El Gobierno pretende imponer una fuerte baja en el precio de los cueros bovinos, que perjudicaría a los productores y frigoríficos en beneficio de la industria curtidora, la del calzado y la marroquinería. Por orden de la ministra de Industria, Débora Giorgi, el precio de ese insumo clave debería retroceder cerca del 70%, para ubicarse en los valores previos a la devaluación.
“Hemos sido intimados a concretar una reunión entre los intervinientes en las operaciones de cueros crudos, a los efectos de retrotraer los precios a los valores vigentes a fines del año pasado para, de esta forma, volcar el diferencial a la cadena de valor de las manufacturas y recuperar la competitividad de la cadena en su conjunto”, afirma una carta que directivos de la Cámara de la Industria Curtidora (CICA) enviaron a sus pares del sector frigorífico, al que le compran los cueros. Allí, a pedido de las autoridades de “Comercio e Industria”, los invitaron a una reunión el próximo jueves, en la que se definiría la rebaja de los precios del principal subproducto de la faena de vacunos.
Tras la devaluación, pero también siguiendo la tendencia del mercado internacional, en los últimos meses se produjo una muy fuerte suba de precios del cuero sin procesar (salado). Según estadística de los frigoríficos exportadores, el kilo de cuero de novillo que valía 9,50 pesos en diciembre pasó a cotizar a 16,30 pesos a fin de febrero. Esa suba, de más de 70%, es la que ahora pide desandar la influyente industria curtidora.
Pero hay otro dato a tener en cuenta: aunque ahora salga más caro, el cuero argentino continúa valiendo mucho menos que el mismo producto en Estados Unidos.
Acá, en dólares, el kilo llega ahora a 2,090, mientras que allá se pagan a los frigoríficos US$ 3,84.
No hay explicación (las vacas argentinas están forradas del mismo cuero que las norteamericanas) que justifique esa distorsión. Pero existe hace décadas y perjudica a toda la cadena de la carne, comenzando por el ganadero. Todo comenzó en 1973, cuando el gobierno dictó un régimen que impedía la exportación de cueros sin curtir o semicurtidos.
Bajo diversas modalidades, esa protección fue extendida hasta estos días. Según sus críticos, sin chance de exportar los cueros salados, los frigoríficos quedan presos de venderlos a la industria curtidora, que actúa de modo cartelizado deprimiendo el valor de su principal insumo. De todos modos, la materia prima barata no aseguró el nacimiento de una verdadera industria transformadora: la mayoría de los cueros se exportan semicurtidos y sin valor agregado. Los embarques de productos terminados (calzado, marroquinería y fundas para autos) representan 20% del total de las ventas, que suman unos 800 millones de dólares anuales.
En esta pulseada, Giorgi siempre jugó a favor de las curtiembres: en los noventa trabajó como asesora de CICA y cuando fue funcionaria de Fernando De la Rúa impulsó la prórroga del régimen de protección. En enero, la ministra deslizó incluso que podría llegar a prohibirse totalmente la exportación de cueros salados, para forzar una baja de los precios internos que nunca llegó y que ahora la industria intentará lograr en la reunión.