascarón de proa para lograr divisas, pero Miguel Galuccio tiene muy presente que maneja una compañía que cotiza en bolsa y que una movida de ese tipo golpearía el precio de las acciones.
Otros no pueden sacar la vista de Vaca Muerta ese yacimiento de gas y petróleo no tradicional que, según los cálculos del economista Ricardo Arriazu, representa 18 veces el campo cultivable, una riqueza enorme que puede darle un implulso clave a la economía argentina.
El Gobierno ya autorizó, a partir del contrato con Chevrón, que todo aquel que invierta más de US$ 1.000 millones, tendrá la posibilidad de disponer de parte del crudo y, por tanto, del precio pleno del mercado internacional.
Un atractivo muy potente.
Algunos expertos consideran que esa autorización por decreto es aún endeble para incentivar la entrada de inversiones, pero en el Gobierno creen que después de los US$ 5.000 millones que le pagarán a Repsol por el 51% de YPF se abre otro camino.
En la búsqueda de “puentes” de divisas para sostener las reservas del Banco Central y evitar una profundización de la recesión, probablemente el Gobierno esté pensando sumar los “gas-dólares” a los “soja-dólares” para transitar hasta 2015 sin sobresaltos.
El camino de la vuelta al crédito externo se le hace difícil al Gobierno pero, como le pasó con la devaluación y el ajuste, la necesidad pudo más.