Por Martín Burbridge
En más de un sentido, la Argentina y Ucrania comparten algunas características similares. Ambos son considerados como granero del mundo por su formidable producción agrícola, el sector primario contribuye con casi un 10% al PIB de cada país, su población es similar (poco más de 40 millones) y la misma proporción trabaja en el campo (un 5% de la población económicamente activa). Pero hasta aquí llegan las similitudes.
Para el imaginario colectivo ucraniano, Holodomor representa uno de los episodios más traumáticos de su historia, relacionado con su gigantesco sector agrícola. Se trata de la hambruna sufrida por los agricultores ucranianos a principios de 1930 (en la que murieron hasta 10 millones de personas), causada por la estatización (colectivización) forzada de su producción por parte de las autoridades rusas que gobernaban la Unión Soviética en ese entonces.
A diferencia de la resolución 125 de 2008, en la que el Gobierno argentino intentó sin éxito aumentar los impuestos a las exportaciones del agro, en Ucrania también hubo protestas masivas por parte de los agricultores cuando se anunció la colectivización obligatoria en 1929, pero el resultado fue totalmente diferente.
De ahí que ahora, luego de que el gobierno ruso decidiera invadir la península de Crimea (que forma parte del territorio ucraniano y donde se encuentra una de las bases navales más importantes de Rusia), los productores agrícolas hayan decidido paralizar las exportaciones hasta saber qué va a pasar con toda la región. Medida que está generando mayor volatilidad en los mercados mundiales de commodities primarios y que se suma a la nueva ley agrícola de EEUU como factores perturbadores en los precios de estos productos básicos.
Desde mediados de enero el precio del maíz creció un 22%, mientras que el del trigo subió un 18% (el lunes pasado se incrementó casi un 6% en una sola jornada de la bolsa de Chicago), a medida que iba escalando la tensión respecto del conflicto entre el gobierno ucraniano y la oposición primero, y luego alrededor de Crimea.
Ante esta extrema volatilidad y la falta de un precio de referencia, los agricultores ucranianos decidieron parar la semana pasada los embarques de granos y ver cómo se desenvolvía la crisis política y en qué valor se estabilizaba el tipo de cambio de la grivna, su moneda nacional. El impacto en los mercados internacionales podría ser enorme, ya que Ucrania es el tercer exportador mundial de maíz y el quinto de trigo (el país desplazó a la Argentina de ese puesto) y no se sabe cuánto puede durar la incertidumbre sobre Crimea.
Los problemas en Ucrania están impulsando los precios. Esto va a generar una prima de riesgo adicional en el mercado. Hacia arriba o hacia abajo, la volatilidad va a ser inusualmente alta, especialmente en una época del año en la que las cosas deberían estar muy tranquilas, afirmó a Bloomberg Sterling Smith, analista del Citigroup.
La tranquilidad a la que se refiere el analista se debe a que la mayor parte de la cosecha ucraniana (un 70% aproximado) ya fue embarcada, por lo que en el corto plazo, los mercados están a salvo de una estampida de precios provocada por una escasez de granos, como fue el caso en 2010, tras el embargo decretado por Rusia. Pero el problema podría cambiar radicalmente si la situación en Crimea no se aclarara en los próximos meses, cuando llegue el turno de la siembra de primavera en el Hemisferio Norte.
Encima, la amenaza de sanciones políticas y económicas a Rusia por parte de EEUU y de la Unión Europea tampoco está contribuyendo a calmar la preocupación de los agricultores ucranianos. Ya existe un proyecto de ley en el Parlamento ruso que autorizaría al gobierno a confiscar bienes de empresas y particulares extranjeros en caso de sanciones. Y la situación interna de Ucrania no ayuda: una parte importante de la población (más allá de Crimea) es prorrusa y está a favor de que Rusia intervenga como lo está haciendo.
Además, todos los puertos cerealeros ucranianos dan al Mar Negro (incluso uno de ellos se encuentra en Sebastopol, Crimea, donde reside la armada rusa), por lo que se encuentran expuestos a un posible bloqueo militar por parte de Rusia. Veo grandes riesgos allí porque plantean serias dudas sobre el potencial del flujo de granos a través del Mar Negro, advirtió Jaime Nolan, analista de la consultora INTL FCStone.
Para los analistas, este escenario explosivo, sumado a la nueva ley agrícola estadounidense, augura un 2014 mucho más volátil que el año anterior, en lo que a commodities primarios se refiere. La normativa sancionada por el Congreso de EEUU (conocida como Farm Bill) otorga mayores subsidios a los productores de ese país y les asegura un precio mínimo de cosecha. Esto hace que los agricultores dejen de arbitrar entre los distintos cultivos según los precios mundiales y por lo tanto pueda existir el riesgo de una sobreproducción que impulse aún más los precios hacia abajo.
Para los productores argentinos, las noticias no son buenas, a pesar de que la cosecha gruesa se haya beneficiado con lluvias de último momento. Porque complica más las cosas para determinar los precios futuros y qué conviene sembrar a lo largo del año. A pesar de que Ucrania parezca estar lejos de la Argentina, la globalización de los mercados obliga a estar pendiente de cómo se resuelva la crisis política en esa región.